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Publicado el 24 abril, 2024

Maria Jaume en el Teatre Principal d’Inca

Fotografías de José Luis Luna
Crónica de Carlos Fernández
Maria Jaume en el Teatre Principal d'Inca - Mallorca Music Magazine

Inca, sábado 20 de abril de 2024

De altos vuelos

 Por Carlos Fernández
 José Luis Luna (ver galería)

Músicos: Lluís Cabot al bajo, Lídia Facerías a los teclados, Joan Vallbona a la guitarra eléctrica y Joan Torné a la batería.

Podemos quejarnos del calor, de la llegada de turistas, de las espaldas color gamba de Sóller que inundan nuestras playas, pero, a pesar de todo eso, a TODOS nos gusta el verano. Fin del debate. Nos gusta que anochezca más tarde y poder alargar las sobremesas con los amigos, el sabor a sal en la piel horas después de habernos pegado un capfico, las cervezas al lado del mar mientras atardece… Nos gusta (MUCHO) llenar las terrazas mientras vaciamos bebidas y nos gusta también llenarnos de risas en el proceso. Pero, por encima de todo eso, a todos nos gusta disfrutar de un amor de verano. Y si no lo hemos tenido, al menos lo hemos anhelado. Un encuentro con fecha de caducidad donde solo hay lugar para el gozo, una experiencia que con su recuerdo consigue dibujar una sonrisa en la cara de quien lo revive.

De todas esas sensaciones, situaciones e incluso denuncias (al turismo) ha llenado Maria Jaume su último disco Nostàlgia Airlines (Bankrobber, 2024). Un tercer álbum que ha supuesto un cambio de registro, una evolución en el sonido y una nueva actitud para enfrentarse a estas canciones (y a las más antiguas) sobre el escenario. Esto último pudimos comprobarlo el pasado sábado 20 de abril en el Teatre Principal d’Inca.

Había familiares, amigos y muchas ganas por ver la nueva propuesta. Los corrillos se formaban en el patio de butacas y más de uno tuvo que interrumpirse bruscamente cuando se apagaron las luces y empezó a sonar «Xin Xin i bye bye», que si bien no terminó de sonar del todo fina (el volumen de los instrumentos y las bases tapaban la voz), sirvió como carta de presentación de lo que nos aguardaba. Maria Jaume dejaba la guitarra de lado (aunque la recuperaría en alguna canción) y adquiría el rol de intérprete, con una seguridad y soltura sorprendentes, muy lejos de timidez con la que se presentaba hace no tanto tiempo. Se atrevía incluso con sutiles coreografías de brazos y manos que le daban un aire divertido a las canciones.

Los temas se sucedían y se solucionaban los problemas de sonido, otorgando a la voz de la cantante de Lloret el protagonismo que merece. Los nuevos temas se entrelazaban con algunos de sus anteriores hits, como «Autonomía per principiants» o «Un bon berenar», bastante más cercanos a su versión original que otros que sí se han adaptado más a su nuevo sonido. Tras media docena de canciones llegaba el que sería el punto de inflexión de la noche. Maria Jaume comentó que iba a cantar dos canciones que eran un reflejo de la visión del turismo en diferentes épocas: una en los años 60 y otra en la actualidad; y que uniendo ambas estaba la voz de su abuelo cantando «Bajo el cielo de Palma». De ese modo animó al público a levantarse y disfrutar de las canciones, y así fue como «Hoteles, sol y playa», su colaboración con Pau Debon en el disco, fue aplaudida y coreada como el puto temazo que es (¿se puede escribir «puto» a esta hora de la noche?).

Tras ese momento de celebración y como si de una misa se tratase, los feligreses volvieron a tomar asiento, pero los ánimos ya estaban encendidos e iba a ser difícil mantener al público sentado cuando, además, se está presentando un disco concebido en su mayor parte para ser bailado hasta que duelan los pies. Y así fue como en la segunda mitad del concierto los asientos estuvieron casi de decorado gracias a canciones como «Pura Geografía», «Trista a Miami» o la versionaca de «Ni Picassos ni Dalis», que muta de su sonido original hasta una canción que podría formar parte de la Rave de Zahara. Un pepinaco para reventar la suela de los zapatos.

Se sucedían las canciones y aumentaban las sonrisas, los abrazos y los saltos entre el público. Y en ese estado de celebración apareció Mar Grimalt (única colaboración personificada a pesar de haber tres más en el disco) y con la «Balada del Trast» se anunciaba la proximidad del desenlace, como si de repente nos encontrásemos a 20 de agosto y el final de las vacaciones estuviese a la vuelta de la esquina. Pero, como decía al principio, los amores de verano siempre dejan un buen recuerdo, y Maria Jaume acabó como un buen amor de verano, dándole luz a «Mala vía», una canción que habla de volver a un tiempo antes de que todo doliese. Una canción que es flor en el hormigón y que para el directo se ha transformado en un temazo rompepistas que te deja con ganas de más (¿es muy viejuno decir rompepistas?), de salir a la calle, quedar con tus amigos, abrazarte, disfrutar el momento y, sobre todo, con ganas de volver a un concierto de Maria Jaume. Pero esta vez al aire libre, con cerveza fría y donde poder bailar, saltar y cantar hasta la afonía mientras el sol se pone y al verano aún le quedan días por delante.

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Publicado por:

Fotógrafo de la escena musical española y local desde 2010.
Colaborador de festivales y revistas de ámbito nacional, ha expuesto en diversas ciudades españolas y en el extranjero.
Fotógrafo en Mallorca Music Magazine.

Cinéfilo que ha descubierto otro placer en la música en directo. Amante de la fotografía, de las primeras filas y de gritar las canciones hasta quedar afónico.

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