Palma, jueves 7 de enero de 2021. Trui Teatre.
El músico vuelve a llenar el Trui Teatre dos meses después de su última actuación
La máxima insoslayable de que lo masivo es rebajado, para poder entrar finamente al tímpano mayoritario siempre poco trabajado, tiene un gran pero en la figura de Ara Malikian. Vivan las escalas de grises, tantas veces más fidedignas que un reduccionista o blanco, o negro. Andan los diestros empeñados en que el populismo merece mal cartel y hasta huele a azufre venezolano, cuando si se interpreta como calidad junto con accesibilidad es más que legítimo, es hasta loable.
El violinista libanés de nacimiento y armenio de ascendencia se empeña en que te lo pases bien. Solo así se entiende que repita visita tantas veces y que casi siempre llene, como el jueves pasado en el Trui Teatre. Solo así se entiende que la gran masa se lo goce con un género que, con toda probabilidad, no suena habitualmente en casa: la música clásica y/o instrumental. El músico es un ejecutante de alto nivel, curtido en orquestas y sinfónicas profesionales (como la de Madrid, residente en todo un soberano Teatro Real), y que a veces parezca que está haciendo crossfit más que realizar una interpretación sentida no debe llevar al menoscabo, si acaso a los integristas del clasicismo, que no aceptan más aspaviento que las vehemencias del director.
En escena, Malikian es divertido, es encantador, es intenso, es payasil, es ñoño, es cabalmente virtuoso, es clásico (los aires tangueros o klezmer) y es contemporáneo (las versiones de Bowie y Björk), como también es sorprendente (que todo ello no empaste y aplaste). En resumidas cuentas: es perfecto. Su producto populista, en músicas y en puesta en escena, está a unos cuantos miles de años luz de horteradas epatantes telecinquescas tipo Il Divo, Los Cuatro, Ocho, Doce o nosécuántos Tenores, o aquellos dos monines que deterioran repertorio de Metallica y similares. Ítem más si su único acompañante sobre las tablas es un portentoso pianista como Iván ‘Melón’ Lewis. Si no se consiente su populismo tampoco debe hacerse con el de figuras incuestionables como Al Jonson, Bing Crosby, Josephine Baker, Django Reinhardt, The Blues Brothers o Buenavista Social Club.
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