Palma, jueves 25 de abril de 2024
Los Bioclassics de Sheila Blanco, un viaje transgresor y magistral
Por Noelia Escalas Guzmán
José Luis Luna (ver galería)
Sheila Blanco volvió a visitar nuestra isla este pasado jueves 25 de abril. Si hace más de un mes visitó la Biblioteca Can Sales para celebrar el Día de la poesía con su Cantando a las poetas del 27, esta vez el escenario elegido fue el emblemático Teatro Principal de Palma con sus Bioclassics. Estos nacieron en 2020 con una intención muy clara: contar vidas cantando, acompañada por las obras musicales más relevantes de grandes compositores. Esta nueva aventura musical de Sheila Blanco se viralizó rápidamente por las redes, e igual de rápido pasaron del mundo digital al terrenal, visitando teatros, conservatorios, incluso plazas. Para algunos esta apuesta de Sheila Blanco era excesivamente transgresora, en la connotación negativa de la palabra; una transgresión irrespetuosa a la maestría de Bach, Mozart o Chopin. Pero el tiempo, el público y los reconocimientos han dado la razón a la perseverancia, seguridad y convicción de la cantante y divulgadora en este nuevo proyecto; el gran James Rhodes no tardó en contactar con ella para mostrar su admiración y su entusiasmo; o el mismísimo Museo del Prado, que contactó con la intención de incluir el arte en esta apuesta vanguardista, los Bioclassics.
Sheila Blanco acompañada por el pianista Francesc Blanco, llenó con su potente, magistral y ecléctica voz el Teatro Principal de Palma. Un espacio privilegiado, mágico y maravilloso, porque es uno de esos lugares que una debe visitar al menos una vez en su vida; porque su estética facilita el viaje a diferentes territorios y épocas pasadas. Este viaje musical empezó con la naturalidad y dulzura inherente de Sheila Blanco, pero pronto dejó ver otra faceta nueva más cómica y divertida tanto en las presentaciones previas a los compositores, como en la letra y en la sutil coreografía con las que cantaba y bailaba la vida de Chopin, Brahms o Beethoven.
Una vez más, Sheila mostró ese amor que siente por Lorca y que la acompaña en sus dos grandes proyectos musicales, ya sea Bioclassics o en Cantando a las poetas del 27. Si en este último reivindica la recuperación, la memoria y reconocimiento de las grandes mujeres del 27, en este viaje musical de compositores clásicos tampoco se olvida de ellas, ni de la gran Clara Wieck ni de Matilde Escalas. Y este pasado jueves nos las cantó y descubrió en este original viaje que contó la vida de dieciséis artistas de la música clásica, más la vida de otro gran artista como Goya, fruto de la colaboración con el Museo del Prado y por la conexión vital que unió al pintor y a Beethoven, dos genios que sin conocerse compartieron muchas vivencias y desgracias.
Desde el principio buscó y consiguió la complicidad e interacción del público con sus preguntas e intervenciones, porque ella no solo quiere cantar, contar y enseñar; pretende enganchar desde un modo atractivo y gracioso con un objetivo muy claro: motivar y emocionar a su público.
Este viaje vital y musical de poco más de una hora nos permitió conocerlos más y ponerles cara gracias a las proyecciones que suele desplegar Sheila en sus conciertos. Empezó en el siglo XVII, en el Barroco y en el Londres de Händel con su Danza marinera, esa música acuática que nos sumerge en el mismísimo Támesis. Con el segundo compositor, la cantante dejó claro que este no sería un concierto normal, en el que los artistas se limitan a mostrar su arte y a brillar sobre el escenario. Desde el principio buscó y consiguió la complicidad e interacción del público con sus preguntas e intervenciones, porque ella no solo quiere cantar, contar y enseñar; pretende enganchar desde un modo atractivo y gracioso con un objetivo muy claro: motivar y emocionar a su público. ¿Quién es el rey del rock? ¿La reina del pop? ¿El rey del reguetón? fueron las preguntas que formuló para presentar al rey del vals, un baile que describió como el perreo del siglo XIX, porque pasaron de esas danzas barrocas y distantes a esa nueva manera de bailar más pegados y abrazados gracias a Johan Strauss.
Y de esta manera dinámica, divertida, impactante e innovadora, Sheila Blanco nos permitió conocer la técnica y emoción de Chopin con su balada Nocturno Dos, que Francesc Blanco tocó íntegramente, demostrando la conexión armoniosa entre estos dos artistas. Porque si durante todo el concierto la música del piano acompañó a la magistral voz de Sheila Blanco, esta se silenció para dar protagonismo al piano mientras escuchábamos a Edward Grieg, el Chopin del norte, y al moderno Debussy. Y viajamos al París de Ravel, el maestro de la orquestación; a Venecia y al Barroco de Vivaldi, un artista polifacético y precursor de la música descriptiva con la Primavera de las Cuatro Estaciones; a la Viena del siglo XIX de Schubert con sus lieder, el arte emotivo de musicalizar poemas; a Milán con las anécdotas lorquianas de Verdi, con ese juego de palabras Verdi te quiero Verdi; a lugares más lejanos y exóticos gracias al mexicano Juventino Rosas, que emocionó a algunos paisanos del artista que se encontraban entre el público. Incluso nos hizo viajar al pasado de nuestra isla para reconocer la música de Matilde Escalas, compositora mallorquina que la propia Sheila desconocía y que gracias a Francesc Blanco, y al disco de obra inédita suya que grabó junto al tenor José Manuel Sánchez, ha podido incluir en sus Bioclassics. Porque la historia sí ha silenciado a muchas artistas, como a la gran Clara Schumann, originalmente Clara Wieck, conocida como la reina del piano y otro claro ejemplo de la discriminación y la limitación de la mujer en el arte y en la historia.
Tampoco faltaron los grandes nombres propios de la música clásica, porque cantó al más clásico de los románticos, al más romántico de los románticos, a Brahms; a Beethoven en la versión más arriesgada y divertida con ese Beethoven Soy. No faltó Bach, con el que realmente empezó todo un buen día en Doble o Nada, uno de esos programas de radio en los que colabora. Un Bach que definió como THE BEST, su máxima inspiración, y que siempre la lleva a su infancia, cuando miraba fascinada el programa televisivo Musiquísmos. Porque con solo siete añitos soñaba con este momento: cantar a Bach y a Mozart, ese niño prodigio con el que puso el broche final a este transgresor y magistral viaje por la música.
Repertorio
1. El influyente Händel
2. Johann Strauss II: el rey del vals
3. Chopin: técnica y emoción (entero)
4. Ravel: maestro de la orquestación
5. Goya con Beethoven
6. Vivaldi el polifacético
7. Schubert y sus Lieder
8. Edward Grieg, el Chopin del norte (entero)
9. Verdi que te quiero Verdi
10. Brahms, el más clásico de los románticos
11. La gran Clara Schumann
12. Juventino Rosas, aquí está
13. El moderno Debussy (entero)
14. Beethoven soy
15. Matilde Escalas
16. Bach es Dios
17. Mozart, un niño genial
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