The Fuzztones en Es Gremi

Finalmente por inevitables y predecibles motivos fue la Sala 1 de Es Gremi la que acogió el concierto de los norteamericanos The Fuzztones, previstos inicialmente para inaugurar la esperada Sala Zero del complejo. Con más de una hora de retraso, tras la actuación en el también de estreno oficial Riff Club de nuestro querido Hombre Lobo Internacional, que ejerció de eficaz y acertado artista invitado, y también tras la actuación por partida doble de dos bandas tributo a Héroes del Silencio (porque se ve que una solo no era suficiente), por fin subieron al escenario grande Rudi Protudi y los suyos.

Aproximadamente quinientas personas asistieron a esa ceremonia casi eclesiástica que supone ver a una de las más legendarias y singulares bandas neoyorquinas que jamás haya existido en el universo psico-garajero. El cuarenta aniversario de su álbum debut «Lysergic Emanations», obra cumbre y de culto absoluto, fue la excusa perfecta que hizo que mereciera la pena sacar de sus cómodos sofás a un público más bien talludito, que no dudó en calzarse de nuevo su chupa de cuero para disfrutar del aquelarre sonoro que arrancó por todo lo alto con «1-2-5» y «Bad News Travels Fast».

El sonido omnipresente del fuzz provocado por sus marcianas guitarras Vox daban lustre trallazos mediante a himnos psicodélicos como «Radar Eyes» o «Gotta Get Some», que retrotrajeron a los espectadores a la primera mitad de los 80, cuando Fuzztones reinaban y de paso recuperaban las oscuras sonoridades de bandas sesenteras como los Sonics. Lección magistral por parte del cantante, líder y único miembro original de la banda sobre cómo mantener la dignidad sobre el escenario a sus 72 primaveras y dar un espectáculo digno y creíble, sin concesiones sonoras a los tiempos que corren, haciendo lo que se espera de ellos y nada más (y nada menos) que eso. Sobre el escenario acompañaron al maestro de ceremonias Marcelo Sallis a la guitarra, Paul Rodas al bajo, Nico Secondini a los teclados y Marco Rivagli a la batería, medalla al mérito casi deportivo para este último, que le atizaba a los tambores como si un hubiera un mañana y que puso la sala patas arriba con sus pirotécnicas acrobacias.

Cierre en falso con «In a Gadda Da Vida» de Iron Butterfly que les sentó como un guante, y fin de fiesta por todo lo alto con «Cinderella» y «Strychnine».

A todo esto, hacía más de hora y media que los seguidores de los dos grupos tributo a Héroes del Silencio que habían actuado antes se habían largado, desapareciendo sin entender absolutamente nada de lo que vino después. Gracias.