Se cumplen 25 años del disco homónimo de los londinenses Blur, su quinto trabajo de estudio, que llegó a convertirse en uno de los discos más icónicos de la década
Estribillos pegajosos, rimas con cierto tono cáustico y burlescas instrumentaciones, caracterizadas por el dominio del pop, definían el sonido de Blur desde sus inicios. Con la publicación del álbum dieron un paso de gigante hacia una nueva etapa en la que rindieron pleitesía a las sonoridades del rock alternativo estadounidense que invadían la escena, encabezada por bandas como Nirvana, Sonic Youth, Pearl Jam, Soundgarden o los ruidosos Pavement.
Con Damon Albarn liderando la banda a la voz, teclados y guitarra, Graham Coxon a la guitarra y estrenándose como vocalista y compositor en algunos temas, Alex James al bajo y el baterista Dave Rowntree, firmaron algunos de los temas más recordados de su discografía.
Conocedores de que una parte del movimiento Britpop se estaba convirtiendo en el gran lastre de la música británica de los 90, y después del álbum fallido The Great Escape (a pesar de algún tema francamente excelente), deciden alejarse de la línea marcada por sus tres anteriores trabajos, conocidos como «la trilogía inglesa». Un momento vital en el que la fama dejó de importar a Damon, y con este disco quiso ir un paso más allá para hacerse respetar.
La cubierta elegida nos transmite la velocidad de un sanitario empujando una camilla hacia el quirófano, una alegoría que simbolizaba el delicado estado de salud en el que se encontraba la banda, cuyas relaciones se habían vuelto muy tirantes. Un Damon obsesionado por la dirección musical y su férreo control sobre la imagen pública del grupo ahogaban a un Coxon que, encorsetado por la rigidez, luchaba por salir del alcoholismo.
Atrás quedaron los extraños riffs y sus letras cargadas de cierta flema británica que caracterizaban su propuesta hasta la fecha, reformulada para hacer las cosas de otra manera. Las malas lenguas achacaban este nuevo rumbo a las aportaciones de Graham Coxon y sus ruidosas guitarras, influenciadas por Dinosaur Jr. o los neoyorkinos Sonic Youth, algo difícilmente atribuible a Damon Albarn. Aun así, este disco recoge algunos de los mejores temas compuestos por Albarn, como «Country Sad Ballad Man» o «Strange News from Another Star».
Una nueva forma de componer evidenciada desde los primeros acordes con «Beetlebum». Un tema que, aún bebiendo de las influencias de los Beatles, es capaz de fusionarse con la melancólica corriente estadounidense del rock alternativo de los 90. Un tema con claro sabor británico en el que dejan clara su apuesta por la experimentación. A base de contundentes riffs, que contrastan con los ritmos limpios del britpop, una lírica depresiva y un estribillo melancólico, son capaces de crear uno de sus temas más ambiciosos.
Canciones sucias con cierto aire lo-fi, obra del productor Stephen Street y su característico método de grabación, son parte de un toque estético que poco o nada tiene que ver con limitaciones de índole económico. El resultado es una colección de temas que basculan entre la apatía y frenéticos arranques de energía que te empujan a bailar. Una irresistible invitación a disfrutar del nuevo sonido de Blur, que a la postre fue el encumbramiento musical de los londinenses.
Su primer sencillo, «Song 2», lanzado un 7 de abril de 1997, llegó a ser un verdadero éxito en los Estados Unidos. De inicio, Blur no querían lanzar este tema por ser demasiado corto y simple, pero su compañía les convenció. El inesperado espaldarazo les sirvió para darse a conocer ante aquellos cuyo radar llevaba tiempo sin apuntar al pop proveniente de las islas británicas. Un verdadero trallazo de canción, un cartucho de dinamita colocado en la segunda posición del disco, de dos minutos y dos segundos de duración, donde las influencias estadounidenses están claramente presentes. Un tema punk carente de sentido, con el que pretendían parodiar el sonido de Seattle y que, para su sorpresa, llegó a convertirse en uno de los temas más famosos de la banda, entrando a formar parte de los hits musicales de toda una generación.
«Chinese Bombs» es otro de los recordados temas de corte punk que, junto con los adictivos y melancólicos «Country Sad Ballad Man» y «Strange News from Another Star», les aleja del cockney rhyming slang tan utilizado en Parklife.
Otros cortes más experimentales como «Death Of A Party» y la fealdad natural de «You’re So Great», que alguno llegó a catalogar como pereza, nos devuelve el sentido del humor y la libertad creativa de la banda. Fruto de esta investigación de nuevas sonoridades musicales nos dejan momentos como «Theme For Retro» y «I’m Just A Killer For Your Love», que lastran el ritmo del disco y no tuvieron mayor recorrido ni han llegado a representar el sonido de la banda.
El tema que cierra el disco, «Essex Dogs», constituye un particular desafío por plasmar ese toque british que después de tres discos parecieron encontrar.
Un álbum que, como ellos mismos han remarcado, les aleja de su pasado y al mismo tiempo les distingue de otros grupos. Blur remodela su imagen de tal modo que juegan a representar el papel de una banda que se divierte desenfadadamente en su garaje a base de composiciones en apariencia descuidadas. Una actitud que no puede ocultar el elegante trabajo que subyace detrás de lo que claramente es una pose. En definitiva, un disco clave para entender el comienzo de una nueva dimensión musical para Blur, con el que el Reino Unido volvió a demostrar por qué han sido siempre uno de los máximos exponentes de la exportación musical.
Publicado por:
Director de Mallorca Music Magazine, ejerciendo de fotógrafo, editor y redactor.
Apasionado de la buena música y las artes escénicas.
Fotógrafo especializado en fotografía musical y de conciertos.
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