Palma, domingo 5 de marzo de 2023
2ª edición del Festival Paco de Lucía
Concierto de Rancapino Chico en el Teatre Xesc Forteza de Palma
Gitano de raza, gaditano de nacimiento y con un arraigado linaje familiar de cantaores en su haber, Rancapino Chico fue la figura elegida, el pasado domingo 5 de marzo, para clausurar la segunda edición del Festival de Paco de Lucía en Mallorca. Una muestra cuyos fondos van íntegramente para la Fundación del guitarrista universal.
Cinco jornadas de flamenco, desde las corrientes más ortodoxas a las más vanguardistas, con el cartel de entradas agotadas luciendo en casi todas ellas. Un festival al que se le augura un gran porvenir e incluso, en un futuro próximo, con proyección internacional.
Alonso Núñez Fernández, natural del pueblo gaditano de Chiclana de la Frontera, hijo del gran cantaor Alonso Núñez ‘Rancapino’, uno de los últimos veteranos del cante —compañero de Camarón, Chano Lobato y tantos otros— que, aunque ya no estén con nosotros, han pasado el testigo a sus hijos, como es el caso de Rancapino Chico. A a sus 35 años, el de Chiclana está considerado como uno de los mejores cantaores jóvenes, herederos del compás y el duende gaditano. Al igual que su padre, también continúa la escuela del cante de Manolo Caracol, Antonio el de la Calzá y Juanito Valderrama.
La veneración por el maestro Valderrama nos la confesaba en la amable y cercana conversación que pudimos sostener con él en los camerinos del teatro, donde no dudó en reconocer su emoción por pisar por primera vez la isla de la que el maestro Paco de Lucía se enamoró. Sin embargo, nunca olvida que, a pesar de que su padre le hablaba de él muy a menudo, se perdió una oportunidad única de conocerlo. «¡No me perdonaré nunca no haber ido con mi padre a escuchar al Maestro!», nos relataba. Aunque, casi sin llegar a acabar la frase, con la típica gracia gaditana, quiso enmendar el hecho al asegurar que «luego mi pare, no se sí para dejarme contento, me decía que cada vez que veía a Paco siempre le preguntaba por mí. Las cosas de mi pare, que tiene mucha guasa», expresaba con una amplia sonrisa. «Aunque parezca una contradicción, ya que me gusta cantar para el público, soy una persona muy tímida», quiso así puntualizar.
… aprovechó el cante por alegrías para brindar un homenaje a su barrio de Chiclana, a sus padres y a su pureza de raza gitana, mostrando por momentos esas «duquelas» en la voz que hacen que el duende a veces llegue. Y en esta ocasión parece que a Rancapino Chico le llegó.
Fue precisamente esa timidez inicial la que mostró el cantaor gaditano en sus primeros minutos sobre las tablas. Le acompañaban un grupo de músicos, también gaditanos, formado por el jerezano Diego Amaya y el portuense Paco León a las guitarras, Edu Gómez y Nain Real al compás y Rubén Amador a los teclados.
En un tono un poco bajo de voz, el chiclanero inició su repertorio con un palo siempre agradecido, unos fandangos de Huelva, cante muy querido por su maestro Valderrama. En esta ocasión quiso rendir homenaje a su padre Rancapino. Original al interpretar unas bamberas, un palo datado de finales del siglo XIX que debe su origen a la cantaora La Niña de los Peines y que, durante la década de los años 70, fue reelaborado por Fosforito con el acompañamiento, precisamente, de Paco de Lucía.
Con el cante por bulerías, Rancapino Chico fue calentando la voz y comenzó a sentirse más cómodo sobre el escenario. Con gran generosidad y simpatía dedicó uno de los cantes a la fotógrafa Lola Álvarez, presente entre el público. Álvarez ha participado en el festival, dentro de las actividades paralelas, con una exposición denominada Agua que fue exhibida en el CaixaForum de Palma.
Como no podía ser menos, aprovechó el cante por alegrías para brindar un homenaje a su barrio de Chiclana, a sus padres y a su pureza de raza gitana, mostrando por momentos esas «duquelas» en la voz que hacen que el duende a veces llegue. Y en esta ocasión parece que a Rancapino Chico le llegó. Momento de seguridad e inspiración que aprovechó para adelantarse al proscenio e interpretar a capela unas nanas, para continuar con el compás por bulerías.
Tras los aplausos de un público que se mostró en todo momento muy entusiasta con el cantaor gaditano, a modo de fin de fiesta flamenca, en corrillo, rodeado por sus músicos, volvió a interpretar a capela el mismo palo por el que había comenzado, unos fandangos. Fue el punto y final del concierto de un cantaor de los que se puede decir que «canta bonito». Con él se cerraba un festival que nos deja con ganas de conocer las sorpresas que nos deparará en su tercera edición. Sean las que sean, a bien seguro que serán con mucho arte.
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