
Peguera, sábado 17 de abril de 2021
Concierto de Baaldo en el Auditori de Peguera
Presentación de El chico de la doble A, con DJ Monsieur Blaya
Invitados: Ale Vaez, Warmi y Aitortilla
Constante, según se intuía y según lo previsto, y siempre hacia arriba: la evolución de Baaldo va consolidando su peso específico como figura individual y su identidad como icono artístico reconocible. Lo más importante: durante ese trayecto, si al inicio se podía decir que olía a calidad, ahora ya se puede decir de manera prácticamente incontestable que Baaldo apesta a calidad.
De hecho, el término “artístico” le enguanta más certeramente que no solo “musical”. El calvianer ha concebido y lleva a cabo su proyecto con enfoque multidisciplinar, ramificando su esencia no solo en su pop urbano contemporáneo con ramalazos neodisco e incorporando un cuerpo de baile a sus directos, sino también en vestuario, dirección artística, enfoque en la comunicación, discurso verbal… Es decir: la actitud. Baaldo tiene la actitud que hay que tener – que aunque parezca mentira no todo el mundo tiene en el mundillo musical -, y lo visto sobre el escenario el sábado pasado confirma el ideal: esa actitud, en directo, se magnifica.
La presentación del disco – la muy esperada presentación – estaba coorganizada por el Departamento de Cultura del Ajuntament de Calvià, haciendo lo que deben hacer nuestras instituciones, que es apostar proactivamente y dar cobertura técnica y material a nuestra cultura y a nuestros artistas, en este caso espacios escénicos municipales mediante. Arrancó la velada Ale Vaez en formato acústico, y lo que podía haber sido un inicio endeble y de poco punch no lo fue dada su entidad como intérprete y la consistencia de su repertorio, de raigambre neosoul y r&b. Afortunadamente, el comienzo en formato esquemático de voz más guitarra acústica no sonó a acampada sino a pop con personalidad. Se oyeron muy buenas canciones apoyadas en el timbre del segoviano, claro, casi adolescente, que en vez de sacarte lograba la conexión en modo banda ancha. Cimentado en buenas y hasta muy buenas inflexiones, con una afinación cerca de perfecta, ya le curtirán la voz un par de docenas de engaños y desengaños amorosos, laborales, políticos y/o pandémicos.
Siguió el malagueño Warmi, ya habitual en las alineaciones diseñadas por Baaldo, muy sólido junto a sus bailarines en su propuesta de pop hedonista, como de peluche calentable. El cantante visitó muchos de los lugares comunes que buscan que en la platea haga calor, alcanzando la credibilidad como saldo general mucho más que no la impostura. La sensación final de su actuación fue la misma que sobrevolaba todo el evento: a este, dale espacio grande y hará cosas grandes.
Y con Baaldo pasó lo que se preveía, intuía y esperaba: no salió, explotó. En modo dinamita, y a pesar de lo largo, larguísimo de la preproducción y nacimiento final de esta presentación -como él mismo recordó-, llegado el momento daban igual contexto, dificultades, imprevistos, retrasos y etcétera: había un artista, un escenario, un nuevo disco y un público. Punto. Y había que ser consecuente con todo ello. Se vio al Baaldo que se ha podido ir adivinando hasta el día de hoy: cabalgar su sueño consiste en convertir el escenario en la sublimación de la habitación de un adolescente, en ser inteligentemente loca, en querer llegar a ser póster colgado en esa habitación, en tener una capacidad discursiva enorme que transmite una personalidad densísima y ansiosa de expandirse, en apoyarse en unas coreografías en ocasiones gloriosas en su mezcla de old school y cultura contemporánea (mención especial para el trabajo del coreógrafo Jorge Roldán), y en evidenciar que su presente y su futuro es accesible a cualquier tipo de público, desde el gay hasta el heterito básico, con todas las modalidades y elecciones que haya por medio.
Más, Baaldo. Queremos más.
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