Qué satisfactorio debe ser comprobar que tu pasado de los 20 o 30 sigue vigente a los 40. Marc Florencio (Palma, 1978) es Marc Filigrana, y éste es artista de circo y clown. Del repertorio del primer cajón artístico domina técnicas como malabares, monociclo o roba bola, y en el segundo decidió enfilar la vertiente más social, rompedora de clichés buenistas e incluso transgresora, históricamente tan definitorias de dicha profesión. Decidió escoger la vía más difícil, pero la más agradecida para desplegar creatividad genuina: la del payaso que hace reír pero también pensar. Y resulta que llegado a los 40 años, un buen día le apeteció recuperar unas canciones que escribió años antes, bastantes años antes. Resultado: también domina el funk.
De su época de mochilero por el mundo a los veintitantos, Marc guarda recuerdos en forma de caras, lugares, situaciones y, afortunadamente, también canciones.
Me ganaba la vida en los semáforos con los malabares, pero también escribía bastante música. Normalmente tocaba mis temas en privado y en reuniones de amigos.
Recuerda haber tocado y cantado su música en sitios como Ecuador o Lanzarote, donde llegó a integrar la banda GamalaTaki, con la que giró por Mallorca en 2009, actuando en Sa Fonda de Deià, Sóller o S’Embat en Ses Covetes.
Marc es del tipo de artista escénico que se ha procurado una formación lo más integral posible, sea autodidacta o tutelada. Es por ello que sabe cantar. No solo sabe sino que puede hacerlo con flow. Y es ideal que así sea, porque no se puede cantar funk si no tienes flow, sobre todo si has hundido las raíces de tu música en el rock clásico, el rock vetusto de antes: el rock que no tiene posturas sino únicamente verdades.
Soy artista de circo, y por eso en los conciertos quiero incluir una primera parte con mucho circo. Pero como quiero hacer algo bastante alejado de «Filigrana» también incluiré cosas como maquillajes tipo Kiss o incluso Marilyn Manson. Otra cosa que tengo clara es la segunda parte de los directos: será muy bailonga.
Como en tantas historias prometedoras, lo único que hacía falta en la suya era un golpe de suerte. Un día Marc miró en el bolsillo interior de la chaqueta que llevaba puesta, pero no encontró nada. Miró en las mangas, y tampoco. Miró dentro de su chistera -«ummm… no, aquí no me queda»-, dentro del zapato derecho y dentro del izquierdo y dijo «¡eoooooo!», pero allí solo estaba el eco, que le contestó «¡oeeeeee!». Metió una mano en un bolsillo de su pantalón pero solo consiguió que asomase por el otro. Entonces, lejos de arrugarse -«¡soy payaso, y los payasos no se rinden nunca!», se dijo a sí mismo, sabedor de que los payasos son superhéroes-, fue entonces cuando recurrió a un viejo truco de su oficio que aprendió en la ciudad nosequé del país nosecuántos del hemisferio veteasaber: hizo un movimiento de molinillo con los dedos de una mano y los chasqueó dos veces y tres cuartos. Y ahí apareció, en la palma de su mano: la suerte.
Un día en cualquier sitio, delante de una persona que acababa de conocer, Marc hizo un comentario al vuelo, sin malicia ni dobles intenciones. Le salió de forma natural, sin forzarlo: «Algún día tengo que grabar algo en tu estudio». Y si algo tiene Jordi Tugores es tanto talento para las músicas como para las personas. El mago de los estudios Alquimia Records le hizo caso a su intuición y contestó: «Venga». Así de fácil empiezan a veces las mejores historias. Tugores, a base de muchísimo trabajo y todavía más personalidad sonora, se ha situado en la primera línea de los productores en la isla. Este que escribe oyó decir una vez: «Si quieres que algo suene de verdad, que lo grabe Tugores». Creí ipso facto en aquella sentencia absoluta, pues Tugores tiene una costumbre, o característica, de las que mejor le sientan a la música: siempre está sonriendo.
Jordi me dijo que el momento era ahora ya que todavía no ha arrancado todo a pleno rendimiento, porque normalmente tiene tanto trabajo que no puede hacer huecos para grabar fuera de lo que tiene en agenda.
Mi intención era, en principio, grabar algo para mí. Tranquilamente y sin presión. Grabar unas cuantas canciones, cuatro o cinco porque tampoco tengo mucho presupuesto, de blues y shuffle, para poder escucharlas y tenerlas guardadas. Y también para que mi abuelo pudiese oírlas, además de poner dibujos de mi hija en el libreto
Con el buen feeling que sincera y espontáneamente había surgido entre los dos, Jordi y Marc se pusieron en marcha. Y fue entonces cuando el plan de Marc falló. Se derrumbó. Saltó desmenuzado por los aires. Llegados al momento, en el estudio, en que probaron un par de temas, la idea de proyecto personal, privado, para sí y su familia que Marc había previsto se volvió imposible. Porque después de escuchar un par de sus canciones, sucedió: Jordi sonrió.
Al músico y productor le han gustado tanto las canciones «de base rock, taberneras, de Ronaldos a O’Funkillo pasando por Rage Against de Machine y Beastie Boys», según define el mismo Marc, que también se ha comprometido a montarle una banda. Y el asunto no puede ser más lujoso: probablemente el tronco sean varios de los integrantes de La Vereda, histórico e infalible grupo de rumba-rock en el que Tugores militó varios años. Otros antecedentes del productor en el combo clown-música fueron Triolé, proyecto de su hermano, que junta música, clown, teatro del absurdo, humor clásico y juegos; se involucró en la asociación sin ánimo de lucro Mallorclown destinada a descubrir el mundo del payaso, y ha trabajado, teniendo la música como elemento fundamental, con Andreu Segura -actor, director y profesor referente de la profesión en la isla- o La Sonrisa Médica.
Las buenas noticias, o mejor dicho, los regalazos, no dejan de sumarse al proyecto de Marc: Tugores, excelente guitarrista, se ha sumado a las grabaciones metiendo eléctricas, acústicas y bajo, a lo que hay que añadir la incorporación del extraordinario batería y percusionista Pep Lluís García. Esta barquita que solo pretendía mecerse plácidamente en el mar y que ha acabado convirtiéndose en un estilizado fuera borda tiene una base sentimental: el recuerdo del músico WC López.
Mi gusto por funk, blues y swing le debe mucho a él. De hecho escribí el swing «Solo quiero bailar» dedicado a él.
Afirma sentirse también felizmente influenciado por el talentoso y añorado Víctor López en su voluntad de no perder de vista el enfoque social, la misma que igualmente está presente en su faceta de clown. Es por ello que aunque aún no ha decidido ni el nombre de la futura banda ni el título del EP, sí quiere que esté «en la onda de dar voz a las minorías».
El proyecto va tan embalado que ya se halla inmerso en la grabación de un videoclip: «Eso sí lo estoy haciendo como si fuera para Marc Filigrana: grabándolo con el móvil. Pero da igual, porque está quedando muy, muy guai». La afirmación suena a verdadera, como está sonando lo que Marc ‘Filigrana’ Florencio está grabando en Alquimia Records. Si hubiese estado delante cuando Marc pronunció dicha afirmación, a buen seguro que Jordi Tugores habría sonreído. Y también Víctor López.
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Periodista de Cultura desde 1997. Lo último, 18 años en Diario de Mallorca (también como diseñador editorial). Antes recuerda haber pululado por Cadena Ser/Radio Mallorca, IB3 TV/Ràdio, Mondo Sonoro Balears, Youthing o Radioaktivitat, más diversas promotoras, productoras, agencias de comunicación, centros de creación y gestión cultural, etc. Ingresos extra como DJ y liante.
Juan Antonio
20 mayo, 2021 - 11:58 h.Hay talento. Mucha suerte a Filigrana y grácias a Tugores por creer en él.
Toni
20 mayo, 2021 - 18:11 h.Talento+suerte+trabajo+perseverancia= éxitooooo!
Esperamos poder escuchar el resultado pronto! Enhorabuena !