Palma, jueves 5 de agosto de 2021
Cants: por Júlia Colom & Martín Leiton en el Castell de Bellver
Veu d’oliveres i geranis
Cantó a Palestina, a su audiencia («intuyo que estáis bien») y a sus mascarillas («así es difícil saberlo»), a Lennon («hemos ‘discutido’ mucho sobre si hacer esta versión, y creo que debemos hacerla, aunque podemos decidirlo ahora entre todos») y cantó temas nuevos. Así se presentaba este Cants: como las vertientes musicales que hoy día más y mejor representan a la joven intérprete, compositora e investigadora de les nostres arrels. Esa nueva canción, esa nueva intensidad «escrita hace poco» te llevaba hasta su actualidad y hasta nuestra demanda: ¿eso esperamos de Júlia Colom?, ¿eso quiere ella, exacerbarnos con cada interpretación como consiguió con dicha nueva composición?, ¿por eso tarda tanto su primer disco y por eso estas semipresentaciones?
Veu d’asfalts i de polígons
Cantó «Al vent» de Raimon, se agachó, aspaventeó y subió la ganancia de su voz a un tope inédito hasta ese momento, extendiendo los dedos de una mano como un águila cargada de razones cayendo sobre una presa merecida. Cantó la divertida pregunta-respuesta que le enseñó Sebastiana de Son Roca y en la que descubrió a su abuela en la segunda voz. Cantó con teatralidad, gesticulando e incluso fent befa y dejes cómicos, hasta dejar el final de los versos sin entonar, casi hablándolos. Cantó verdades («todo es tan difícil, ¡pero resulta que aquí estamos todos!») y cantó pop, mucho pop. Cantó «La Sibil·la» a capela dejándose llevar, hasta metiendo ligaduras de voz nada medievales y sí muy actuales, poniéndose y poniéndonos incandescentes. Cantó más canciones nuevas, algunas con acordes regalados («gracias a ella por ayudarme a encontrarlo») y cantó al verano de Mallorca, sublimando «el único sitio donde al final puedes estar tranquila: el polígono de Son Castelló».
En el regio Castell de Bellver Júlia Colom cantó sus hallazgos y sus búsquedas. Contó que sigue disfrutando las primeras e inmersa en las segundas. Sus cantos rivalizaron con la estilización de las arquerías pétreas y a todas las demolió. La columna suntuosa que es su garganta viajó y nos hizo viajar desde los olivos de sus cuerdas vocales hasta el asfalto de su lengua. Es por ello y solo por ello que seguimos esperando a que se encienda y se encuentre porque, fue obvio, queremos que nos encuentre y nos incendie.
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