A sus 46 años recién cumplidos, Xisco Vargas es, sin duda, una de las personas más conocidas y activas de la escena musical palmesana. Procedente de las calles de s’Arenal, inició su trayectoria en el mundo de la música junto a unos embrionarios Net Weight allá por 1995. Desde entonces ha figurado en varias bandas más, siempre en la escena hardcore punk, donde pudo desarrollar su espíritu crítico y dinámico.
Con más ilusión que regularidad, organizó conciertos, colaboró en fanzines o editó discos en el inicio de proyectos como Punkaway o Bubota. Llevó el Café Terraza Ses Voltes durante los 10 años que estuvo abierto y se le vio en la noche palmesana tras la barra del Maraca Club o del Atomic Garden. Todo ello antes de llegar al Centre Musical Es Gremi, donde hace ya más de tres años que asumió la responsabilidad de la programación de la música en vivo, tanto de las salas como del Café Club.
Comienzas tu carrera muy temprano, siempre vinculado a la música (la escena punk hardcore) y trabajando a la vez en ambos lados del escenario, tanto como músico en bandas como Net Weight como programando conciertos. A toro pasado, ¿qué le dirías ahora al joven y prometedor Xisco Vargas?
De la vida le diría mil cosas, pero en lo profesional y lo musical le diría «Céntrate en lo que te gusta». Si tan claro lo tienes que es tu vida, vete a por ello y ni te lo pienses.
Con el paso del tiempo, muchos compañeros se van haciendo adultos, adquieren responsabilidades y se van alejando del entorno musical, se van «domesticando». No es tu caso, permaneces ahí, en la resistencia. ¿Vale la pena o ya lo haces por dinero?
En todos estos años que llevo he tenido tiempo para pasar por todo: domesticarme, ilusionarme, desilusionarme, motivarme… La vida es así. Te involucras en proyectos que te ilusionan, las cosas a veces funcionan, subes y bajas de la ola… Ahora estoy en un momento muy especial donde puedo desarrollar mi profesión en Es Gremi con ciertos recursos, afortunadamente.
Un programador tiene que hacer que el concierto sea sostenible a todos los niveles, incluyendo el factor artístico, el logístico y, por supuesto, el económico.
Tu perspectiva es especialmente interesante porque conoces los dos lados. ¿En qué se equivoca el músico cuando acude a un programador?
Lo tengo clarísimo. El músico no debe plantear un caché sin tener en cuenta todas las variables de la ecuación: gastos, disponibilidad, capacidad de captación de público, etc. Un programador tiene que hacer que el concierto sea sostenible a todos los niveles, incluyendo el factor artístico, el logístico y, por supuesto, el económico. Con los artistas noveles a veces hay que ser más pacientes, es normal, la falta de experiencia, ya se sabe. Los artistas más veteranos, que conocen el oficio, tienen mayor facilidad para valorar las variantes.
¿En qué se equivoca el programador cuando recibe la propuesta de un músico?
El programador, al margen de dinamizar la vida cultural de la ciudad y otros argumentos por el estilo, por encima de todo debe asegurarse de que lo que organiza se haga bien y sea rentable a nivel económico. Al margen de sus gustos musicales, la parte económica debe funcionar para que la rueda siga girando. Además, debe procurar que la programación sea variable y amplia, pero sobre todo de calidad. En este momento Es Gremi está en la liga de las grandes salas de este país y eso conlleva mucho trabajo y responsabilidad.
Hasta ahora, tu mejor momento en la escena, como músico, ¿cuál dirías que ha sido?
Pues sobre todo tengo muy buenos recuerdos de las giras que pude hacer como músico. Coger la furgo y pasar días por Europa con tu banda, tus amigos, tocando en garitos en condiciones precarias pero con toda la ilusión del mundo, es algo impagable que solo valora aquel que ha tenido la oportunidad de hacerlo.
¿Y tu mejor momento como programador?
Momentos importantes donde me he sentido realizado sabiendo que hice un buen trabajo ha habido muchísimos. Desde la gira de despedida de Aina al concierto de Francisco Nixon. También ahora en Es Gremi, aunque el problema es que, como responsable, muchas veces no me puedo permitir el lujo de disfrutarlos, ya que tengo que estar pendiente de demasiadas cosas. Es más fácil disfrutar de un concierto si no estás gestionándolo y eres uno más entre el público.
En las salas es donde el público puede dedicarle mayor atención a los artistas y disfrutar de una experiencia más personal y exclusiva. No es lo mismo ver a Wilco en una sala para 1.000 personas que encontrártelos entre cuarenta propuestas de un festival. No es el mismo concierto, en absoluto.
En tus más de 25 años de trayectoria profesional, ¿cuál crees que ha sido el cambio más grande y radical que has vivido?
Sin duda lo de los festivales en este país, en especial por la mala educación musical que se está dando, que es algo muy peligroso. Los festivales pueden ser compatibles con el circuito de salas, pero a día de hoy, con el boom poscovid, es muy preocupante como ha crecido el fenómeno, contraprogramando entre ellos y provocando la subida desorbitada de los cachés de los artistas. Esto deja poco margen a las salas, que es donde el público puede dedicarle mayor atención a los artistas y disfrutar de una experiencia más personal y exclusiva. No es lo mismo ver a Wilco en una sala para 1.000 personas que encontrártelos entre cuarenta propuestas de un festival. No es el mismo concierto, en absoluto.
Actualmente «diriges» la programación de Es Gremi, que conlleva una gran responsabilidad. ¿Cuánto hay de oficio y cuánto de pasión en tu trabajo?
Cincuenta por ciento en cada caso. Lo que sí que está claro es que sin oficio no se puede programar. Luego está la pasión, que es algo de lo que hablo a menudo con Noelia, la persona con la que trabajo codo con codo en la programación. Y es que es inevitable ponerle ilusión, es música, no lo olvidemos.
¿Cómo se reparten los roles en es Gremi?
Hay un triángulo, digamos, formado por Pepe Bauzá, Noelia Jiménez y Miguel Fernández en la dirección. A partir de ahí entramos en una línea operativa con el resto del equipo en la que la coordinación es lo más importante. Trabajamos muy cerca unos con otros y todos somos imprescindibles para que la sala funcione, desde responsables de mantenimiento o seguridad a técnicos de sonido (ahí están Samu, Diego, Coque…). Nosotros tenemos una reunión semanal a la que acudimos todos sin excepción. Es imprescindible la implicación de todo el personal para que Es Gremi funcione como debe.
Superasteis dos años muy duros de crisis por el COVID a los que muchas salas no sobrevivieron. ¿Cómo lo hicisteis?
Pues volviéndonos locos y adaptándonos constantemente a las medidas y los cambios constantes que se iban produciendo casi cada dos semanas, una auténtica locura. Hizo falta mucho «músculo» a todos los niveles: emocional, logístico y también económico, por qué no decirlo. Se le echaron muchos «cojones».
¿Cuáles son los problemas con los que más te sueles encontrar?
Ajustar los gastos, sobre todo. Hay que tener en cuenta lo que supone traer artistas a una isla. Es un gasto extra que implica aviones, distancia, tiempo… Hay que hacer bien los números y estar muy pendiente de mil detalles para que todo cuadre.
Como programador, ¿cuál es la distancia adecuada que se debe mantener con el músico?
Yo creo que el programador tiene que ser educado y no involucrarse, el trato tiene que ser sobre todo profesional.
¿Y con el público?
El público es muy importante, no se puede programar sin tenerlo en cuenta. Luego está ese valor añadido de poder sorprenderlo con propuestas que desconoce, para lo cual también hay que tener criterio. A Es Gremi ha venido mucha gente a ver artistas que no conocían, y luego han vuelto y han repetido. Eso es algo muy gratificante también para nosotros.
¿Qué crees que aportas como programador de Es Gremi a los músicos de la escena local?
Procuro aportar humanidad y empatía, que los músicos entiendan que estamos de su lado. De hecho, yo soy músico, al igual que Samu, nuestro jefe técnico de sonido. Eso creo que ayuda a entendernos mejor, poder hablar el mismo lenguaje.
¿Cómo valoras la utilidad de iniciativas como el Concurso de Pop Rock en la actualidad? ¿La consideras útil? ¿Qué alternativas propondrías?
Esto es como lo de la selección española, cada uno haría una diferente. No estoy seguro de que el formato competitivo del concurso esté funcionando. Si en vez de ello se hiciese una muestra… De todos modos ya se ha hecho otras veces y tampoco ha funcionado como el músico quisiera.
Las iniciativas públicas deben ir más allá, fomentar locales de ensayo, dar facilidades a los bares y pequeñas salas de la ciudad para que los músicos puedan actuar sin miedo a denuncias y problemas con la administración, eso sí se podría hacer. Ponerlo un poco más fácil para que los músicos puedan realizar su actividad. Si a una banda le preguntas si prefiere ganar el Pop Rock o tocar quince veces en bares de su ciudad, estoy seguro de que elegirían la segunda opción.
¿Cómo nace la idea de organizar Es Gremi Sounds? ¿A qué público está dirigido?
La idea era, desde un principio, organizar un ciclo variado y de calidad dirigido a un público heterogéneo, compitiendo con festivales y salas para poder ofrecer una propuesta muy atractiva.
Una sala de conciertos es un espacio más íntimo y acogedor que un macroconcierto o un festival, ofrece la posibilidad de disfrutar la música de otra manera.
De hecho ahora arrancáis con la programación de otoño. ¿Cuál es el reto para esta temporada?
Queremos que la gente vuelva a las salas, como antes, ofreciendo al público un trato cercano y humano. Una sala de conciertos es un espacio más íntimo y acogedor que un macroconcierto o un festival, ofrece la posibilidad de disfrutar la música de otra manera.
Disponéis de medios, experiencia y un buen equipo de trabajo. ¿En base a qué criterios habéis seleccionado la programación?
Intentamos alcanzar un equilibrio entre artistas ya consagrados, como Maika Makovsky o Toteking, y artistas emergentes, como Tiburona o Colectivo Da Silva, siempre teniendo en cuenta la calidad, que es lo que importa. Nos tomamos muy en serio nuestra labor de investigación para encontrar las mejores y más variadas propuestas para el público que sean asequibles para nosotros. Hay que comprender que las salas como la nuestra han de competir con los desmesurados cachés que ofrecen los festivales, lo cual no es fácil. Tenemos que aportar un valor añadido, y un concierto en una sala siempre lo tiene.
¿Qué es lo mejor que creéis que estáis haciendo en Es Gremi?
Estamos muy orgullosos de llevar 19 años seguidos trabajando para habernos convertido en el centro neurálgico de la música en directo en Baleares. Sabemos que somos la gran referencia y que eso es el fruto de mucha constancia y trabajo, por eso intentamos cuidar los detalles.
¿Qué es lo que creéis que podríais mejorar aún?
Es posible que haya algunos géneros menos visibles en nuestra programación. Intentamos llegar a todos los públicos, pero dependemos siempre de la viabilidad económica de las propuestas y la respuesta del público a veces no lo pone fácil.
Es Gremi
Programación 2022/23
Ahora hay que mojarse. ¿Cuál es el mejor bolo que habéis tenido este año?
Ha habido muchos, pero el de José González, que hicimos junto a Mallorca Live Nights, fue algo muy especial. Ver la sala llena con un ambiente muy parecido a la normalidad fue un momentazo. Se respiraba un ambiente de ilusión y mucha esperanza, aparte del espectacular concierto que realizó el artista.
Para los muy cafeteros, respuesta rápida: ¿Sala 1, 2 ó 3?
Sala 1 de cabeza, sin duda una de las 5 mejores salas del país. Concretamente te diría «Sala 1 con 500 personas de público». ¡Brutal!
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