Sant Joan, sábado 24 de junio de 2023
Ciclo La Lluna en Vers 2023
Concierto de Queralt Lahoz y Ven’nus en el Santuari de Consolació de Sant Joan
Desde hace unos años tengo la sensación que es imposible seguir el ritmo a las publicaciones de libros, estrenos de películas y lanzamientos de discos. Un problema agravado en el caso de la música, porque ahora ya no se sacan discos, se sacan canciones, EPs, singles de dos canciones que sirven de conexión entre un LP y otro.
Vamos, que para que no se olviden de ti tienes que estar generando contenido todo el rato. Esto es un trabajo agotador para las bandas, cantantes y creadores de arte en general, pero es que como oyente o aficionado es imposible llegar a todo y muchas veces acabas perdiéndote cosas que de haber podido llegar a ellas se quedarían en tu playlist de favoritos.
Por eso se agradecen propuestas artísticas como La lluna en Vers, con un programa musical en el que los dos conciertos de cada noche del ciclo guardan cierta relación temática, y que combina nombres con cierto reconocimiento, visiones e inquietudes artísticas que se salen de lo convencional y jóvenes talentos a los que sin duda no hay que perderles la pista.
El pasado sábado 24 de junio, en el Santuari de Consolació de Sant Joan se dieron cita dos propuestas donde la palabra, las músicas urbanas y las raíces están bien presentes. Dos mujeres jóvenes y talentosas que llenaron de emociones y bailes una noche para el recuerdo.
Ven’nus
No había terminado de atardecer cuando Ven’nus (Valèria N. Saurí) subía al escenario acompañada de su banda para presentar Bocaterrosa (Halley Records, 2023). Un disco que, como ella misma explicó, nació con el objetivo de animar a toda esa gente que está pasando un mal momento, de poner en valor la necesidad de pararnos a observar qué nos hace daño, liberarnos y empezar a vivir en paz. Tras la presentación, lanzó un reto a los espectadores que estaban plácidamente sentados: «Espero que este concierto os sirva para levantar el ánimo e incluso levantaros de las sillas». Una apuesta arriesgada para el público mallorquín, que ya sabemos que es bastante poco dado a grandes muestras de efusividad.
Escuchando el disco uno teme que una propuesta de este estilo quede reducida a lanzar bases sobre las que poner la voz de la cantante, pero por suerte para los que asistimos al concierto la maravillosa voz de la joven cantante de Sabadell estuvo acompañada de una banda tan insultantemente joven como talentosa. «Es una suerte estar rodeada de estos músicos que casi te hacen sentir que tu música es Bach», comentó Valèria sobre Gerard Pola (batería), Martí Costa (Teclados) y Nestor Pérez (guitarra), que se llevaron fuertes aplausos en los momentos en que se permitían algún solo con sus instrumentos.
Aunque en su mayor parte la propuesta musical de Ven’nus apuesta por la introspección y la electrónica de bajas revoluciones, también esconde canciones que animan a mover las caderas y saltar. Si bien el reto de hacer levantar al público de los asientos no se consiguió, sí que hubo desde bien pronto una gran conexión con este, que aplaudía con fuerza los temas e incluso los acompañaban con vítores en canciones como «Llençols», «D’estoc» y «Diable».
Para el que esto escribe, lo de Ven’nus, fue un descubrimiento maravilloso, uno de esos discos que probablemente me hubiesen pasado desapercibidos y que desde el sábado no puedo dejar de reproducir.
Queralt Lahoz
Tras quince minutos, para el cambio de escenario, llegaba el momento importante de la noche. Las sillas empezaron a sobrar, la gente se amontonó en las primeras filas y apareció Queralt Lahoz. Entonces pudimos vivir algo maravilloso que sucede a veces en los conciertos cuando hay una conexión instantánea entre artista y público. A la cantante catalana, acompañada por Marc Soto (batería), Pau García (teclados) y Fede Jahzzvmn (coros y bases), le bastó menos de media canción para metérselos en el bolsillo. Como en el caso de Ven’nus, es un auténtico lujo que la potente y cristalina voz de Queralt quede envuelta por unos músicos en directo y no solo por bases pregrabadas. Y es que la propia cantante ya ha dicho en alguna entrevista que «No contar con músicos en el escenario es un insulto a la música, hay que encontrar el equilibrio». Un equilibrio que parece también aplicar a su estilo, donde combina a la perfección la modernidad de la música urbana, bases, rapeos, letras de empoderamiento y libertad del cuerpo femenino con sonidos que nos transportan al flamenco, a la salsa, al soul o al son cubano. Ritmos que en su mayoría nos invitan a mover los pies, agachar las caderas y perrear. Queralt, que durante todo el concierto estuvo interactuando con el público, mostrándose divertida y cercana, subió a una niña al escenario a cantar con ella al ver que estaba en primera fila clavando todas las canciones, y agradeció a los papás, mamás, tías, tíos… que llevasen a las niñas y niños a los conciertos.
Tras unas primeras canciones donde el baile, las risas y la diversión estuvieron bien presentes, Queralt se dirigió al público desplegando un abanico con la bandera arcoiris, lo que provocó no pocos aplausos, para hablar de sus raíces: de su familia emigrante (su familia andaluza se instaló en Cataluña cuando a su abuela le expropiaron sus tierras); de como en esa mezcla ella es capaz de hablar un catalán perfecto y un español con acento; de cómo su abuela, a pesar de haber muerto Franco, siempre hablaba de las cosas con miedo; de como en aquellos años su abuela no pudo llamar a una hija Libertad o de como perdió a un hermano que nunca se encontró porque no era del bando ganador. «Y por eso quiero reivindicar la memoria histórica, para que no vuelva a pasar y porque, por suerte, el estar encima de un escenario nos da un altavoz y un poder que debemos utilizar aunque solo sea durante un trocito del concierto, a pesar de que a alguien le moleste». Un discurso que terminó en ovación y luego derivó en lágrimas con la estremecedora interpretación de «María la Molinera» (canción dedicada a su abuela).
Después de ese momento intenso y emotivo ya no habría más descansos. El objetivo era claro: que no quedase nadie sin bailar ni saltar. Y se consiguió encadenando cañonazos en un in crescendo potentísimo que culminó con «Me gusta», un último baile que sin duda nos dejó con muchas ganas de más y con la sensación de haber disfrutado de un concierto mucho más corto de lo que fue en realidad.
El día de San Juan se vivió una Lluna en Vers de descubrimiento y consagración con un cierre perfecto. Pues si nos habíamos quedado con ganas de más, Queralt nos comentó después del concierto que en breve la podremos volver a ver en la inauguración del Atlàntida Film Fest, en un formato de voz y guitarra «muy bonito, con boleros y un poco de llorar, pero que no os lo podéis perder». Yo solo os puedo decir que sé de uno que irá a hacer cola para que no le quiten el sitio.
Publicado por:
Cinéfilo que ha descubierto otro placer en la música en directo. Amante de la fotografía, de las primeras filas y de gritar las canciones hasta quedar afónico.
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