Palmanova, sábado 27 de enero de 2024
Concierto de Cabrón en la sala Palmanova de Calvià para presentar en vivo su último álbum «Se Fracasa»
Invitadas: Maribel Mayans (voz) con Marina Rueda (guitarra) e Inés Piqueras (violín)
Cabrón presentan su primer larga duración en un concierto suficientemente redondo como para hinchar expectativas
Suena un ruido inicial impreciso. ¿De obra? ¿De distorsión? ¿De exceso? ¿De fracaso? Arrancan con sentencias ya marca de la casa: «No quiero ser como tú». En escena, un cantante sin calor (cargando abrigo largo), y un bajista con calor (americana de verano i res pus), además de dos saxos, batería y teclista. Antes, Maribel Mayans habría abierto y presentado la velada con un miniacústico también de constantes habituales: voluntad y resultados, voz y contagio.
«Cada vez duele más», entonó el cantante Javi Saga, y acertó: duele hablar de Café Quijano como él hizo por mor de su eterna intrascendencia; mejor adoptar su sorna y pasar a hablar de Cabrón: presentaban su primer álbum larga duración tras singles y EPs, y las casi doscientas personas que ocupaban el amplio espacio de la Sala Palmanova de Calvià parecían entender lo excepcional del episodio. Vítores y entrega del primer al último minuto. Qué agradecido es tener público agradecido, qué agradable es que te lo refrenden con canciones. Además, con buena progresión: los ya renombrados conciertos de esta banda empiezan como fino duelista revólver en mano soltando certeros balazos, hasta gentiles, pero siempre llega un momento en el que se transforman en un perro callejero blandiendo recortada.
Y boom, y boom, y boom. Es lógico pensar que a medida que avanza el concierto una banda andará y sonará más engrasada. O no, porque hay quien nunca remonta (¿Café Quijano?). A las pocas canciones, tan solo un poco después de 23 segundos, ya habíamos visto constantes (Saga con el desparpajo de quien da palmas subido a un murito en el Arenal; saxos soltando líneas que ni los mejores cordones de Converse), novedades (nuevo orden de canciones; escenografía fabril) y propuestas mejoradas (cómo mezclan y/o rematan temas propios con ajenos; véase los engarces con Cupido, Los Simpson o Inspector Gadget).
A estos Cabrón los hicieron demasiado bien, tanto que a los nervios y blanduras lógicas que vienen con un concierto presentación, no solo de nuevo disco sino también de nuevo concepto de directo, se les ve capaces de sobreponerse, soltarse y aligerarse de lastres implícitos, y ofrecer un espectáculo que se ve bueno. Pero sobre todo muy capaz de evolucionar hasta muy bueno. Una buena pista estuvo en el set reducido que dieron Saga al quejío y Guenkov al cajón flamenco. El cantante se autoadjudicó sentencia a la moderna, tanto para su banda como para Mayans: el tan de moda hoy día «Sirviendo coño», se ve que sinónimo de rédito positivo máximo. Traduciendo la expresión, con mismo afán innegablemente afirmativo, ergo lubricante: muy buen fracaso.
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