La historia se escribe con la marcha atrás. Y muy pocas veces somos conscientes en el momento en que se produce. Solo después, a veces mucho después, te llevas las manos a la cabeza. «¡Yo estaba allí!», dices. Aunque a nadie ya le importe.
En 1978 yo era un tipo delgado, melenudo, hippioso e inquieto. Me ofrecieron trasladarme a Ibiza para abrir una delegación del periódico en que trabajaba. No lo dudé. Mi sueño era vivir en las Pitiusas, y no podía desperdiciar aquella ocasión.
De manera que en febrero de aquel año me trasladé a la isla. Y comencé a trabajar en un extraño local situado en la antigua calle Olózaga. Que antes había sido una tienda de ropa. Por aquella improvisada redacción pasaba todo tipo de gente. Muchos eran famosos y lo parecían. Otros lo eran y no lo parecían. La mayoría lo parecían pero no lo eran. De manera que resultaba difícil adivinar cuándo te hablaban en serio y cuándo te estaban engatusando.
Eso es lo que pensé el día en que dos jóvenes británicos muy correctos cruzaron la puerta. Se llamaban Roger y Barry. El primero afirmó ser promotor de conciertos, pariente de la Reina de Inglaterra, y actor en una película de Polanski. Barry (que no tenía ni un solo diente) contaba historias increíbles sobre P.J. Proby, los Beatles, Jimi Hendrix. Querían montar una serie de conciertos en Ibiza. Me ofrecieron colaborar con ellos como encargado de prensa. Yo les miré fijamente. «Vale».
Pero resultó ser verdad.
Yo estaba en un momento absolutamente pinkfloydiano. Por las terrazas sonaba «Baker Street» de Gerry Rafferty. En mi vida había oído hablar de Bob Marley. De manera que cuando me anunciaron ese concierto como algo sensacional, puse cara de póker. En las tiendas españolas no podías encontrar ni un disco de Marley. Me dejaron un single: «Is this love». Y he de confesar que me impactó.
Mi mayor contribución en aquel Music Ibiza’78, ese era su nombre, consistió en convocar una rueda de prensa con Bob Marley. «Hola, soy el jefe de prensa de Bob Marley en Ibiza», decía sin mucho convencimiento. El lugar era una discoteca de Sant Antoni, y la hora muy intempestiva: las cuatro de la tarde. Hacía mucho calor y recuerdo que vinieron bastantes periodistas, sobre todo extranjeros.
Fue todo un éxito salvo por un pequeño detalle: Marley no se presentó. Los periodistas, molestos, se fueron mascullando maldiciones. Y quedé como un idiota al no poder dar ni una explicación. En realidad, el rey del Reggae estaba hablando a esa hora con Carlos Tena y Angel Casas, «más colgado que un fuet» según palabras textuales de ese último.
El concierto se realizó en la extinta plaza de Toros. Con un gran escenario con el león de Abisinia. Marley, que llevaba un sombrerito de paja chino y estaba ya enfermo, iba acompañado por una corte de mujeres. Los Wailers parecían ruidosos y pendencieros. Organizaron varias trifulcas en los apartamentos donde se alojaron, muy cerca del mío, y en el avión de vuelta.
Todos se fumaban unos asombrosos porros de «ganja» en el back-stage. Verlo aspirar aquel canuto gigante a pocos metros fue mi máximo contacto con aquella figura gigantesca y mítica de la música.
Parece mentira pero el aforo no se llenó. La mayoría de los asistentes eran extranjeros. Recuerdo a Marley con su Gibson Les Paul, abriendo los brazos. Sonaba bien y la gente disfrutó del concierto. Pero nadie tenía conciencia de que fuese un momento histórico. De hecho nunca me puse la camiseta con su estampa grabada, hasta que mi hija me la secuestró y seguramente la vendió por un buen pellizco.
Los otros conciertos del Music Ibiza’78 no tuvieron tanta repercusión: Thin Lizzy y Suzi Quatro. Y todo quedó en los anales como una de esas excentricidades de la historia. Un lujo del que solo eres consciente mucho después.
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Carlos Garrido Torres (Barcelona 1950) es periodista y escritor. Ha hecho también carrera en la música, formando parte, entre otros proyectos, de Rock & Press. Es autor del libro "La Guitarra Platónica" (Documenta balear) donde cuenta su adolescencia musical.
Sitio web: carlosgarridotorres.com.
Josep Guitart
25 diciembre, 2023 - 12:12 h.Gran artículo.
Por cierto, en referencia a los fantásticos Thin Lizzy, sabias que ese fue el último concierto del círculo mágico de la banda: el guitarrista Brian Robertson dejó el grupo tras una gran pelea con el líder de la banda, Phil Lynott, precisamente en Ibiza.
¿Recuerdas algo de ese concierto de los Lizzy? ¿Alguna anécdota?
Gracias,