La cantautora acaba de presentar A Gran Velocidad, su último y flamante trabajo discográfico
Ya hemos tenido el placer de escuchar al completo A Gran Velocidad, el cuarto álbum de Victoria Lerma. Producido por Toni Brunet y grabado entre Madrid y Mallorca, el disco está compuesto por 10 notables temas cuyos lanzamientos hemos seguido atentamente durante los últimos meses. Un largo proceso que culminó hace pocos días, dejando como resultado uno de los trabajos más interesantes del año.
A Gran Velocidad es un disco que debería llevar un gran aviso en la portada, «Warning, emotional content», ya que su escucha podría hacernos zozobrar anímicamente si nos lanzamos a la misma sin las debidas precauciones. Antes de entrar hay que abrigarse bien y ponerse un buen chubasquero, pues atravesaremos un área de inestabilidad atmosférica donde encontraremos lluvia, neblinas, viento, frío, hielo e incluso habrá ratos donde brille el sol. Un viaje donde acompañaremos a Victoria en su proceso de introspección, siempre con vocación sanadora, en el cual no duda en desnudar su alma sin pudor para identificar y ponerle nombre a las sombras que la habitan, desatando una avalancha de sentimientos que la cantautora aborda con una honestidad que abruma, tan descarnada como llena de sencillez y belleza.
Un trabajo repleto de emociones difíciles de encauzar y estados cambiantes, que no obstante arranca con cierta determinación con «Punto de no retorno», tema cuyo nombre puede tomarse como toda una declaración de intenciones. A partir de aquí comienza un camino complicado, a veces tortuoso, donde nuestra protagonista mirará constantemente para atrás y muchas veces deseará dar la vuelta, como pasa siempre que transitamos por caminos poco seguros o desconocidos. Un viaje que nos mostrará cicatrices y heridas aún abiertas, como en la conmovedora «Impacto», cuya sobria y delicada instrumentación realza el desamparo que emana de su quebradiza voz. O como en la triste «Calle rota», con su amarga letanía de recuerdos, dolor y superación.
Las dudas, los miedos y la incertidumbre serán lugares comunes en la mayoría de los temas, un hilo conductor donde caben todo tipo de emociones excepto el odio, la ira o el rencor. Tampoco hay lugar para el victimismo ni otras maneras de recrearse en el dolor. Lo más parecido que podemos encontrar a una protesta es la sana rebeldía de «Sociedad Supermercado», una canción que señala el vacío existencial y el hastío que se extienden por la era digital en la que vivimos, cada vez más deshumanizada. Otras emociones muy presentes en el disco son la nostalgia y la melancolía, a veces no exentas de dulzura, como en «La Libertad», que es lo que se experimenta justo antes de que un objeto lanzado al aire vuelva hacia el suelo atraído por la fuerza gravitatoria. Incluso hay sitio para canciones más optimistas y luminosas, como «Dancing with the wild wind», tema en inglés donde la mallorquina nos anima a eliminar el dolor bailando con el viento salvaje, para que lo barra y se lo lleve bien lejos.
En definitiva, un álbum que merece la pena escuchar y sentir con la misma valentía y determinación con que su autora lo compuso. Eso sí, antes conviene revisar que no nos quede ningún hilo suelto en el corazón, no vaya a ser que se nos enganche en algún triste recuerdo y nos haga un descosido.
Victoria Lerma presentará A Gran Velocidad en Palma el próximo 2 de diciembre en el Teatre Xesc Forteza.
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Aprendiz de todo, maestro de nada. Programador, diseñador web, editor, redactor y codirector de esta nave.
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