Palma, sábado 22 de octubre de 2022
Concierto de Hamlet en la sala Es Gremi
Hay bandas que son un seguro de vida, que es más fácil verme a mí en un gimnasio que a ellos en un mal día. Uno podía presentarse el pasado sábado 22 en la sala 3 de Es Gremi para ver a Hamlet convencido de que iba a pasar un buen rato. Además, el plus que suponía que vinieran con la gira que rememora sus álbumes Insomnio y Revolución 12.111, hizo que muchos, que tal vez habían dejado de prestar atención al material nuevo de los madrileños, optasen por una noche de nostalgia, viniendo a cantar, gritar o medio rapear esas canciones que les golpearon en la cara a finales de noventa.
De esta forma, sobre las 21:25 h, Luis Tárraga (guitarra), J. Molly (voces), Paco Sánchez (batería), Álvaro Tenorio (bajo) y Ken HC (guitarra) salían al escenario a hacer lo que mejor se les da: repartir cera. Alternando un tema de cada uno de los dos discos, arrancaron fuerte con «Crónica Antisocial», el cántico contra la TV que es Tortura-Visión. La visceral «Poseer Bajo Sumisión» fue bastante celebrada entre el público, pero no tanto como el primer gran clásico de la velada, «Dementes Cobardes», muy coreada por la gente en un efecto karaoke que ensordecía en las primeras filas y con el que casi no se podía escuchar al propio Molly.
Me preocupaba que la enorme sala 3 quedase demasiado grande para la entrada de Hamlet, pero la gente de Es Gremi controla mejor que yo las previsiones y al final hubo una entrada más que digna. Bastante gente se acercó al recinto y, aunque al principio se centraban más en corear los temas que otra cosa, poco a poco se fue animando el pogo para acabar formando un buen caos en el espacio entre la mesa de sonido y el escenario.
Por su parte, Hamlet sobre las tablas es un no parar. Agotan solo de verlos. Molly corriendo de lado a lado y pegando sus habituales saltos, Tárraga también mostrando que tiene muelles en vez de tobillos y el resto de la banda igual, sin parar de comerse el escenario. Todo ello sin dejar de animar al público a gritar, aplaudir y esas cosas, con ese estilo tan propio que tiene el bueno de Molly, you know?
Por su parte, Hamlet sobre las tablas es un no parar. Agotan solo de verlos. Molly corriendo de lado a lado y pegando sus habituales saltos (nuestro compañero José Luis Luna dio buena cuenta de ellos en el concierto de hace seis años), Tárraga también mostrando que tiene muelles en vez de tobillos y el resto de la banda igual, sin parar de comerse el escenario, decorado con el logo de la banda en el fondo y el de Es Gremi Sounds en dos pantallas a los laterales (¿para qué más?). Todo ello sin dejar de animar al público a gritar, aplaudir y esas cosas, con ese estilo tan propio que tiene el bueno de Molly, you know?
La cosa se fue animando aún más cuando llegaron los temas más potentes, como «Racismo es Desigualdad», la también cantadísima «No Me Jodas», «Muérdesela», en la que se armó un wall of death a mitad de tema, o un clásico que echaba de menos en sus repertorios: «El Color de Los Pañuelos», en la que la gente se dejó la garganta en uno de los momentazos de la noche, para explotar definitivamente con «Egoísmo».
Primero, «1998», seguido de «Antes Y Después» y «Tu Medicina», con las que volvieron loco al personal antes de acabar en todo lo alto con su gran himno, «Jodido Facha», en la que se quedaron definitivamente las gargantas de más de uno cantando absolutamente todos sus versos.
Momento para el clásico amago de terminar, irse y demás. Lo suficientemente largo como para que alguno se largara de la sala realmente creyendo que ya había terminado. Pero no, claro, faltaban los grandes clásicos, para los que Molly salió con una camisa de las gemelas del resplandor verdaderamente espantosa, pero eso es otro tema. Primero, «1998», seguido de «Antes Y Después» y «Tu Medicina», con las que volvieron loco al personal antes de acabar en todo lo alto con su gran himno, «Jodido Facha», en la que se quedaron definitivamente las gargantas de más de uno cantando absolutamente todos sus versos. Gargantas que logramos recuperar en parte mientras nos tomábamos las cervecitas de después en el Café Club, donde pudimos charlar tranquilamente con la propia banda que no dudó en echar el rato con sus seguidores.
Y así pasaron Hamlet por Es Gremi, alrededor de dos horas llenas de energía, potencia y muchas tablas. Estamos hablando de unos tíos que, habiendo superado los cincuenta años, se pasaron dos horas saltando y corriendo de lado a lado del escenario. Y es lo que tienen, musicalmente son una banda con una identidad propia, creadores de una buena mezcla de estilos de Metal moderno y actual, que esta vez nos deleitaron con los grandes clásicos de su etapa más cercana al Nu Metal y que, toquen lo que toquen, son una apuesta más que segura.
No hay comentarios