Históricos del indie, históricos del pop, históricos de la oscuridad bailable, de los teclados antes obviados y ahora casi inexcusables, históricos de las canciones coreadas hasta el éxtasis tanto en conciertos como en pistas de baile. Dorian son importantes. Son parte y raíz de la historia de la música y de la cultura popular en España. Esenciales en nuestros dosmiles. Y Dorian son también 2023: vienen al Palma On Season Fest a presentar su reciente Ritual (Intromúsica & El Temblor, 2022), con cuyo aperturismo musical han sorprendido y conquistado a público y crítica. Lo que Lisandro Montes, guitarrista y teclista del grupo e interlocutor en esta conversación, denomina «música global». Por tanto, no sería extraño que Dorian acabaran siendo globalmente importantes.
Cuando una banda se mete en el estudio a pegar un volantazo en lo musical, o a practicar un ejercicio de ampliar miras sonoras, se suele resolver de dos maneras: o llevándolo todo planeado al microsegundo, o yendo con unas bases esenciales para dejarse llevar, para investigar a dónde les lleva todo ello e incluso sorprenderse a sí mismos. ¿Cómo fue en Ritual?
En la banda meditamos mucho lo que hacemos. Tenemos un punto muy cerebral. En este disco la consigna fue escaparnos de nuestra zona de confort, de los lugares donde nos sentimos más cómodos a nivel musical. Queríamos hacer un disco que se pudiera escuchar aquí, en Estados Unidos o en Latinoamérica. Digamos que un discurso musical más amplio que cualquier persona pudiera entender.
Y claro, intriga mucho saber cómo se lleva todo eso al directo. Tú tocas sintetizadores y guitarras, aparte de hacer arreglos y voces. ¿Te ha llevado incluso a cambiar el equipo que llevas en directo?
Totalmente. Es cierto que estoy pluriempleado [ríe]. Además de lo que veníamos tocando, en directo metemos percusiones, también percusiones latinas con algún instrumento folclórico de Sudamérica, otros sintes… Sobre todo en este disco, aunque en cada gira siempre cambiamos elementos. A mí particularmente me gusta cambiar mi set, mi sonido, en mayor o menor medida dependiendo de qué disco se tratara. Es cierto que lleva un trabajo, porque hemos cambiado mucho ciertas dinámicas, sobre todo el abanico de beats y de patrones rítmicos. Es un trabajo y un esfuerzo pero enriquece mucho el directo.
Se acostumbra uno a sus pedales, que en directo no suelen ser pocos, para después resetearse y tener que hacer el trabajo puramente mecánico de fluir con la nueva configuración.
En cada disco y en cada gira tengo que empezar de cero y currármelo mucho.
¿Qué tal se llevan las hermanas mayores con las hermanas pequeñas? ¿Cómo se comportan La tormenta de arena o A cualquier otra parte con Energía rara o Mundo perdido?
La verdad es que nos parece que sorprendentemente bien. Es otro gran trabajo. Requiere probar mucho en el local de ensayo, ver qué tema funciona con uno antiguo, etc. Han funcionado muy bien, y de hecho estamos cerrando los conciertos enganchando Energía rara con La tormenta de arena.
¡Spoiler!
¡Lo es! Nos ha permitido tener un concierto mucho más potente y con muchos matices, ya que muchas canciones antiguas se llevan muy bien con las nuevas.
Otra intriga mayúscula, otro spoiler: ¿tocáis igual el repertorio anterior, digamos el clásico, o en directo el público se lleva la sorpresa de que las tocáis con nuevos arreglos?
A veces sí, como que versionamos un tema propio. Hay canciones como La tormenta de arena o A cualquier otra parte que si no las tocamos la gente nos mata, y aparte hay que la gente conoce mucho como Verte amanecer que hemos reinterpretado.
En ese sentido, ¿Ritual ha contaminado en positivo parte de vuestro repertorio anterior?
Un poco sí, aunque va más allá de Ritual. Cada año nos apetece recuperar canciones que hace tiempo que no tocamos, y siempre les damos un aire más renovado que nos encaje bien con las canciones de ese ahora.
¿Cuál ha sido el tiempo de gestión, de nacimiento del disco? ¿Al final el hiato de la pandemia alargó pero también benefició el cocinado a fuego lento?
Sí, un poquito antes. Con aquellos tiempos me pierdo un poco en cuanto a los años… Acabamos una gira muy larga, la de Justicia universal [Intromúsica Records, 2018], el disco anterior, a finales de 2019, poco antes de la pandemia. Ya entonces teníamos esa idea de encerrarnos y sobre todo lo que comentaba de escapar de nuestra zona de confort. De buscar un disco más global, con un sonido más internacional. La pandemia atravesó ese proceso y lo alargó mucho más de lo previsto.
Aquellos tempos alargados beneficiaron la reflexión previa y la profundidad posterior de vuestra música.
Sí, aunque fue un poco raro. Benefició que no hubiera ninguna prisa por editar el disco. No tenía ningún sentido, aunque llegáramos a hacer aquello de tocar ante público sentado. Pero fue raro todo aquel proceso creativo trabajado a distancia, aunque no fuera algo totalmente nuevo para la banda ya que de siempre tenemos esa manera de funcionar de la música electrónica, en la que cada uno trabaja en su estudio para luego compartir el material. No somos la típica banda que está todos los días juntos en el local de ensayo, pero fue raro estar separados todos aquellos meses, cada uno forzosamente por su lado. Tuvo sus cosas buenas y otras no tanto.
En los últimos tiempos os habéis juntado no solo con nuevos nombres de la escena musical nacional, sino con algunos de los más interesantes y con más personalidad: Pimp Flaco, Alizzz, Suu. ¿Cómo se deciden las colaboraciones? ¿Asambleariamente, las decide Marc [Gili, cantante y líder de la banda], surgen de manera casual por el camino?
Cada una tiene su pequeña historia. A veces la propia canción nos pide una voz femenina y entonces pensamos en alguien. En el caso de Alizzz fue una carambola: creo recordar que colgó en su Twitter que La ciudad subterránea [PIAS, 2009] era un disco que le había marcado mucho. Nos pusimos en contacto con él y nos contó de cuando era más joven, iba por Razzmatazz [histórico complejo barcelonés de salas de música en directo], y era uno de sus discos de cabecera. Así comenzó una relación de amistad que se tradujo en un fin de semana trabajando un poco a su manera, que es muy a tiempo real. Es increíble verlo trabajar. De ese fin de semana salieron algunas canciones, de las que Energía rara es una de ellas. La verdad es que ha surgido una muy, muy buena relación con todo el mundo con quienes hemos colaborado. Pimp Flaco estuvo grabando aquí en casa, en mi estudio, también con su hermano Kinder Malo. Dos pioneros del trap en España.
Qué caudal más curioso y ya amplio de música se ha generado a partir de un simple post en una red social. Algún artista joven comenta cuánto le gusta o le ha marcado una canción o un disco, y la autora o autor va y le contesta «cuando quieras grabamos algo». ¡Y lo hacen! Con todo lo que se zurra la banalidad, lo insustancial de las redes sociales.
Totalmente. Es una de las partes buenas que tienen las redes. De hecho, hay casos en los que por la vía digamos más tradicional, de mánager a mánager, pasan las semanas y no se concreta nada. Al final si le mandas un mensaje directo al artista puede empezar un feeling directo, sin mánager, mucho más natural y que lo hace todo más fácil.
Que también es cuando descubres que no tienen community manager y que la cuenta la lleva el propio artista.
Creo que así es en la mayoría. Por lo menos es así en nosotros.
Y al hilo de dichas figuras noveles llama muchísimo la atención una revelación prácticamente unánime: trabajan muy, muy rápido.
Sí, y es una locura. Nosotros somos muy inquietos y nos gusta estar muy al día, y es algo que nos impresiona muchísimo de las generaciones más jóvenes. Lo rápido e inmediatos que son para producir. Con Alizzz en un día nos pusimos a trabajar en un tema, yo llevaba unas guitarras, las volcamos, editamos los cortes, y ya quería mandarlo. En Dorian estamos acostumbrados a meditar mucho las cosas: cada cual se lleva a casa el material de cada día en el que trabajamos, lo piensa, lo volvemos a grabar… Tenemos mucho que aprender de la gente joven. Es lo guay de colaborar, que además aprendas del otro.
Por cuestión generacional he vivido muy pegado a la música de Dorian. Muchos conciertos, muchos festivales y muchas pistas de baile. Una cuestión como simple curiosidad, no capciosa ni como exigencia: a 2023, ¿Dorian es una banda indie?
[duda] Nadie sabe muy bien lo que es el indie.
Cierto. Discusión histórica en España.
Lo que sí somos es una banda independiente. Lo hemos sido toda la vida y lo seguimos siendo. Siempre hemos trabajado con una distribuidora, y ahora con nuestro propio sello y nuestro mánager. Nunca estuvimos atados a un contrato con ninguna multinacional. En ese caso sí somos una banda totalmente autogestionada e independiente. Y a nivel musical… creo que Dorian siempre fue un caso un poco curioso, raro, porque cuando surge la banda la moda era el indie más guitarrero, cantado en inglés. Usar teclados no era guay. No estaba de moda. Ahora sí todo el mundo quiere meter su sinte y su parte electrónica. Dorian siempre fue un bicho raro dentro de la escena. Con lo bueno y lo malo de serlo.
¡Ah! Un recado para Marc: una vez pinché después de él [ciclo «Nits Cúbiques», abril de 2019, concierto de Rufus T. Firefly y sesión de DJ de Marc]. Recuerdo que pensé: «Qué bien pincha este hombre. Espero que esto no le esté quitando horas a Dorian y la banda se resienta de ello».
Es que Marc tiene mucha cultura de club. Y sabe leer muy bien lo que está pasando en la pista.
Y técnica. Y ya te digo, hay que meterle muchas horas para conseguir eso.
Te lo puso difícil. Lo creo.
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Periodista de Cultura desde 1997. Lo último, 18 años en Diario de Mallorca (también como diseñador editorial). Antes recuerda haber pululado por Cadena Ser/Radio Mallorca, IB3 TV/Ràdio, Mondo Sonoro Balears, Youthing o Radioaktivitat, más diversas promotoras, productoras, agencias de comunicación, centros de creación y gestión cultural, etc. Ingresos extra como DJ y liante.
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