Son Amar, 28 de noviembre de 2020
Una interesante propuesta musical
Buenas sensaciones en la primera jornada del recién estrenado Festival Géiser, en el recinto de Son Amar. Puntualidad británica desde el inicio y aforo casi completo, con algunas mesas libres en las últimas filas. El público, eminentemente femenino, se mostraba de inicio expectante frente a esta prometedora propuesta musical. La gente trataba de aclimatarse lo más rápido posible a las nuevas condiciones, más estáticas y encorsetadas de lo habitual para este tipo de conciertos. Sin embargo, las comodidades del formato, que las tiene, junto a las ganas de pasarlo bien, acabaron ahuyentando todos los fantasmas. Creo que la mayoría nos sentimos privilegiados por poder vivir un festival, aún con movilidad reducida, en plena pandemia.
La cultura es segura
Antes de comenzar con la crónica, nos gustaría destacar, ante todo, la modélica organización desplegada durante toda la velada. Son tiempos difíciles y el festival se ha tomado muy en serio cumplir con la normativa actual en relación al Covid-19, si bien las propias características del recinto de Son Amar han facilitado esta labor.
Tanto en la terraza cubierta como en la Sala Magna había una buena distancia de separación entre las mesas; había gel hidroalcohólico distribuido por todo el recinto; los llamadores de las mesas hicieron posible que el público pudiese beber y encargar comida sin moverse de sus asientos, para comodidad de los asistentes; la entrada y salida al recinto se realizaron de manera escalonada… Y lo más importante: todas estas medidas tan bien pensadas sobre el papel, funcionaron, que suele ser lo más complicado. Incluso se cumplieron los horarios anunciados con puntualidad, algo nada habitual en estos eventos.
El único aspecto a mejorar fue la escasez de estufas para la terraza cubierta, pues durante los últimos compases de la actuación de Muerdo ya comenzaba a notarse con intensidad el frío de la noche. Algo fácil de subsanar para la próxima cita del festival del 6 de diciembre, donde actuarán Xanguito, Pèl de Gall y Or.
Jansky
Que ballin els esperits!
Antes de la entrada del duo, Conejomanso amenizó la llegada de los asistentes ataviado con una gran máscara africana y bailando sus temas en nombre de los presentes, que debíamos permanecer sentados.
A las 19:15h subieron Jansky, (o l’electrovèrsia), y abrieron con «Language», uno de sus temas cantados en inglés, porque «la música, l’entén tothom», como explicaba Laia Malo. Junto a Jaume Reus conforman este duo que combina el verso de ella con la electrónica orgánica de él, puesto que también toca la flauta travesera.
Mantuvieron al público atento con sus temas y presentaciones. Cantaron a su Ésser elÈctric y terminaron con «Venus Volta», título que también da nombre al último poemario publicado por ella, Laia Martinez i Lopez, (Lleonard Muntaner 2018), en que reflexiona sobre el amor romántico y la muerte.
Se ve que lo del baile no fue sólo una percepción personal. Ya que no podíamos nosotros, Laia animó a «que ballin els esperits!».
Muerdo
Siguiendo el ritmo de los latidos
Tras l’electrovèrsia de Jansky le tocó el turno a Pascual Cantero acompañado de los guitarristas Ohad Levy e Iker García, es decir, Muerdo, pero en un formato acústico más íntimo y cercano, ideal para las distancias cortas.
Muerdo es sinónimo de mestizaje, una mezcla de ritmos extraídos del folclore español y latinoamericano mezclados con géneros urbanos como el hip-hop e influencias de toda índole. En los últimos años ha publicado varios discos de éxito y ha realizado numerosas colaboraciones con artistas de la talla de Ampanaronia, Rozalén o Pedro Guerra, entre otros. Sus letras están dotadas de una profundidad muy humana, con especial preocupación por temas sociales.
Para la ocasión escogió un repertorio basado principalmente en Viento Sur, su exitoso álbum de 2015, intercalando temas de otros trabajos en la parte final.
El concierto comenzó puntual, a las 19:15h. Tras una dulce presentación, recibió la primera ovación de la noche, lanzándose de seguido con «Canto pal que está despierto» (Viento Sur), un animado son cubano que fue encendiendo la mecha del público. A esta siguió la animada «No me quieras mal», también de Viento Sur, y uno de los pocos temas que pedía una ejecución más instrumental (su ritmo reggae combina de fábula con una sección de vientos). Aún así la interpretación estuvo a la altura, contando con la complicidad del público en forma de palmas.
En «Luz Natural» (Viento Sur), su siguiente tema, la película cambió por completo, ya que este medio tiempo jazzístico parece compuesto para un formato acústico. Muerdo se gustaba entonando con su cálida voz aquello de «Eran tan felices que no lo contaban en redes sociales…».
Los dos siguientes temas lograron calentar al auditorio en la fría noche que ya se dejaba sentir en la terraza de Son Amar. «Lejos de la Ciudad» y «La Canción de la Carretera» son dos de sus temas más populares, ambos de Viento Sur, aunque muy diferentes en su concepción. El primero, de temática reivindicativa, está compuesto con ritmos inspirados en el folclore latinoamericano. Aquí Muerdo nos regaló momentos intensos llevando su voz a registros muy altos, demostrándonos estar en plena forma. El segundo es un tema mucho más festivo y animado, de ritmo ska, cuya interpretación en acústico le cambia la cara por completo (en el buen sentido). La respuesta del público fue entusiasta en ambos casos.
Acabábamos de pasar el ecuador del concierto cuando apareció «Tendré Canciones», una sencilla balada (ideal para el formato acústico) perteneciente a La Mano en el Fuego (2018). El artista nos explicó, con su cercanía y naturalidad habituales, que compuso esta canción tras una dolorosa ruptura sentimental. Al acabar, recibió de nuevo la cálida ovación del público, muy a gusto con estos temas de tempo más pausado, como «Vas a Encontrarte» (Viento Sur), una rumbita lenta donde Muerdo se mostró más intenso y sentimental que nunca.
Con «Semillas» (Tocando Tierra), uno sus «viejos» éxitos, comenzó la despedida, que se prolongó durante 4 temas más. Inició este bloque final con «Llegué Hasta Ti» (La Mano en el Fuego), donde aprovechó para declararse muy feliz de estar en Mallorca. Después entonó «Volver», el clásico de Gardel, pero en versión rumbita lenta y sentida, que fue coreado por el público y se llevó una enorme ovación. Luego llegó «Por tu Corriente», canción independiente que no pertenece a ningún trabajo y que habría sido un buen colofón de no ser porque cerró el concierto cantando a capella «Doña Ubenza», de Chacho Echenique, golpeando el micro en el pecho simulando los latidos del corazón, recibiendo los mayores aplausos de la noche.
Rayden
Quiero que nos volvamos a ver
Y llegó el turno de David Martínez Álvarez, más conocido como Rayden, el peso pesado de la noche. Un cantante natural de Alcalá de Henares cuyo origen es el rap pero su destino no se sabe. Dotado de un espíritu inquieto y la habilidad de fusionar géneros musicales, siempre llega a donde se propone.
En esta ocasión nos visitó con una versión acústica en formato trío de su gira Quiero que nos volvamos a ver, que estuvo llevando por todo el país hasta que llegó la pandemia y lo paralizó todo. Le acompañaron el gran Héctor García Roel a la guitarra y Manolo Mejías al contrabajo.
El concierto comenzó con un ligero retraso, a las 21:07h, con Héctor García Roel marcándose un sensacional blues durante la presentación. Salió el gallo al corral y al instante recibió la ovación de toda la Sala Magna de Son Amar. No tardó en desplegar su habitual e impresionante verborrea, más presente que nunca debido a la mínima presencia de músicos. Los instrumentos sonaban poderosos, pero la voz, la presencia y el carisma tenían que llenar todo lo demás. En este sentido, Rayden cogió las riendas desde el principio y no las soltó hasta la última nota. Era el cabeza de cartel y lo asumió sin complejos, con naturalidad, responsabilidad y profesionalidad, no permitiendo que la actuación decayera en ningún momento.
El primer bloque de temas comenzó fuerte, con el listón muy alto, pero sabiendo que lo iba a mantener. Arrancó con «Gargantúa» (Sinónimo), con aquello de «Y sé que me miran mal pero nunca cambiaré el plan, sin miedo al miedo, sin miedo a lo que dirán, me miran de reojo pero odiar es para flojos». En «Pólvora Mojada» (Antónimo), justo después, se mostró intenso, rugiente. Le siguió la genial y emotiva «A mi Yo de Ayer» (En Alma y Hueso), donde aprovechó para lanzar diversos agradecimientos.
Con «Habla Bajito» (Sinónimo) llegó el Rayden más crítico y duro con el sistema, dando estopa a los políticos, a la corrupción, a la monarquía… («No lo llames democracia, llámalo doma»), con alusiones a la censura que podrían valer tanto para Valtonyic como para Pablo Hasel («que hasta encierran raperos por apología, y la corrupción ya otro día, el paro ya otro día, la educación ya otro día»). Este registro tan genuino del rap podría replicarlo hasta el infinito, pero se nota que a Rayden le interesan otras cosas, le gusta explorar nuevos territorios, experimentar, aunque no siempre todo le sale tan bien. El siguiente tema fue un ejemplo de ello, un mashup de «Haciendo Cuentas» (En Alma y Hueso) mezclado con estrofas de famosos temas latinos como «Corazón Espinado» (Maná) o «La Casa de Inés» (Guarana). Tal vez lo más flojo de la noche, aunque se lo perdonamos cuando se permitió bromear a costa de la SGAE.
Pero recordemos que Rayden es todo un profesional, y con «Finisterre» (En Alma y Hueso) levantó de nuevo al público, aún siendo un tema lento: «maté a la verdad tantas veces que temo vivir de mentira / y mentí al conocerte y mentí en la despedida». Luego llegó una sorpresa en forma de adelanto de Homónimo, su próximo disco. Una canción titulada «Don Creí Qué», en la que volvió a su registro más combativo criticando a «las mentes cerradas que siempre tienen las bocas abiertas». Un tema excelente que recibió la bendición del auditorio. Después llegó el turno de «No Tengas Miedo», tema de su último EP La Casa de Papel, inspirado en la serie del mismo nombre. Un tema que brilla en acústico, con un sólo de guitarra de lo más blusero y el incansable contrabajo martilleando sin descanso.
El siguiente bloque del concierto arrancó con la coreable «F.D.M.P.P.A.» (Sinónimo), acrónimo de Finales De Mierda Para Principios Apoteósicos, con los instrumentos sonando a tope y el público más animado que nunca. Le siguió «La Comedia del Año en Francia», nuevo adelanto de Homónimo, donde Rayden se atrevió a cantar unos versos en francés. Tras esta entonó «Beseiscientosdoce» (Sinónimo), que alberga, a nuestro parecer, algunas de sus metáforas más tópicas (no todo va a ser miel), a pesar de las referencias a El Principito y ser uno de los temas más queridos del cantante. Pero no importó porque lo mejor estaba por llegar.
«Imperdible» (Antónimo) llegó precedida por un alegato contra la romantización del amor, porque «el amor no todo lo puede». El Rayden más estoico nos invitaba a aceptar que el sentimiento de pérdida es el único equipaje que nos acompañará siempre. Después cantó «Haz de Luz» (Sinónimo), una de las favoritas del público y cuya estrofa principal da nombre a su gira. Aprovechó la letra para irse despidiendo: «Mallorca, quiero que nos volvamos a ver». Por último, para cerrar, entonó «Matemática de la carne» (En Alma y Hueso), posiblemente su himno más famoso, cargado de ricas metáforas, dobles sentidos y veladas referencias sexuales: «siempre fui un experto en coger el amor por donde quema»; «no hay mejor skyline que verte tumbada».
Rayden se despidió con un último alegato: «La cultura es segura y, si hay tortura, no es cultura». El público le ovacionó y le despidió confiando volver a verle en unos bises que nunca llegaron (queremos pensar que por la normativa de horarios o algún otro motivo de fuerza mayor, ya que el reloj marcaba las 22:30h y aún quedaba margen suficiente para volver a casa). La megafonía que organizaba la salida escalonada del recinto nos devolvió a la cruda realidad, y de ahí pasamos de nuevo al frío de la noche. En ese momento nos acordamos de lo cómodos y confortables que estuvimos en la acogedora Sala Magna, y nos dio por pensar que es posible que este formato de conciertos desaparezca cuando lo haga la pandemia pero, mientras tanto, no nos importaría repetir.
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