Palma, sábado 06 de marzo de 2021. Trui Teatre.
Los Secretos llenan el Trui Teatre de Palma con su público incondicional. Crónica del concierto
Los Secretos en trío acústico: Álvaro Urquijo a la voz y las guitarras, Ramón Arroyo a la guitarra y Jesús Redondo al piano.
No hubo sorpresas pero sí mucha cercanía y complicidad del trío con el público palmesano. Álvaro Urquijo se mostró cómodo y con mucha naturalidad compartió anécdotas y recuerdos con los asistentes.
«Moltes grasis«. Álvaro Urquijo sorprendió saludando en mallorquín. Más adelante, desveló que su pianista reside en Mallorca, en Sa Pobla, y que de ahí su devoción por el frit de porc, el camaiot y otras delicias de la gastronomía local.
Salieron los tres al escenario, Álvaro Urquijo a la voz y las guitarras, Ramón Arroyo a la guitarra y Jesús Redondo al piano.
Y una se pregunta si tiene sentido continuar defendiendo el concepto de Los Secretos, después de más de cuarenta años y tantas pérdidas, y la respuesta es un sí rotundo. Tiene sentido y vale mucho la pena. Lo argumentó muy bien el propio Álvaro, disertando sobre su permanencia en los escenarios y el orgullo con que se mantiene, «en primer lugar, por el público, que es quien mide, decide y valora los temas que se convierten en éxitos. Los hace el público», y después, para mantener viva la herencia de los que se han ido, sobre todo de su hermano Enrique Urquijo y de José Enrique Cano Leal, «Canito», el primer batería del grupo, que falleció a causa de un accidente de tráfico en enero de 1980.
No en vano, Álvaro (1962), hoy el único miembro original, es el menor de los tres hermanos Urquijo Prieto, que comenzaron tocando con «Canito» y conformando Los Secretos, Javier (1958) y Enrique (1960-1999).
El estilo de Los Secretos es llevar a su terreno melancólico todo tipo de estilos musicales, desde el blues, el country o también las rancheras, una de sus «influencias casuales», según explicó Álvaro, ya que su abuelo era muy aficionado a las de Alfredo Jiménez y Vicente Fernández, y que por eso les quedó este «poso fronterizo».
El concierto comenzó puntualmente con No digas que no, Siempre hay un precio y Ya me olvidé de ti, del mexicano Marcelo Salazar, (que es cuando explicó lo de las rancheras). Échame a mí la culpa, de Albert Hammond, supuso un primer homenaje tácito a Enrique, de quien contó que disfrutaba como nadie tocando versiones en locales pequeños.
A pesar de lo estático del formato, en los momentos del punteo, Álvaro y Ramón se levantaban y acercándose un poco más al público, movían sus guitarras al compás. Ramón Arroyo se incorporó al grupo en 1986 y desde entonces ya se ha convertido en «amigo, casi hermano» de Álvaro, que lo demostró contando cómo se entienden sin apenas palabras ni datos, una variación de nuestro deixonar ses deixones: «¿viste la peli esa, donde sale aquella actriz?», pregunta uno. «Sí, buenísima», contesta el otro. Sirvió la anécdota para presentar La calle del olvido.
A continuación, rememoró Álvaro la primera canción propia que recordaba haber ensayado en su vida, después de aprender tocando muchas versiones. Y resultó haber sido Otra tarde. Le siguieron Aunque tú no lo sepas, que Quique González compuso para Enrique y Los Problemas.
Llegados a este punto, alabó sobradamente al pianista Jesús Redondo, quien «les ha ordenado la vida, armónicamente hablando». Bromeó Urquijo con los elaborados arreglos instrumentales que Redondo aporta a sus canciones, y los llamó «jaroleros», esos acordes tan elegantes, que visten tanto las canciones.
No dejó de contar anécdotas, como los encuentros y desencuentros con Joaquín Sabina, con quien comparten alguna estrofa de las respectivas canciones Y nos dieron las 10, del cantautor, y que vendió muchísimos discos, y su Ojos de gata, que pasó casi desapercibido. Y hubo segunda parte, «parece un chiste», con Por el boulevard de los sueños rotos, compuesta a medias entre Álvaro y Sabina.
Y más canciones, Mi paraíso, que da nombre al último disco que han publicado (2019), y otra mención especial para la canción más oída y descargada de todo su repertorio, «Pero a tu lado», publicada en el disco Dos caras distintas (1995), que entonces fue un fracaso de ventas. Una canción que Enrique dedicó a su hija María (1994), como Agárrate a mí, María, que también sonó el sábado.
Mi amiga mala suerte, Te he echado de menos, compuesta por Álvaro tras la muerte de Enrique, y el primer gran éxito Déjame, que al parecer Enrique odiaba, a pesar de que «les ha abierto todas las puertas». Ojos de perdida y para acabar, la versión de la canción del grupo uruguayo Kano y los Bulldogs, publicada en 1969, Sobre un vidrio mojado.
Tras el bis, pasadas las 21.20 h, parte del público comenzó a marcharse para poder cumplir con el toque de queda, establecido a las 22 h.
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