
Palma, viernes 3 de septiembre
Concierto de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba en Es Gremi
Muchísima expectación para ver a los Derby Motoreta’s Burrito Kachimba (DBMK) en su primer concierto en Mallorca. Casi 400 personas abarrotábamos la Sala 3 de Es Gremi, abarrotamiento COVID, se entiende. Con un más que previsible retraso sobre la hora anunciada, saltaron al escenario los Dandy Piranha (voz), Gringo (guitarra), Bacca (guitarra), Soni (bajo), Papi Pachuli (bateria) y Machete Carrasco (teclados), recibiendo la primera ovación de la noche, primera de las muchas que vendrían después.
Apenas un «Hola Mallorca» y enseguida se metieron en faena, arrancando con toda la potencia de «The New Gizz», ese temazo crucial de su anterior disco. La banda conjuntadísima desde el primer minuto, fresca, con ganas, y eso que la noche anterior habían tenido bolo en Ibiza, pero no se notó. Con un sonido nítido, limpio, muy bien equilibrado, donde todos los músicos gozan de espacio e importancia dentro del conjunto, pusieron toda la carne en el asador desde los primeros compases. De este primer asalto, quizás lo más llamativo fue la aguda voz de Dandy rasgando la atmósfera de la sala, voz que bajaría el tono al afrontar los temas del último disco, Hilo Negro, y la volvería a subir con los del primero. La capacidad vocal de Dandy impresiona más en directo que en las grabaciones, no esperaba tanta solvencia.
Del resto de músicos podemos corroborar lo que Gringo comentó en la entrevista que amablemente nos concedieron hace una semana: «…cada uno de nosotros tiene ya bastantes horas de vuelo con su instrumento, y sin ser ninguno un virtuoso sí te sientes técnicamente desahogado». Bastante más que desahogados, diría yo, con una técnica notable enfocada en todo momento al servicio de la banda. Evidentemente hay fragmentos donde algún instrumento cobra un protagonismo inusitado, pero son partes engarzadas para realzar el conjunto, no espacios cedidos para el ego del músico.
Y es que DBMK, más que una banda son un gran crisol musical donde todas las influencias, estilos y ganas de experimentar de sus miembros convergen en una gran empresa en común, a la que muy inteligentemente han colocado la etiqueta de kinkidelia…
Y es que DBMK, más que una banda son un gran crisol musical donde todas las influencias, estilos y ganas de experimentar de sus miembros convergen en una gran empresa en común, a la que muy inteligentemente han colocado la etiqueta de kinkidelia (evitando que les encasillen en otros géneros). Talento a raudales en diversas formas y expresiones que alimentan a esta bestia insaciable de nombre imposible. Ni son un simple cúmulo de habilidades, ni un grupo de músicos al servicio de una idea preestablecida, ni siguen a un líder ni interpretan un guión, sino que van mucho más allá. Han construido un espacio libre de juego y experimentación donde poder seguir inventando, moldeando y dándole forma a su música, estableciendo los cánones de la kinkidelia a su antojo.
Tras «The New Gizz» vendrían «Porselana Teeth», «Caño Cojo» y «El Valle», un fantástico póker de ases en el primer tramo del concierto, demostrando que no habían venido a Mallorca a especular con el setlist. En el arranque de «El Valle» destacó el momento poderosísimo de Soni al bajo, con todo el grupo a su alrededor alentándole. Más adelante vendrían los preciosos detalles de orfebrería psicodélica de «RGTQ», los lúgubres riffs con ecos «sabbathianos» que nos adentraron en «La Cueva» y uno de los momentos álgidos de la noche, «Gitana».
Los primeros compases de este intenso tema nacieron en la oscuridad, con todos los músicos sentados sobre el escenario. Primero entró Dandy, con su profundo cante jondo: «Baldíííííooooo…», muy flamenco. Un par de minutos después le siguió la batería de Papi Pachuli, primitiva, atávica, en un arranque muy visceral antes de que la canción explotase y continuase a un ritmo imparable, con sutiles y deliciosos detalles al teclado por Machete Carrasco. Como culmen llegó la parte instrumental de la parte final del tema, grave, intensa, con Dandy culebreando mientras cantaba aquello de «Se amarra el pelo, se amarra el pelo, con una cinta de hilo negro». Gran momento del concierto y merecidísima ovación.
De entre todos los preciosos materiales que conforman la particular alquimia de DMBK, el rock progresivo, el stoner, la psicodelia…, el flamenco es la piedra filosofal de la mezcla, el elemento que aporta ese toque único y diferencial sin el cual la banda no sería tan carismática.
De entre todos los preciosos materiales que conforman la particular alquimia de DMBK, el rock progresivo, el stoner, la psicodelia…, el flamenco es la piedra filosofal de la mezcla, el elemento que aporta ese toque único y diferencial sin el cual la banda no sería tan carismática. Y es que el flamenco porta en su ADN la llave del genio, y quien la obtiene es capaz de convertir un trap intrascendente en algo mucho más interesante (tra tra). En el caso de DBMK, el flamenco está magistralmente engastado y es el elemento que le da sentido a todo el conjunto.
El siguiente tramo del concierto prosiguió con otro tema del último disco, «Turbocamello», con su atractiva percusión de aires morunos, seguido de «Grecas», del primero, cuyo precioso desarrollo psicodélico me recordó a los Doors de Raiders on the Storm. Y de súbito llegó el otro momento álgido e inesperado de la noche: la interpretación de las dos partes de «Somnium Igni». La primera fue publicada en el primer disco, mientras que la segunda ha visto la luz en Hilo Negro. En sus actuaciones las interpretan como una sola pieza, y para gran parte del público fue el otro gran momentazo de la velada, con una intro preciosa, intensa y emotiva, con sólo Dandy a la voz y Gringo a la guitarra, varios cambios de ritmo a mitad del tema, ya con todos los músicos de vuelta, para ir subiendo la intensidad, una parte instrumental de lo más lisérgica y ritmos electrónicos a toda pastilla para finalizar. Una maravilla de casi 10 minutos.
De aquí al final del concierto no decayó la energía. Temas del primer y del segundo disco se alternaron con un nivel brutal de ruido y distorsión, delay y reverb a tope y efectos electrónicos a tutiplén. «Aliento de Dragón», donde el escenario se chamuscó con el «¡fuegoooo!», seguido de «Dámela», «13 Monos», con el grupo montando una melé instrumental de órdago, y «Samrkanda» como falso y precioso cierre. Cálida ovación, amago de retirada y rápida vuelta al escenario para interpretar 3 bises, ninguno entre sus temas más conocidos, una buena manera de darle cariño y protagonismo a temas menos populares y hacer que el público les preste más atención.
«Nos vamos a acordar del Califa antes de irnos», pronunció Dandy antes de arrancarse con la «Nana del caballo grande», la versión de aquel revolucionario tema de Camarón de la Isla donde cantaba versos de Federico García Lorca. Esta es una canción para entrar directamente en trance, que arranca muy despacio, a ritmo de nana, para acabar a galope tendido. Después llegó el turno de «La Piedra de Sharon», para finalizar con las poderosas líneas de bajo de «El Salto del Gitano», con los músicos recreándose en ese barullo psicodélico que tanto les gusta montar sobre el escenario. Y así llegamos al final de este fantástico viaje con mucho duende que ha sido la actuación de los DMBK. Larga ovación final para acabar, saludo triunfador al público y una promesa para cuando acabe la pandemia: regresar, salir al escenario a volverse locos y que pase lo que tenga que pasar.
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