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Recomendamos leer el artículo hasta el final, porque hay una noticia de última hora que supone un regalo navideño para los fans del cantante.
La Navidad suele ser la época preferida por la industria musical para colarnos discos absolutamente prescindibles que no venderían en cualquier otra época del año: artistas reinterpretando clásicos navideños, recopilatorios innecesarios o álbumes de versiones. Elvis, Frank Sinatra, James Brown, Beach Boys, Raphael…, todos han pasado alguna vez por esta suerte de rito comercial. Hasta el impredecible Bob Dylan tiene su especial navideño.
Esta vez le toca el turno a Chris Cornell, una de las más gloriosas voces del rock/grunge/metal de las últimas décadas, cuya sólida trayectoria en grupos como Soundgarden, Temple of the Dog o Audioslave es motivo suficiente para auparle a la categoría de leyenda. Aunque no podemos decir lo mismo respecto a sus trabajos en solitario, donde solía arriesgar más y salirse de su estilo habitual, y cuyos resultados son más dispares. El álbum que hoy nos ocupa se engloba en esta última línea.
Chris Cornell nos dejó muy pronto, en 2017, a la edad de 52 años. Según su viuda, el verdadero motivo para publicar este disco es honrar la memoria de su esposo. Sin embargo, hay un par razones que nos llevan a sospechar que también se esconden motivos económicos tras esta decisión. Una ya la hemos insinuado, pues nos parece que el álbum ha sido publicado con Navidad y alevosía por motivos estrictamente comerciales. La otra vendría a ser los decepcionantes arreglos de casi todas las canciones, entre austeros y mal elegidos. La impresión final es que los temas no están pulidos al máximo, incluso en algunos momentos parece como si no estuviesen terminados del todo. Aunque, y esta es la paradoja, la voz de Chris suena maravillosa en todos ellos.
Si a esto le sumamos el hecho de que muchas de estas canciones eran tocadas por Cornell en sus conciertos desde hacía años (pero en formato acústico mínimo, acompañado sólo por su guitarra), podríamos sospechar que algunos de los arreglos se introdujeron tras su muerte en aras de dar mayor entidad al disco. Sin embargo, su viuda y Brendan O’Brien, el productor que ayudó a Cornell en este trabajo, han asegurado que el resultado final del disco es fruto de las decisiones del propio músico estando en vida.
Pero bueno, dejemos de especular y vayamos al grano. Lo importante es saber si el álbum merece una escucha o si fue cocinado de mala manera para amasar dólares a costa del recuerdo de Chris. Y la respuesta no es tan simple.
Análisis del disco
El disco está compuesto por 10 temas no demasiado populares, exceptuando «Nothing Compares 2 U» (Prince) y «Patience» (Guns’N’Roses), que además cuentan con otro hándicap añadido: pertenecen al repertorio de grandes artistas con personalidad y sonoridad únicas. Aunque la voz de Cornell luce impresionante en todos ellos, su versión casi nunca supera o mejora al tema original, salvo en casos muy puntuales. Pero vayamos uno por uno:
«Get It While You Can» es una versión de un clásico de Janis Joplin. La versión que propone Cornell es lo bastante original para justificar su existencia, pero no despierta el mismo entusiasmo que la de Joplin, que es sublime.
Con «Jump Into The Fire» ocurre algo similar. La versión de Cornell suena bien, pero la original de Harry Nilsson es mucho más rica musicalmente hablando. Los arreglos de Cornell palidecen al lado del tema original. Lo mismo pasa con «Sad Sad City», de Ghostland Observatory. La versión de Cornell, sin ser mala, carece de la frescura del tema primigenio.
La versión de «Patience», de Guns’N’Roses, suena extraña, con esas bases enlatadas y una producción que parece amateur. Tampoco aporta mucho, en mi humilde opinión, el realizar una versión cuasi acústica de una balada que ya era acústica.
Qué decir de «Nothing Compares 2 U», el tema de Prince. Sin duda, una mala elección para versionar, ya que la versión que realizó Sinéad O’Connor es inigualable. Y eso que la de Cornell, para mi gusto, mejora al original de Prince.
«Watching The Wheels», de John Lennon, sufre del mismo problema que el tema de Janis Joplin: son canciones que Chris canta de maravilla, pero siguen siendo más interesantes en boca de sus intérpretes originales, ya que los temas parecen hechos sólo para ellos.
Y llegamos a un caso paradigmático, «You Don’t Know Nothing About Love» de Carl Hall, uno de los dos clásicos del soul que integran el disco. El soul es un registro que le iba como un guante a la voz de Chris, donde podía exprimir todo su potencial y aportar ese toque áspero y oscuro que le cambiaba la cara por completo a cualquier clásico de este género. Aquí sí vemos brillar a Cornell con luz propia, aunque el tema original en la voz de Hall es tan bueno que es prácticamente insuperable.
«Showdown», de la mítica Electric Light Orchestra (ELO), tampoco es mala, fallando sólo en determinados arreglos. No obstante, no consigue que olvidemos el toque especial y la musicalidad única de la ELO.
«To Be Treated Rite», de Terry Reid, tiene el mismo problema que otras canciones del disco. La canción es preciosa, pero no impresiona. Aún así, la versión de Chris es bastante disfrutable.
Y por último llegamos a «Stay With Me Baby», de Lorraine Ellison, el otro tema soul del álbum, quizas el único caso en el que me atrevería a decir que la versión de Chris actualiza y rejuvenece al tema original. El mejor cierre posible para este irregular disco.
En definitiva, un disco tan innecesario y prescindible como agradable de escuchar, que gustará más a los fans del artista en su última época que a los que venimos siguiéndole desde los tiempos de Soundgarden. No es lo que la mayoría de fans estábamos esperando, pero gracias al cielo no es otro disco de villancicos.
Una gran noticia para los fans
Horas antes de publicar este análisis, nos hemos enterado de una gran noticia que afecta a la música aún sin publicar de Chris Cornell. Vicky Cornell, su viuda, la persona que controla de manera férrea su legado musical, ha realizado unas declaraciones para USA Today en las que afirmaba que toda la música del cantante, incluyendo las canciones inéditas de Soundgarden, verá la luz.
Toda la música de Chris, incluido Soundgarden, verá la luz del día porque no hay nada en el mundo que me eleve más que compartir los dones de Chris, que la gente diga su nombre y que su música salga a la luz. Está vivo de esa manera y su legado sigue vivo. Entonces, es lo más importante para mí, ver cuánto lo ama la gente, lo extraña, lo respeta y cuánto queremos más de su música. Entonces todo será lanzado.
Recordemos que en el momento de su muerte Chris estaba componiendo un disco con Soundgarden. La banda ha mantenido estos 3 últimos años una agria polémica con la viuda, argumentando que el álbum que estaban preparando con Chris podría publicarse de no ser porque Vicky Cornell estaba bloqueando el acceso a grabaciones de Chris que les pertenecían. Previamente, la pareja del cantante había demandado a la banda por retener royalties y pretender quedarse con grabaciones que, según ella, pertenecían a Chris en exclusiva. Demanda que fue contestada por la banda con una contrademanda, alegando que esas grabaciones que ella retenía eran de Soundgarden.
Ahora parece que todo este embrollo legal está cerca de su fin, y que la posibilidad de un nuevo disco de Soundgarden está más viva que nunca. De confirmarse, este sí que sería el auténtico regalo de Navidad para todos sus fans.
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Aprendiz de todo, maestro de nada. Programador, diseñador web, editor, redactor y codirector de esta nave.
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