El pasado domingo 26 de junio se desarrolló la tercera y última jornada del Mallorca Live Festival, con las fuerzas algo mermadas por los dos días ya acumulados, pero con la ilusión todavía intacta por los grandes conciertos que aún nos quedaban por disfrutar. Para ir abriendo boca, en el escenario 3 se plantaban Peligro!, uno de los platos fuertes de la representación local de hoy. El power trío mallorquín capitaneado por Esther Oller nos presentó los temas de su flamante LP de debut Coronas y Lamentos, además de incluir en su repertorio algunos temas nuevos en una línea bastante pareja a los del álbum. En buena forma, con la actitud noventero alternativa que les caracteriza y un sonido que fue un poco de menos a más, nos fueron regalando su impresionante colección de temazos como «No Voy A Parar», «Sangre y Puñal» o el aclamado «Uh uh uh», bastante celebrado por la fiel parroquia que les arropó en el escenario a primera hora.
El otro plato fuerte local eran los mallorquines Alanaire, a quienes les tocó el difícil reto de inaugurar el gigantesco escenario 1. Venían a presentar su reciente y magnífico álbum Albor, que les ha consagrado en tan solo un año de vida como uno de los grupos más prometedores de las Islas. Arrancaron con la hipnótica «Trenc d’alba», que en el disco funciona como epílogo y aquí sirvió como magnífica introducción. Muy entonados desde el inicio, pronto dejaron claro lo buenos músicos que son, si bien se nota que aún les falta trabajar aspectos como la puesta en escena, sobre todo para los típicos conciertos y festivales de verano, necesitados de propuestas de caracter más lúdico. Alanaire estuvieron un poco estáticos en este aspecto, dentro de una actuación sólida y equilibrada en lo musical, aunque algo formal y contenida, o al menos esa fue la impresión que transmitieron. Destacaron temas como «Mirall del futur», en la parte central, o «Desitjaum-mos sort» y «Reviure», al cierre de su actuación, donde sonaron con mayor intensidad y volumen.
Tras la íntima actuación de Alanaire en el imponente escenario principal, era el turno de volver al 3 para la actuación de las gallegas Agoraphobia. La banda sigue presentando Unalighned, su nuevo disco de estudio, en el que abandonaron un poco ese post punk de sus inicios para lanzarse a sonidos más densos y oscuros, algo que se notó en su puesta en escena desde el inicio con «The World Is Dying».
Empezaron algo rígidas, pero poco a poco, viendo la positiva respuesta de la gente, se fueron soltando y acabaron dando un enorme concierto. Sin grandes parafernalias ni historias, simplemente se dedicaron a dar una poderosa dosis de ruido, distorsión y actitud. Gran actuación.
Mientras tanto, en el escenario 2 tenía lugar otra gran actuación, la de los malagueño-madrileños Biznaga. Con un disco bastante reciente bajo el brazo, el excelente Bremen no existe, congregaron a una buena muchedumbre que vino a escuchar su propuesta de punk rock asequible que a ratos coquetea con el pop. Arrancaron fuerte con «Líneas de sombra», aspirante a himno generacional con ese inicio que reza «Ahora que tenemos treintaytantos…», y tema a tema fueron derrochando actitud, entrega y buen rollo con una naturalidad poco habitual. Mientras tanto, el público no paró de bailar en una actuación que comenzó en alto y aún así solo supo ir a más. Temas poderosos, intensos y emotivos, con mayor o menor sabor punk, pero todos al alcance del público no profano, como «Madrid nos pertenece», con su llamativo arranque «Yo quiero ver Madrid arder…», o «Una ciudad cualquiera», con el que cerraron su recital por todo lo alto. Muy grandes.
Seguían Biznaga en el escenario 2 cuando Guitarricadelafuente subió al escenario principal para su actuación. El de Benicasim llegaba a Calvià a presentar su álbum de debut La Cantera, donde ha renovado su sonido de la mano de uno de los grandes productores del momento, Raül Refree. Tras él, llegó el turno del indie pop de los barceloneses Mujeres en el escenario 3.
De vuelta en el escenario 2 asistimos al interesante concierto de Sen Senra, que generó una gran expectación con su propuesta de R&B electrónico. El numeroso público que abarrotaba ahora el lugar promediaba mucha menor edad que en el concierto de Biznaga, evidenciando hacia donde evoluciona la música. El gallego se presentó con una sencilla puesta en escena: un músico a la batería, otros dos tras una mesa, a veces empuñando un bajo y una guitarra eléctrica respectivamente, y él por delante, moviéndose lentamente de lado a lado del escenario, o más estático en los momentos en que agarró una guitarra eléctrica. Comenzó suave, con el público ya rendido a sus pies desde los primeros compases, y poco a poco fue desarrollando su sugerente música, que incitaba al baile pero a un ritmo pausado. Fue elevando la intensidad con el paso de los minutos y las canciones, mientras la música iba mutando de más orgánica a más procesada, aunque sin salir de su estilo. En cualquier caso, supo mantener la conexión con su audiencia en todo momento.
Metronomy o la sofisticación del pop
De vuelta en el escenario principal, Metronomy salieron airosos en la defensa de su lugar predominante en el cartel del festival. Aunque presentaron alguno de los temas de su último disco Small World, los de Joseph Mount se ganaron al público con una propuesta festiva muy bien trabajada donde dieron prioridad a la parte más conocida de su repertorio. Arrancaron con «Love Factory», de su último trabajo, y poco a poco se fueron sucediendo sus más brillantes y sofisticados temas de pop sintético que prendieron en muchos las ganas de bailar. Todos los miembros del grupo tuvieron su momento de lucimiento en un escenario principal que se iba calentando para lo que vendría después. Pero antes llegaría el momento álgido de su actuación con «The Look» y «The Bay», de su exitoso álbum The English Riviera, que consiguieron poner al público patas arriba.
Milky Chance, entre lo folk y lo disco
A continuación, Milky Chance reventaron el escenario 2 con un público entregadísimo a su folk electrónico, festivo, coreable y muy bailable. El dúo alemán, que acumula millones de reproducciones en las plataformas digitales, planteó una puesta en escena colorista que dejó un gran sabor de boca. Con una formación que incluía guitarra (a ratos acústica), bajo, batería y teclados y grandes dosis de carisma y buen rollo, se marcaron una actuación memorable que hizo las delicias del numeroso público que acudió a su llamada. Temas como «Down by the river», «Flashed Junk Mind», «Colorado» o la popularísima «Stolen Dance» no hicieron más que avivar el fuego de una enardecida audiencia que ya estaba entregada a la causa desde los primeros compases, pero cuyo ardor el grupo supo engrandecer y multiplicar.
Muse, leyendas vivas del rock
Y por fin llegó el plato fuerte de la jornada y del festival, los británicos Muse. Matt Bellamy, Christopher Wolstenholme y Dominic Howard plantearon una puesta en escena impresionante, al alcance de muy pocas bandas en la actualidad (solo se me ocurre Rammstein), donde primaba una estética subversiva y distópica acorde con la iconografía mostrada hasta ahora de su próximo álbum (previsto para el 26 de agosto). Si a esto le sumamos un repertorio imbatible, lleno de clásicos grabados a fuego en la memoria colectiva de toda una generación, y una ejecución brillante, por lo intensa, agresiva y perfecta, donde nada sonó fuera de lugar, el resultado fue una actuación soberbia que quedará en largo tiempo en el recuerdo.
Arrancaron con su último single, «The will of the people», que en directo se reveló como un tema más poderoso de lo que parecía en sus primeras escuchas. Ataviados con unas máscaras metálicas, imitando la estética del videoclip, y acompañados por un cuarto músico a la percusión y los teclados, comenzaron sonando como los ángeles, con el público entregado al brutal estallido de luz y sonido. Matt nos regaló una primera carrera por la pasarela antes de llegar a «Psycho», donde su voz y su guitarra sonaron especialmente afiladas, bien secundadas por la profundidad y contundencia del bajo y la precisión sin fisuras de la batería.
La puesta en escena hasta aquí era excelente, con unos potentes juegos de luces que simulaban los barrotes de una cárcel, pero todo subió de nivel al llegar a «Hysteria», donde cayó el telón de fondo para mostrar una gran máscara y dos enormes manos que ocupaban gran parte del escenario, mientras éste se llenaba de espectaculares llamaradas. El público no daba crédito, el show no hacía más que ir vertiginosamente hacia arriba y aún quedaba más de medio concierto por delante. La producción de Muse sobresalía no solo en el apartado escénico, sino también en la realización visual (las pantallas) y, especialmente, en el sonido.
No contentos con apabullarnos a nivel técnico, la banda derrochaba entrega e intensidad a medida que se iban sucediendo los temazos y las carreras de Matt por la pasarela. El público, atónito, atendía sin pestañear para no perderse nada. Sonó «Won’t Stand Down», el primer single de su próximo disco, y clásicos del calibre de «Time is running out», «Supermassive Black Hole», «Plug In Baby» o «Uprising», donde Matt lució una espectacular y futurista chaqueta musical luminosa.
El líder de Muse presumió de voz durante todo el concierto, con unos agudos afiladísimos, casi inhumanos. También nos deleitó con varios agresivos solos de guitarra que inflamaron al público. La comunión con éste era total, como en «Starlight», antes del falso cierre, con todo el mundo coreando bajo la batuta del cantante. Para terminar sonaron los acordes de la épica «Knights of Cydonia», poniendo el broche de oro a un concierto más que brillante, sobresaliente. Como los grandes artistas, volvieron para despedirse de un público que lo agradeció con una nueva y atronadora ovación. En total, 2 horas de concierto sublimes, veintiún temas que pasaron en un suspiro y cuyo recuerdo permanecerá por largo tiempo en nuestra memoria.
Tras Muse, la mayor parte de público fue abandonando el recinto, pero aún quedaban otras 2 horas de conciertos para disfrute de los más irreductibles. Así, los mallorquines Jansky presentaron los temas de su último álbum, Insecta Dance Music, en el escenario 5. Mientras tanto, el dúo francés Justice desplegaba todo su arsenal electrónico y sus juegos de luces en un escenario 2 donde no cabía ni un solo alfiler. En paralelo, en el escenario 4, The Blessed Madonna impartía lecciones a los platos ante un público ansioso por exprimir hasta la última gota de diversión de la noche.
Epílogo
Tras un comienzo brillante en lo musical, aunque algo caótico en lo organizativo, el Mallorca Live Festival consiguió sacudirse los problemas iniciales para cerrar esta edición con un gran sabor de boca. Es innegable que hay cosas que mejorar, pero el balance final es sumamente positivo teniendo en cuenta que esta era la edición más ambiciosa de todas cuanto se han celebrado. En estos tres días frenéticos hemos podido disfrutar en la isla de grandes artistas internacionales que no son fáciles de ver por estas tierras. Esperamos y deseamos que el año que viene el festival pueda mantenerse en esta línea, corrigiendo los problemas que una mayor escala puedan generar, y nos presente una edición igual o más ambiciosa que la de este año. ¡Larga vida al MLF!
Nos despedimos del MLF con algunas imágenes del público que asistió al festival a lo largo de esta tercera y última jornada.
No hay comentarios