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Publicado el 11 agosto, 2021

The Eight Miles Davies: 50 patadas de ruido y pedales

Por Víctor Manuel Conejo Manso
Diego Águila - The Eight Miles Davis - Mallorca Music Magazine

Es muy curioso el nombre que Diego Águila (Palma, 1971) le ha puesto a su nuevo proyecto: The Eight Miles Davies. Eight miles high es una canción de los Byrds, y la banda sí le gusta mucho, muchísimo, desde siempre.

Pero no va por ahí. Miles Davis es el conocido tótem del jazz, pero tampoco es esencial en su memoria musical. Ray Davies fue el cantante y líder de los Kinks, pero no es el motivo. La causa es que Diego era la voz y guitarra principal de Honey Langstrumpf y también guitarra líder en The Redsuns, y que ambos fueron iconos del indie rock noventero en la isla. La causa es que la música es tan importante para él que casi se podría calificar de enfermedad, de sanísima enfermedad. La causa de todo, del nombre, del disco, del nuevo proyecto, es que Diego sigue teniendo el mismo problema y la misma necesidad que tenía entonces: tocar alto. Tocar muy alto.

Con el EP debut de los primeros, Perverse Gift (1993) llegaron a semifinalistas en el concurso de maquetas de la revista musical de referencia RockDeLux, y durante la gira de presentación de su primer larga duración homónimo de 1995 tocaron en la primera edición del Festival Internacional de Benicàssim (FIB). Después llegaría el single Stoned Joy (1995) y el EP Cloverleaves (1996). Todo su material excepto el último, autoproducido, fue grabado y producido por el entonces ya prestigioso y hoy incontestable Toni Noguera, estando editado por Elefant Records, una de las discográficas más paradigmáticas del indie nacional. También metieron la versión «Dead Souls en Warsaw». Un homenaje a Joy Division (El Colectivo Karma, 1995), donde compartían disco con Los Planetas, Sr. Chinarro, El Niño Gusano o Mercromina, y Taste of Cindy, esta incluida en el EP A little tribute to The Jesus & Mary Chain (Mysterious Sentridoh Records, 1995), compartiendo contraportada con El Inquilino Comunista o Los Hermanos Dalton.

Diego Águila - The Eight Miles Davis - Mallorca Music Magazine

The Redsuns editaron dos álbumes, ambos en Primeros Pasitos, disquera también histórica y además nostra, el debut homónimo de 2005 y Scubasubway! en 2008. La mejor definición, en la propia casa: «El espíritu de The Jesus and Mary Chain se mezcla con la furia de MC5, el shoegaze se deja pervertir por el rock’n’roll de alto voltaje (…). My Bloody Valentine vs. The Hellacopters». Ya entonces Águila daba rienda suelta a su gusto por personalizar su equipo de trabajo:

Grabaron con su propio equipo, sin utilizar material del estudio. Y con dos amplificadores sonando a la vez: un Marshall Superlead de 1970 y una réplica modificada de un Wem Dominator construida por el mismo Diego. Dos Gibson con algunos retoques: una Firebird V para todos los temas y una Les Paul Special Junior con palanca de vibrato en dos canciones. No llevaba la Burns de doce cuerdas que lleva en directo, que te despeina con el primer acorde.

Sabedores del sonido abrasador que buscaban, los álbumes fueron producidos por ellos mismos, aunque las grabaciones originales fueron de nuevo obra de Noguera, con el dato puntual de que el segundo se grabó en Urban Produccions, propiedad del también hoy ineludible Rafa Rigo.

Y es ahora cuando, por fin, llega The Eight Miles Davies. ¿Y qué es el nuevo proyecto de Diego Águila? Más volumen y menos gente. Son solo dos, guitarra y batería, más la voz. Que hay que decirlo ya: la voz de Diego siempre ha sido una de las más carismáticas del indie rock noise nacional. Ya desde los aires más beatle y psicodélicos de Honey, y posteriormente en la furia sónica de Redsuns aun siendo complementaria a la del cantante principal. ¿Por qué? Porque suena muy, muy canalla. Porque es el primer calificativo que podría venir a la mente al escuchar su nuevo material: indie acanallado. Tanto como elegante y sabio, pero sin duda alguna fundamentalmente perverso, granuja, inteligentemente malencarado y sabiamente canalla.

Acoplados a las nuevas maneras de consumo digital, el disco de The Eight Miles Davies solo verá la luz en formato digital. Disponible en todas las plataformas al uso desde el 1 de septiembre, de su lanzamiento en unos y ceros se ha ocupado de nuevo Primeros Pasitos. Grabado por el guitarrista en su casa, recuperando asimismo las lides de cantante, ha sido mezclado y masterizado de nuevo por Toni Noguera en su cueva The Stratoscope. El grueso del sonido, nunca mejor dicho, ha sido trabajado y definido con dos amplificadores sonando juntos (Marshall Plexi 50W y Matchless 50W, también un Fender Vaporizer de 15W en algunas canciones), más dos pedales de fuzz. Estos, por supuesto, fabricados por el mismo Diego (ver párrafo siguiente). En postproducción solo ha necesitado un trabajo puntual de doblar pistas de guitarra. El álbum nació estrictamente hace unos cuatro años, y ha sido en la pausa laaaaaarga que ha supuesto la pandemia cuando se ha finalizado su creación. «De hecho, se podría decir que lo he vuelto a grabar entero», concede el músico.

The Eight Miles Davies
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Fabricante de pedales

La otra actividad que revela la profunda filiación de Diego Águila al mundo de la música es su labor como fabricante de pedales artesanales. Con un precio medio de 300 €, viéndolos en su página dagpedals.com se le dispara a uno la saliva sabiendo de antemano la querencia del guitarrista por la gloriosa distorsión, el noise carismático y el fuzz sólida y definidamente irreverente. Y por mor de los nombres y definiciones de sus creaciones: Pinball (Silicon Germanium Distortion), Gumball (Silicon Germanium Distortion), Speedball (High Gain Overdrive Distortion), Jetfuzz (Ripping Fuzz) o Supamodel (Classic Fuzz).

Siempre interesado en la electrónica, fabricó su primer pedal «con el chasis de un pequeño ampli. Joantoni -el batería con quien tocaba entonces- lo llamaba ‘el camión’. ¡Era enorme!». Según su visión, una vez adquiridas las mínimas habilidades técnicas para ensamblar las partes sólidas, «soldadas punto a punto, como hace cincuenta años», el objetivo único y final es sencillo: «Buscar un sonido. Yo fabrico pedales nuevos, no clono otros ya existentes que es lo que hace la mayoría».

Lo mismo hace con las guitarras que personaliza y que ha utilizado en el disco, incluyendo una de doce cuerdas. «Son guitarras que no existen en el mercado porque las he montado yo. Solo me falta aprender a pulir la madera [ríe]». Sobre el objeto sentimental en sí, señala que «los pedales no los fabrico para mí, por eso los vendo. Tal vez sustituye al hecho de fabricar y vender, que ya sabemos que hoy día no se lleva». El molde exterior metálico lo encarga a una empresa especializada a la que envía los planos detallados de cada modelo. ¿Y cuántos vende? «No me haré rico, claro. Suelo fabricar unos 150 ejemplares de cada modelo». Pues ya es. Y sobre todo ¡viva! cualquier aspecto de la música que denota devoción.

Pedales DAG - Mallorca Music Magazine

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Publicado por:

Víctor Manuel Conejo Manso - Mallorca Music Magazine

Periodista de Cultura desde 1997. Lo último, 18 años en Diario de Mallorca (también como diseñador editorial). Antes recuerda haber pululado por Cadena Ser/Radio Mallorca, IB3 TV/Ràdio, Mondo Sonoro Balears, Youthing o Radioaktivitat, más diversas promotoras, productoras, agencias de comunicación, centros de creación y gestión cultural, etc. Ingresos extra como DJ y liante.

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