Palma, sábado 28 de enero de 2023
Concierto de Antònia Font en Son Fusteret para clausurar las Festes de Sant Sebastià de Palma
Entrada: muchas mil personas
¿Alguien recuerda algún concierto hipermultitudinario de Antònia Font aparte de los celebrados en Inca en junio de 2022 (de pago privado) y el palmesano de la reciente revetla de Sant Sebastià (de pago con dinero público)? Yo tampoco. Celebremos la súbita hiperpopularidad de los mallorquines a modo de hypes de moda -ineludibles por opinión aprendida, auténtica pandemia del siglo XXI-, y no nos sorprendan las letanías habituales también oídas al vuelo en el día que Palma descubrió al histórico grupo: «No conozco a la chica esa», «¿pero no son catalanes?», «solo conozco los dos o tres temazos».
¿Cuánta gente fue a su recital revetlero? La única respuesta verídicamente contable es «Fue todo el mundo». Cuesta tener opiniones propias porque supone largo esfuerzo en documentación y reflexión individual, y no es solo cuestión del frío congelante de las materias grises. HABÍA que estar allí, como en Instagram HAY que colgar fotos de paellas dominicales y de atardeceres (spoiler: suceden cada día). El concierto de Antònia Font confirmó que nadie les pedirá nunca que sean los Guns n’Roses que en 1988 podían incendiar los escenarios de Calgary, pero ni falta que les importa. Para disfrutar de sus conciertos solo hace falta nadar a cámara lenta, lo cual conecta con la única fatalidad a reprocharles en aquella velada polar: no tocaron «En s’estiu».
Si el de Inca se anunció hasta la saciedad como la última oportunidad mallorquina de verlos en directo, y el de Palma tampoco lo será, solo cabe clamar «i alegria!». Jaleemos pues su constantes de siempre y para siempre: nunca fueron ni serán incandescentes sobre las tablas, pero como contrapartida sonarán perpetuamente dos docenas de temazos coreables. Y con suerte se podrá asistir a anécdotas como las vividas en aquella gélida noche: la voz de Pau Debon fue de lo poco que no asistió al concierto, y ruidosidades casi inéditas en la carrera de la banda como «Punyeta món» pueden volver a generar que salgan espontáneos a escena, con el consiguiente placaje contundente y rápida evacuación por parte de «amants perfectes» en forma de agentes de seguridad.
Resumen: los 341.000 € de coste de la producción de los minutos musicales de Antònia Font en la revetla y 120.000 de caché para la banda y su equipo, en ningún momento iban a provocar sangre, devastación, muerte, guerra y horror -ni particular ni mediática-, sino un sistemático e inamovible «oh la la».
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