La autenticidad de Antonio Orozco conquista Felanitx

El cantante no deja indiferente a un público entregado de principio a fin

El pasado miércoles, 23 de agosto, aterrizaba en Felanitx Antonio Orozco con motivo de las fiestas patronales de Sant Agustí. Una cita que forma parte de su última gira, de solo 15 conciertos, en las que el cantante, junto a su banda, da un repaso a su carrera y propone un espectáculo con las canciones más reconocidas del artista, como «Ya lo sabes», «El viaje», «Qué me queda»…

Con su gira Mitad Antonio / Mitad Orozco, el catalán muestra su cara más personal, a la vez que se deja ver más auténtico que en otras ocasiones. Y en el escenario queda patente que está cómodo, desprende energía, y quiere convertir el lugar en una fiesta para que su público vibre y se divierta. Sucedió así en el Parc Municipal de Sa Torre, haciendo un barrido musical por toda su carrera y dando forma a un repertorio que bien podría ser un «grandes éxitos» en su mayoría.

Abrió el concierto con uno de sus últimos temas «La revolución», no de los más conocidos, pero no por ello la gente coreó menos. Eso dejó patente que el concierto sería una revolución de principio a fin en la que Antonio fue de menos a más (si en algún momento hubo un menos), sin descanso, para ofrecer uno de sus mejores recitales en la isla.

Dentro de esa emoción, esa verdad y esa autenticidad que nos quiere mostrar, dejó ver, una vez más, lo humano que es y la importancia de las palabras, de las canciones, y del mensaje que quieren transmitir. Por ello hizo una versión preciosa de «Depende», del desaparecido Pau Donés, que emocionó a todos, que corearon la canción de principio a fin. Ahí se dio paso a la segunda mitad del concierto y al primer cambio de vestuario.

Para las personas que se levantan cada día con la intención de hacer más fácil la vida de los demás.

Después del bis, fue con esa frase con la que prosiguió el cantante a la hora de presentar «Estoy hecho de pedacitos de ti». Porque con esta canción quería recordar a todas esas personas que a la vista de todos no son importantes en cuanto a reconocimientos, no son famosas, no son públicas, pero merecen que alguien les recuerde que, gracias a ellas, todos somos mejores y conseguimos que todo funcione. Fue con esas palabras con las que se ganó el mayor aplauso de la noche, constatando el agradecimiento de la audiencia. Una ovación que no quedó ahí y aumentó al llegar «Mi héroe», dando paso a la emoción generalizada y en mayúsculas de ese público conectadísimo con todo lo que sucedía en el escenario. Con el discurso, de nuevo, lleno de sentimiento, en el que hablaba de la importancia de dejar ir. Porque «no hay acto de amor más grande que dejar ir lo que se quiere».

Llegaba entonces «Entre sobras y sobras me faltas», con ella se suponía que se cerraba la noche. Pero no hay nada que ese público no pudiera conseguir y Antonio, al terminar la canción y comenzar las oportunas despedidas, se encontró con el ya conocido «otra, otra…» sin querer bajarse del escenario. Se le veía emocionado y con ganas de más. Y ese más llegó en forma de dos últimas canciones: «Hoy será» y «Lo que tú quieras soy».

A Orozco se le olvidó presentarlos, o puede que no hiciera falta hacerlo, pero completaban una noche perfecta los componentes de su banda. Una formación compuesta por el gran Pedro Javier Hermosilla a la guitarra, John Caballés también a la guitarra, Jordi Franco al bajo, Toni Mateos a la batería y JJ Caro a los teclados. Y todos ellos hicieron que fuera, sin duda, el concierto estrella de las fiestas de Felanitx.

No sé si pensarán igual todos los asistentes, pero quedó clara una cosa al finalizar el concierto: cuando tú cantas, Antonio, lo que tú quieras soy.

⬆ El acceso a las personas con movilidad reducida, con parking habilitado justo a la entrada del parque. / La afinación de Antonio, muy conectado a sus letras y al espectador.
⬇ Gente que había consumido de más y fastidió al público cercano de la mitad hacia el final del concierto. / El despropósito estilístico de Antonio Orozco, con camisa, chaleco, americana y corbata en una noche en la que el termómetro dejaba patentes 30 grados.