Palma, martes 8 de noviembre de 2022
Concierto de Oliva Trencada en el Teatre Principal de Palma
Dijo aquel que la fantasía abandonada de la razón produce monstruos imposibles. Pues el martes estuvieron todos: la fantasía, la creatividad imparablemente creciente de la música que escribe Pep Toni Ferrer (Palma, 1975); la razón, la sabiduría sobre el escenario de una figura fundamental de la música popular mallorquina, balear y catalana de los últimos veintipico años; los monstruos y las monstruas, los genios y las genias que acompañaron al artista. Al ingenio constante del genio perenne.
Si se construyera un podio con cinco, diez cajones para aupar a las medallas de oro de sa nostra música -pues tendrían que ser al mismo nivel y sin distingos, sin segundos ni terceros escalafones- Ferrer estaría en uno de ellos sin duda alguna. Por eso, ir a un concierto de Oliva Trencada (o de cualquiera de los extraordinarios proyectos musicales que Ferrer comanda, sea Zulu Zulu o Saltamartí), genera siempre la misma sensación: estar aprovechando la vida. Ahí, ese día y durante el tiempo que duró, es donde había que estar. Y si alguien tiene un mazo de juez, es ahora cuando lo tiene que hacer sonar.
Entre la pila de virtudes de este músico (y por cierto, también excelente ilustrador y hacedor de animaciones stop-motion), está que explica muy bien sus canciones. En directo, cada interpretación viene complementada por una introducción breve, brevísima, y sin embargo muy clarividente, con significado, recorrido y calado, las más de las veces por medio de un instrumento del que Ferrer es también maestro: el sentido del humor. Y el suyo es de los mejores: no emparenta con la bufonería sino con la reflexión. Pep Toni Ferrer no quiere hacerte reír sino que pienses, que seas beligerante en actitud y exigente en la cotidianidad con las cosas importantes de la vida, como el precio del BonoBus o que vagis amb compte amb la seva fragilitat.
El martes en el Principal de Palma pasaron cosas importantes porque la ocasión era muy importante: Oliva Trencada presentaba nuevo disco. Porque sonaron canciones importantes que interpretaron artistas importantes. Porque el ejército de eminencias, participantes en la grabación de «Cel d’horabaixa» que pudieron acudir a la convocatoria, desfilaron y engalanaron la narración del gurú sobre esa «Mallorca Màgica» que casi todo el mundo sabe que existe pero muy pocos saben traducir en palabras, no digamos en música.
Así define Ferrer esa magia que busca en este disco: es tanto un sonido como una distancia, un brillo como un eco. Podría parecer tarea hercúlea llevar esas canciones y esas intenciones a un escenario, pero precisamente otro punto fuerte está en la banda: ante asunto hercúleo, resultado titánico. Sea en formato completo o con el músico en solitario sobre las tablas, el dominio escénico es amplísimo: es capaz de ser tanto intenso y enérgico como robusto y recio, dinámico hasta lo impetuoso, como poderosamente eficaz.
Fantasía, razón, monstruos. Creatividad, sabiduría, genio. Cabría añadir un aspecto más: ceguera. La categoría de las canciones que sonaron y lo categórico de su ejecución, de su feeling, de su profundísimo arraigo en el puro talento, es capaz de cegarle a uno los oídos. (Suene de nuevo el mazo).
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