Me lo contó un amigo, que ejercía de rockero en Ibiza. Muere un guitarrista y va al Otro Mundo. Allí le sale un tipo muy educado que, nada más recibirle, le brinda el equipo que más le guste. «¿Quieres un Marshall? ¿Un Twin reverb? ¿Un Orange?». El guitarrista, encantado, escoge su ampli. Y luego el encargado del Más Allá le pasa al cuarto de las guitarras. ¡¡Wow!! Allí están todas: Stratos, Les Paul, Telecasters, Yamahas, Rickenbackers…
Sin acabarlo de creer, escoge su axe. Y ya armado con el instrumental, le lleva su anfitrión a una sala enorme, llena de guitarristas en fila. Todos con su guitarra y su ampli. Tocando esos compases de espera antes de intervenir. Tan-tatán, tan, tatán…
El guitarrista piensa: «Esto es demasiado. Me pasaré la eternidad haciendo solos. Qué guay». Y se coloca en posición, tocando un AM para llenar la espera. Pero pasa el tiempo y todo sigue igual. Entonces, impaciente, el guitarrista se dirige al encargado: «Perdona, ¿pero cuándo empieza mi solo?». El encargado prorrumpe en una sonora risotada y exclama: «Ah, amiguito. ¿Qué te pensabas? Esto es el Infierno».
… no hay tormento mayor para los guitarristas de rock que la mutilación de su individualidad. Que no le dejen hacer su solo.
Efectivamente, no hay tormento mayor para los guitarristas de rock que la mutilación de su individualidad. Que no le dejen hacer su solo. Ya lo dice David Palau, gran músico y profe de guitarra por internet: «El problema de los grupos de rock es que hay más de una guitarra».
¿Por qué los guitarristas suelen aparecer tan narcisistas y egocéntricos? En casi todos los grupos hay guerras soterradas por las seis cuerdas. Nada más humillante y cabreador que Paul McCartney borrando las frases grabadas por George Harrison. O poniendo él las notas del solo de Taxman, que a Harrison se le había atascado.
Aunque todos digan que sueñan con el solo de Hotel California, conjuntados y hermanados, la verdad es que rivalizan y a veces se detestan. «¡Quita tu sucia nota de mi solo!».
El secreto del egocentrismo del guitarrista de rock lo formuló muy bien Pete Townshend cuando dijo que tocar la guitarra eléctrica es hacer «poesía física». Y es verdad. El solo o el fraseo bien hecho adquiere una consistencia casi material.
Existe una competitividad innata, inevitable, entre los guitarristas que han de compartir ese momento estelar del solo. Cuando el foco les apunta, el público respira expectante, y ellos se elevan unos metros por el aire. Tocados por la mano invisible de los dioses del Rock & Roll. ¿Cómo vas a compartir eso con el coñazo de tu colega?
El secreto del egocentrismo del guitarrista de rock lo formuló muy bien Pete Townshend cuando dijo que tocar la guitarra eléctrica es hacer «poesía física». Y es verdad. El solo o el fraseo bien hecho adquiere una consistencia casi material. Es como si el guitarrista estuviese pintando un Picasso allí mismo, delante de todos, únicamente con la púa y las cuerdas más o menos afinadas.
¿Y qué Picasso querría compartir sus cuadros con otro Picasso? Es imposible.
El egoísmo del guitarrista resulta en cierto modo una base imprescindible para su éxito. Lo que necesita para sentirse seguro, para transitar sin caerse por las escalas y los intervalos. Si eso le cuesta aparecer un poco insufrible y tener peleas sordas con el otro guitarrista, ¿qué le vamos a hacer?
Hay que aprovechar el tiempo antes de llegar al Infierno de los guitarristas.
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Carlos Garrido Torres (Barcelona 1950) es periodista y escritor. Ha hecho también carrera en la música, formando parte, entre otros proyectos, de Rock & Press. Es autor del libro "La Guitarra Platónica" (Documenta balear) donde cuenta su adolescencia musical.
Sitio web: carlosgarridotorres.com.
Veo Ovnis
5 agosto, 2021 - 21:18 h.Buen título para un muy buen artículo. Cuadra con algunos de los guitarristas que conozco.