Ganadores de nuestra primera encuesta de “Canción del año”, su tercer álbum probablemente confirme que Ombra hacen discos llenos de canciones del año
Flamantes ganadores de nuestra primera encuesta para elegir la “Canción del año en Mallorca”, Ombra son Mireia, Alberto, Toni y Joan. Se afirman tan complacidos como sorprendidos por su victoria, pero en esta redacción no sorprende nada: son una maravilla de pop, rock, indie y ecos vintage.
Con todo el material ya compuesto y a punto de entrar en la recta final del estudio con su tercer trabajo, su tren se ha visto forzado a parar la máquina ante la pandemia y sobre todo los efectos adyacentes de su gestión. La partitura ya está escrita, solo le falta la encuadernación. De momento hay dos adelantos: “Espacio vital”, con un extraordinario videoclip rodado en Madrid de vehemencia, clarividencia e ideas todas ellas poderosísimas, y “Se acabará la vida”, también con videoclip e igualmente con las constantes de la banda: la intensidad más verosímil.
Tras Welcome / Goodbye (autoeditado, 2015) y Walk Up the Walls (Flor y Nata Records, 2018), su tercer trabajo significará un giro completo a los textos en castellano e, indudablemente, que Ombra hacen discos llenos de canciones del año. La cantante Mireia y el guitarrista Toni responden a este cuestionario.
“Recuperar la emoción de la música en directo es lo que mantiene tu motivación de hoy”
¿Por qué se han puesto a bailar los Ombra?
Mireia: Hacía tiempo que teníamos ganas.
Siempre habéis tenido intensidad, efervescencia, etc., pero ese puntito, esa componente bailonga ahora fundamental, es nueva.
M: Siempre nos hemos fijado en lo que funciona, sobre todo en un festival, y ahora más que nunca, que no se puede bailar.
Toni: Es algo que siempre ha estado presente, desde el primer disco. Hacemos lo que nos gusta, pero diría que en un 50%. También pensamos siempre en la gente que nos esté viendo en un directo.
Curioso método: canciones 50-50, banda-público.
T: No en todas, pero a menudo sucede ensayando que surgen ritmos o tempos que nos lleva a plantearnos si se podrían bailar o no, si el público se animaría.
M: Nos gusta imaginarnos cómo sería el tema en directo.
T: Exacto: no somos egoístas en ese sentido.
M: Aunque siempre hay que serlo un poco. Si una canción no nos convence, no la sacamos.
T: Claro, hay que hacerlo así, pero cuando has ido a muchos festivales como nosotros te das cuenta. Es algo que hemos comentado Mireia y yo, esa sorpresa fantástica que te llevas cuando ves que en directo un grupo tiene ese plus bailongo.
Pero no grabáis en directo, toda la banda junta.
M: ¡Me encantaría! Lo tengo pendiente.
T: Es genial cuando quieres que el disco suene más orgánico, más fresco.
M: Sí, menos procesado.
Subirse a un escenario es emocionante. ¿Qué hacen Ombra a día de hoy para emocionarse?
M: Es tan complicado…
Sé de algunos que salen a la calle a cantar. No a ponerse en una esquina con una gorra esperando monedas, sino simplemente salen al exterior a cantar. O congregan a unos cuantos amigos en Zoom y cantan para ellos.
M: Yo no podría. Aparte de en los conciertos, yo solo canto en mi casa a puerta cerrada. Más aun en los procesos de creación, en los que digo muchas tonterías [ríe]. Es que no es solo el concierto en sí, todo el día entero en el que tienes la actuación, incluso los días previos… Todo eso es emocionante. Aunque luego llegue el momento en cuestión y te imponga o eche para atrás, ¡que sucede!
T: La emoción de ese momento es lo que mantiene tu motivación. Llevar al público lo que has estado componiendo.
M: Exacto. Son esas ganas de ver cómo reacciona el público a tus nuevas canciones.
T: Y juntarnos de nuevo en el local a sacar nuevos temas. Eso, a mí, me emociona.
M: Totalmente, porque hacía bastante que no nos reuníamos. Hace que las cosas vayan de menos a más. O de más a menos, si lo piensas, porque no puedes tocar en directo. Pero es un plus.
¿Quién escribe las letras en Ombra? Es un gran observador y descriptor de la cotidianidad.
T: Las escribe Mireia.
M: Sí, primero porque tengo mala memoria. Me hago el guion habitual para saber qué quiero decir, clarificar ideas y lograr expresar exactamente lo que quiero expresar. Hay que ser honesta para el público.
Un genio dijo: “Solo escribo de mí, de mi vida personal. Porque nunca me sucede nada fuera de lo común, como a la mayoría de la gente, y por eso conecto con la mayoría de la gente”.
M: Me gusta mucho ese punto de vista, lo comparto. Pero… es que a mí me gusta mucho el salseo, y a menudo meto en mis letras algo de ciencia ficción [ríe]. Las más de las veces hablo de algo que me ha pasado a mí, pero precisamente como a veces ha sido algo demasiado común, busco ir más allá y contar algo, sea en clave individual o para todo el mundo.
“Espacio vital”, “Se acabará la vida”: ahora más que nunca, aquí solo se escriben canciones en primerísima-primera persona. Cada vez más adentro.
M: Puede parecerlo, pero con las próximas canciones se verá que no tanto. Aunque de fondo siempre hay un “¡despierta!”. Es cierto que yo intento cantar muy en primera persona porque creo que así el oyente hace más suya la canción, pero también las hay en las que simplemente narro una historia.
Y quién lo iba a decir: habéis invadido el espacio vital de tanta gente que os ha acabado generando el título de “Canción del año en Mallorca”. Se ve que ser invasivo puede ser positivo.
M: ¡Nos sorprendió mucho! Tampoco somos tan conocidos como otras bandas que estaban en la encuesta, que además tienen mucho público joven muy metido en tema redes sociales. Pero cuando un amigo me avisó de que íbamos terceros… me puse a hacer bombo y platillo y spam. Lo que más nos ha gustado es poder darle su minuto de gloria a la canción ya que muy poco después de publicarse se dio el confinamiento.
Llama mucho la atención la evolución en las portadas de vuestros álbumes. En el último single diría que hay incluso una ruptura.
M: La hay. Es por la personalidad y el estilo de la autora, la diseñadora y artista Caterina Amengual. Ha aportado su propia visión respecto del imaginario que para nosotros tienen las canciones. Es un collage en el que vierte casi todas sus influencias y que creo que además refleja muy bien la actualidad.
Llama también enormemente la atención el maravilloso videoclip de “Espacio vital”: si en el texto el mensaje es claro, la narrativa en imágenes es contundente, explícita, aparte de extraordinariamente rodada. ¿Hubo un planteamiento previo al rodaje de narrar las ideas de la canción de manera más simbólica o poética, o siempre estuvo claro el enfoque?
M: Surge primero por la profunda sensibilización y hasta implicación en esos temas y colectivos del realizador, Txetxu García, y la directora de producción, Bea Blanco. En solo dos reuniones lo resolvimos prácticamente todo, lo tuvimos muy claro. Y también porque ambos son jóvenes, veintimuchos, pero ya con mucha experiencia, al igual que varios de los intérpretes, con experiencia en largometrajes. Sobre todo Txetxu, que trabaja para Netflix, por ejemplo en la serie White Lines (con localizaciones en Mallorca y Eivissa). La verdad es que no sabíamos muy bien cómo iba a salir todo, porque había muchas cosas, demasiadas: primero, cosas que queríamos contar, y después el rodaje en sí mismo. Demasiados intérpretes, elementos, escenas, etc.
Diría que el clip tiene otra de sus grandes virtudes en narrar situaciones reales que podemos encontrar hoy día evitando en todo momento clichés, tópicos o planteamientos mil veces vistos. Diría que, tal vez por ello, este videoclip no tiene público objetivo: lo puede ver, entender y empatizar con él tanto gente de 20 como de 50 años.
M: La historia misma de la canción no trata de tal o cual colectivo, sino sobre cualquiera que se haya sentido excluido por querer ser uno mismo. Cualquiera con los ojos abiertos puede entender lo que tratamos de contar, tenga la edad que tenga.
Reconectando con lo comentado anteriormente: solo hay dos tipos de canciones: las que uno escribe para sí mismo, y las que escribe para el público. ¿Cuáles preferís?
M: No es tanto 50-50 como decíamos antes si no que, en primer lugar, cuando componemos una canción siempre nos imaginamos a nosotros mismos ahí abajo, frente al grupo, escuchándola en directo. Y luego ya piensas en la gente.
T: Es cierto, es inevitable pensar siempre en uno mismo antes que en el público. Luego ya puedes plantearte si modificar estructuras, pensar que puedes hacerla más amena, etc.
M: Y luego viene la prueba definitiva: escucharla en el coche. Y somos muy autocríticos.
Solo hay dos tipos de canciones: las escritas en libertad y las escritas en confinamiento. ¿Cómodos con ambas? Hay quien echa de menos el confinamiento por la ausencia total de condicionantes externos. Tiempo y más tiempo para dedicar solo a la música.
M: Yo no he notado diferencia. Nunca he dejado que me afecte ningún condicionante. Me encierro. Pero también es cierto que, como me gusta mucho jugar con la melodía de voz y busco y rebusco mucho las palabras que creo que encajan, funciono mucho con la presión de tener que grabar, cosa que lógicamente en el confinamiento no existía. A veces vamos a entrar a grabar y aun no tengo la letra.
¿Cómo va el álbum? No tanto en cuanto a producción sino como concepto. ¿Ha nacido ya plenamente? ¿Está cerrado en su concepción?
M: Sí. Lógicamente nos faltan canciones por grabar, en concreto cinco aunque dos ya están totalmente listas para ello. Salva y Toni están mezclando el material, y en principio, si es posible trabajar en ello, debería estar a finales de marzo o principios de abril, para lanzarlo a finales de verano o septiembre.
Pero aunque en estudio siempre surgen cosas y es un elemento fundamental para perfilar, pulir, definir, la creación está completa.
M: Sí, totalmente.
¿Algo especial pensado para el primer concierto? El primero de verdad: con todo el público junto respirando unos encima de otros, con gente más pendiente de ligar que del escenario, algunos borrachos e incapaces de prestar atención, y sobre todo con la gran mayoría de asistentes pensando “por fin podemos ver y escuchar a Ombra en directo”.
M y T: Aun no lo hemos pensado, pero seguramente será algo del tipo: “Vamos a hacer que se note que estamos aquí. Que se note las ganas que teníamos. Vamos a darlo todo. Pero todo, TODO”.
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Periodista de Cultura desde 1997. Lo último, 18 años en Diario de Mallorca (también como diseñador editorial). Antes recuerda haber pululado por Cadena Ser/Radio Mallorca, IB3 TV/Ràdio, Mondo Sonoro Balears, Youthing o Radioaktivitat, más diversas promotoras, productoras, agencias de comunicación, centros de creación y gestión cultural, etc. Ingresos extra como DJ y liante.
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