La maqueta Puput (autoeditat, 2018) fue el estreno, el EP En clau de son (Cases de la Música, 2019) el indicio y Un desert de colors (Produccions Blau, 2021) la certificación: Amulet, el proyecto de raigambre folk de Antoni Mulet (Santa Maria, 1997), es intimista, melancólico, triste y siempre finalmente feliz o al menos esperanzado, muy cierto. Pero también quiere, y cada vez más, que cualquiera de esas emociones te lleve al baile.
Este primer trabajo de larga duración tras sus dos antecedentes ha sido ejemplarmente grabado por Jaume Gelabert en Tramuntana Estudis, y certeramente masterizado por Charly Chicago en Born Studio (Barcelona). Cuenta con las colaboraciones de Pau Franch de OR, Joan «Xanguito» y Raquel Lúa, y ofrece ocho canciones y ocho motivos, por si hicieran falta más, para hacer desaparecer de nuestra cotidianidad directrices infaustas, dañinas, fatídicas y cada vez más injustas como «Prohibido bailar». Por encima de todo, porque estas nuevas ocho canciones d’en Toni, las emociones que transmiten y la voluntad que revela su autor, apuntan a que contienen la mejor propiedad que puede tener la música: curarlo todo y curarnos a todos.
Tú música transmite sensibilidad exacerbada. ¿Nadie te ha avisado de que los animales sensibles sufren más?
No, no me habían avisado. Mala sort.
¿Eres un oficinista de la sensibilidad que la deja comparecer de 9 a 5 o has dejado que la música tome el descontrol de horarios y vida?
No me gustan los horarios. Las tareas que más me gustan son las que no lo tienen. Para mí, un eje de la creatividad es el caos, que es donde puede nacer lo interesante. Hay que dejarlo salir cuando surge, sea de 9 a 3 o a las 4 de la mañana.
Pues precisamente solo hay dos tipos de artistas: los que se levantan, y los que no. ¿De qué tipo eres?
Siempre me levanto. Soy muy nocturno, prefiero trabajar hasta tarde.
¿Dónde vives lo tienes bien, cómodo, accesible, para hacerlo?
Sí, sin problema. Vivo con mis padres, basta controlar el volumen. Aunque normalmente no te viene a la mente una canción entera sino ideas, esbozos, y basta papel y boli para apuntar. Yo básicamente toco, toco y toco, o escucho una frase de un amigo a la que le ves poesía detrás y que me hace decir «¡uf, esa frase!», para después ordenar y completar esas piezas.
¿Es correcto decir que Un desert de colors es «Amulet + una nueva épica»?
Sí, totalmente. De hecho, esta es la música que quiero hacer, y ha sido posible hacerlo dadas las condiciones que hemos tenido. Este disco surge de un aprendizaje: grabar, producir, conocer las herramientas de que dispones, etc. Y sobre todo escuchar muchísima música porque al producir por primera vez recuperas mucho de lo que has escuchado toda la vida, que te transmitía pero no sabías por qué, y lo escuchas de otra manera, con otra intención. Tras producir la maqueta y el primer EP, este disco es una exploración, un resumen de lo que podemos hacer. Es nuestro cinturón de herramientas. De ahí el título del disco: esto es la paleta de colores de un pintor, donde tienes ahora una balada, ahora una tonada épica o ahora una canción más íntima. En cierta manera es un recopilatorio de cara a hacer un disco «verdadero», pues cada canción ha llegado por su cuenta. Y por supuesto no quería olvidarlas.
Debes trabajar y aprender muy rápido, porque no es habitual que el artista produzca un primer álbum estricto, maqueta y EP aparte en el background.
De hecho es el primer disco que produzco con ayuda externa. También por eso suena como suena, porque no lo he hecho yo solo. Empecé a producir solo por las circunstancias, dados los medios y el poco presupuesto que tenía. Ese aprendizaje suele llevar a querer producir algo de más calidad en lo que dejar tu marca. Siempre he querido producir y he tenido las ideas muy claras en lo estilístico, pero es ideal tener quien te ayude, y por eso este disco es una coproducción. Al final la música es siempre un trabajo colectivo, que es lo més guapo de todo esto.
Escribes en primerísima-primera persona y sueles dirigirte a una segunda persona del singular. ¿Todas tus canciones tienen titular?
Escribo así, pero no todas lo tienen. Sí suele haber una musa, o «muso», alguien a quien está dedicada, pero mi segunda persona es el oyente. Hay segundas personas abstractas, pero mi mensaje es para quien me escucha.
Pues precisamente solo hay dos tipos de compositores: los que escriben siempre para sí mismos, y si el público conecta bienvenido es, y los que componen siempre para el oyente.
Estoy a medio camino. Es una evolución, algo que he hablado con gente cercana que hace música: antes de escribir música tienes que quitarte las mierdas de encima. Antes de componer, escribir, pintar, dirigir, porque después podrás transmitir mejor. He empezado hace poco, en realidad, y ya me he quitado lo más grande, los fantasmas más antiguos, y ya estoy en posición de transmitir un mensaje más intencionado, directamente enfocado a transmitir una emoción concreta. Aunque por supuesto sigue habiendo canciones más pasionales surgidas directamente del estómago. En la música deben apreciarse ambas vertientes.
Hay quien no quiso tenerlas, desde Nick Drake hasta Syd Barrett o incluso Leonard Cohen.
Como dijo una amiga en el mismo escenario : «Escribir música es una mierda porque todo el mundo se entera de lo que te pasa». Vivirlo así es vivirlo como una apertura y un desnudarte constantes.
Queriendo ser tan intencional y comunicativo, ¿cuánto desconectas de tus canciones? ¿Y cuánto tiene de voluntario y cuánto de automático?
Una canción es mía enteramente cuando la estoy escribiendo. Después, cuando la estoy produciendo, cuando la grabo, la toco, o ya desde antes, cuando se la enseño a amigos, cada vez es menos mía. En el estudio también pasa a ser en parte de los músicos o del productor. Una vez publicada, ya no es mía sino del público. Son tan mías como pueden ser las de otros músicos que también me han llegado o tocado. Eso es lo que se busca, que llegue, que conecte y que cuanto más público mejor la haga y la sienta suya.
¿Te has visualizado dentro de tres o cuatro discos creando canciones de manera fundamentalmente profesional, en el sentido de casi totalmente desconectado desde la misma composición? No sin creatividad sino con mayor cuota de asepsia y menor de tu primera persona del singular más interior. Más a salvo de ti mismo.
John Mayer contó en una entrevista que con los años había llegado a encontrar un equilibrio tal como para hacer canciones en las que se decía a sí mismo: «Esta canción es completamente para el público, porque sé cómo hacer y por dónde tirar para que les guste». Pero que seguía queriendo hacer canciones que eran solamente para él. Incluso preparaba los conciertos distinguiendo qué canciones cantaría para él y cuáles para el público, «porque yo también quiero disfrutar del concierto». Ese equilibrio es positivo, y no creo que sea bueno para la música plantearse escribir de una manera demasiado fría. Siempre hay que buscar emocionar y emocionarse uno mismo.
Hay quien ha afirmado componer siempre para sí mismo. Si el oyente conecta, fantástico. Si no, mala suerte sin más. Y luego ves que normalmente conectan, y mucho. ¿Por qué?
Porque la cuestión es tener siempre un planteamiento y cumplir con él. Si ya de partida a ti no te transmite, si no has quedado satisfecho, se notará y no habrá conexión con el público.
¿Por qué Pau de OR, Joan «Xanguito» y Raquel Lúa?
La conexión con Pau siempre ha sido muy grande. Él fue quien me recomendó grabar en Tramuntana con Jaume, e incluso pasaba por allí mientras grabábamos, estaba pendiente, nos dejaba instrumentos… Desde el principio se enamoró de Es teu cos nu, y como estaba claro que tenía que estar presente en el disco la elección era obvia. Joan es una de esas colaboraciones que uno siempre ha querido tener. Te inventas una lista ideal, y él estaba en la mía desde el principio. Es camins me encajaba perfectamente con su voz y a nivel estilístico. No la escribí expresamente para él, pero mientras la grabábamos pensé que era perfecta. Y sobre Raquel, es evidente: por su voz. Es una bestia. Hay gente que tiene una voz espectacular que te emociona, y después hay voces como la suya. Lo he comentado con amigos: todo el mundo recuerda la primera vez que la escuchó en directo. Es lo que transmite, su capacidad innata de emocionar. Además, quería como mínimo una voz de mujer en el disco. Es cierto que el mundo de la música es probablemente demasiado masculino. Si iban a ser tres colaboraciones en el disco tenía claro que no iban a ser tres hombres. Hay muchísimas mujeres que hacen música extraordinaria y no me habría parecido una representación justa, y sobre todo no corresponde con mi percepción del mundo de la música, más ahora que empiezo a verla desde dentro.
Este disco contiene putadas. Tiene canciones que es inevitable no enviar a terceras personas. Yo mismo he enviado a alguien Es camins que no haguérem agafat mai junts. Por tanto, existen, les bones putades, y no sé si eres consciente y si lo has hecho adrede.
Ese tipo de canciones existen y se nota cuando lo son. De la misma manera, hay canciones de ese tipo que no envías y lo haces conscientemente. Me gusta ese punto de romanticismo de «te he escrito una canción y no te lo he dicho», y quedarte con la duda de si se dará cuenta.
Dicen que solo hay dos tipos de artistas mallorquines: los que referencian y reverencian a Joan Miquel Oliver, y los que referencian a Oliver y a Biel Majoral.
Conecto con ambos, y no les veo tan alejados. Sin Majoral no se entiende una gran parte de la música hecha en Mallorca. Y pasa lo mismo con Oliver. Son dos titanes, sin olvidar figuras como Tomeu Penya o Maria del Mar Bonet. Oliver a través de Antònia Font por lo que significa trabajar con más gente, por lo que pueden aportarte y ayudarte a llegar un peldaño más alto. Los cuatro son los grandes pilares de nuestra música de los últimos cincuenta años. Para mí sobre todo los dos primeros, aunque yo, realmente, no haya cogido de ellos muchos elementos estilísticos. Mi influencia evidente siempre ha sido el folk británico, incluso el irlandés, mucho más que el de aquí. Pero es importantísimo que gente de la isla haya podido llegar hasta esa altura porque ha cambiado la visión que los mismos músicos tenemos, porque nos ha hecho ver que es posible, que podemos creer en nuestra música y exportarla, que por qué no. Eso ha sido posible por la dimensión de grupos como Antònia Font, y no tiene precio.
El trabajo de Majoral en Ferments es mayúsculo. Una cátedra de música, de musicología, de buen gusto, de talento. Todo sin menoscabar la grandísima labor de Miquel Brunet.
Yo veo a Majoral como las raíces, y a Brunet como las alas y también como la experimentación. Mi padre fue profesor de solfeo de Brunet, y hemos tenido conversaciones sobre esa parte de la historia musical de la isla que está aún sin explorar, una música que no se ha desarrollado y ha quedado de alguna manera anclada en el pasado. Frente a eso, está el trabajo de experimentación de Brunet. Experimentar tiene una característica concreta: puede dar muy malos resultados. Pero puede suceder que crees algo que haga avanzar la música, y también que después de ti alguien recoja aquello, diga por aquí sí y por aquí no, coja esa selección y lo incorpore a lo popular. Ese primer trabajo, esa primera investigación es la que ha hecho Brunet, y sin ella no existe ninguna segunda ni tercera parte, como no existen muchas figuras como él en la isla. Su trabajo es valiosísimo, y ahí encajó perfectamente la dirección artística de Majoral.
Ya es recurrente mencionar «nostalgia» o «melancolía» cuando se habla de Amulet. Pero el tono general del álbum y temas como «Gent com vos» me llevan a más términos que siempre me ha parecido detectar, como «furia» o «ira», o más inocuamente «decepción».
Sí, le he cantado a la decepción, pero porque lo que me gusta es el contraste, no cantarle siempre a la decepción, o la alegría, nostalgia, tristeza, etc. Te puedes meter en un agujero del que es difícil salir. Y sobre todo, procuro muy conscientemente que por muy hacia abajo que te lleve un viaje, al final siempre remonte y acabe yendo hacia arriba. Que haya siempre ese contraste que desde aquellas sensaciones te lleve a la esperanza. Que haya siempre un punto de positivismo, un punto de vista de «podemos cambiarlo todo», «podemos mejorarlo todo», «siempre hay un camino». La conclusión, la postura de «tenemos esto, de acuerdo, vamos a ver qué hacemos con ello». Esa es mi filosofía y siempre acaba saliendo en mis canciones.
Llamaba la atención en el folk tus anteriores discos: después de escucharlos la sensación final era feliz, optimista y no de bajona.
Es un esfuerzo consciente. A mí mismo, una canción que no acabe así, hacia arriba, me cuesta volver a escucharla. Porque otro contraste que me gusta utilizar es el de presente y futuro. Hoy podemos hablar de lo triste o decepcionante, pero en el futuro no. No hay sitio para nada de ello. En mi visión, en mis canciones, en el futuro todo debe ser esperanza. No puede haber tristeza. A otros artistas sí les interesa y les funciona ese mensaje, pero no es el mío.
Todas esas sensaciones, contrastes, viajes, intensidades, con este disco y con estas canciones de mayor carga épica, de más decibelio, ¿cómo las vas a organizar, a plantear, de cara al directo?
Es que nos falta experiencia en directo. Hemos mamado mucho estudio en los últimos años, pero justamente es un trabajo pendiente en Mallorca: faltan espacios. Tenemos esa asignatura pendiente, y no es lo mismo ensayar con la perspectiva de tener un concierto por delante que teniendo veinte por hacer. Son dos perspectivas y generan dos planteamientos muy diferentes a la hora de ensayar. Por eso no lo tratamos especialmente mientras grabábamos. Es un problema del Toni del futuro. Dijimos «ya veremos». Ahora es cuando podemos empezar a plantearnos qué vamos a hacer. Cuando grabas hay que disfrutar de grabar, y de cara al directo es otra filosofía que hay que encarar y disfrutar de otra manera. Intuyo que nuestros conciertos serán muy diferentes al disco, con otra energía.
Por tanto aún no debes tener pensado algo concreto para cuando puedas dar un concierto no ante estatuas enmascaradas sino para una audiencia llena de segundas personas del singular.
Muy concretamente no, pero sí tengo algo clarísimo: quiero que la gente baile. He podido verlo y sentirlo en anteriores conciertos, con las anteriores canciones. Ver y hacer bailar a la gente es otro nivel. Te explota la cabeza. Y haber experimentado eso ha influido en la manera como he escrito canciones para este disco. Aún no sé cómo lo resolveré porque este proyecto es muy mío, es posteriormente cuando añado músicos, y tampoco les puedes pedir una implicación enorme para luego hacer cuatro bolos. Y tampoco sabemos aún en qué espacios nos programarán.
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Periodista de Cultura desde 1997. Lo último, 18 años en Diario de Mallorca (también como diseñador editorial). Antes recuerda haber pululado por Cadena Ser/Radio Mallorca, IB3 TV/Ràdio, Mondo Sonoro Balears, Youthing o Radioaktivitat, más diversas promotoras, productoras, agencias de comunicación, centros de creación y gestión cultural, etc. Ingresos extra como DJ y liante.
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