Palma, sábado 22 de abril de 2023
Concierto de El Drogas en Es Gremi dentro de la gira Barricada 40º
¿Qué significa para un músico conseguir el éxito? Y sobre todo, ¿cómo se mide? ¿En el número de copias vendidas? ¿En el número de reproducciones de Spotify? ¿En la cantidad de dinero en su cuenta corriente? ¿En el reconocimiento por parte de otros músicos? Dejo aquí esta reflexión que trataré de responder al final de esta crónica.
Faltaba una hora para el concierto y en las inmediaciones de sala Es Gremi ya se respiraba el ambiente de las grandes ocasiones. Fuera aguardaban más de un millar de veteranos y aguerridos rockeros preparados para recibir a toda una leyenda patria como El Drogas, alma máter de la mítica banda navarra Barricada.
El curtido músico llegaba a Mallorca mediando el ecuador de su extensa gira Barricada 40º, que conmemora el 40 aniversario del nacimiento de la banda. Una gira que comenzó en 2022 con la «modesta» cifra de 8 conciertos en 8 ciudades de la geografía nacional y que ha tenido que ampliar a una treintena más en 2023 dada la abrumadora respuesta del público, con las entradas agotadas en muchas de las citas. Y es que el legado de Barricada sigue siendo venerado por aquellas generaciones de rockeros que tuvieron la suerte de crecer en los 80 y 90, donde los grupos de rock urbano aún tenían tomado el pulso de la calle. Su estilo aguerrido y reivindicativo, emparentado con el punk, caló en la juventud de la época y ha sido referencia para otras grandes bandas que han venido después, como Extremoduro o Marea.
En el interior de la sala 3 de Es Gremi, totalmente abarrotada, el ambiente se puso al rojo con la salida de Enrique Villarreal Armendáriz, ‘El Drogas’, y su banda. Con Txus Maraví a la guitarra, muy afilado durante toda la noche; Eugenio Aristu «Flako» al bajo, sobrio y consistente, y el enérgico Brigi Duque a la batería. ¡Y qué salida más explosiva! ¡Qué garra y actitud! A sus 63 castañas El Drogas saltó al escenario con el ímpetu de un veinteañero que viene a comerse el mundo, mientras el público enloquecía.
Arrancaron a degüello con «En la silla eléctrica», primer tema del primer disco de los navarros (publicado en el lejano 1983), con el que pusieron a saltar a toda la sala. Y a partir de ahí, sin bajar el pistón, se fueron sucediendo los himnos. Sobre el escenario cuatro músicos en estado puro, con muchas ganas de liarla y cero artificios. Ah, y carisma a paladas. Todo el que sigue emanando El Drogas con su sola presencia y su imponente aspecto, a medio camino entre un excéntrico aristócrata y un viejo pirata.
El público, mientras tanto, a lo suyo, celebrando y coreándolo todo. Con este ambiente los primeros pogos no tardaron en aparecer. En otro contexto chocaría ver a personas talluditas en dicha tesitura, pero no aquí, en un concierto con el navarro de maestro de ceremonias. Por momentos nos hizo sentir con 30 años menos.
Los temas iban pasando, pero la entrega no mermaba. Hasta la sexta canción, «No sé qué hacer contigo» no bajaron algo el pie del acelerador. Pero fue un espejismo, pues después vino «Bahía de Pasaia» y volvieron a la carga. Un ritmo que mantuvieron durante todo el concierto, más de dos horas exigente espectáculo sin apenas pausas ni descansos. Con algunos discursos del Drogas a la hora de presentar algunos de los temas, pero siempre muy breves y enseguida de vuelta al lío.
En cuanto a los músicos, se les veía sobrados de técnica y actitud, además de muy bien coordinados, sonando en todo momento como un bloque compacto y bien engrasado. Cierto es que los temas de Barricada funcionan sin necesidad de grandes alardes técnicos, pero también es justo recordar que falta una guitarra respecto a la formación original, y no se notó. Txus Maraví prendió el ritmo y el nervio necesario a los temas y, de vez en cuando, cuando la canción lo permitía, colaba algún detallito de clase. En cuanto a la voz, El Drogas supo interpretar con solvencia aquellos temas que cantaba el añorado Javier Fernández ‘Boni’.
En el tramo medio del concierto pudieron haber aflojado algo más, pero no lo hicieron. Los grandes momentos se iban sucediendo casi sin descanso, como en «Víctima», «Rojo», «Tentando a la suerte» o en «Okupación». En el tramo final apretaron aún más, con una traca final impresionante donde sonaron, una detrás de otra, «Lentejuelas», «Todos Mirando», «Oveja Negra» y «En Blanco y Negro». Con esta última cerraron en falso en plan absolutamente apoteósico, una locura.
Para los bises dejaron nada más y nada menos que «Esta es una noche de Rock & Roll», «Animal Caliente», la mítica «No hay Tregua» y «Esta noche». Inmejorable fin de fiesta con el público coreando al unísono aquello de «Esta noche no es para andar por esas calles».
Y así terminó el repaso por la extensa discografía de una de las bandas de rock más queridas y recordadas de nuestro país. Y ahora llegó el momento de responder a las preguntas que dejé coleando al inicio de esta crónica. ¿Qué significa para un músico conseguir el éxito?
Algunos dirán que el éxito es vender millones de copias, o tener millones de reproducciones en tal o cual plataforma, que es la matraca que nos repiten los medios, y algo de cierto hay en dicha afirmación. Otros señalarán que el éxito es poder llenar de ceros la cuenta corriente gracias a la música, y tampoco andarán desencaminados. O actuar en los principales escenarios del tal o cual continente, o ser tan famoso que no puedas caminar libremente sin que te reconozcan… Todos tendrán algo de razón, puesto que el éxito, al final, es como un cofre cerrado donde cada uno proyecta sus ambiciones.
Pero el éxito también puede medirse en términos menos materialistas, aunque no por ello más fáciles de lograr. Barricada fueron populares, pero no conocieron el éxito masivo en los términos arriba expuestos. No vendieron millones de copias (aunque sus discos se copiaron a mansalva) y, salvo por un par de temas, apenas sonaron en las radiofórmulas. El Drogas no llenó de ceros su cuenta corriente y a día de hoy sigue viviendo en Pamplona, en el mismo barrio de su infancia. Y sin embargo, desde unas coordenadas «más modestas», marcaron la vida de miles de personas que, cuarenta años después, siguen recordándolos con cariño y admiración y siguen recitando de memoria aquellos himnos grabados a fuego en su juventud. Creo que para un músico no hay mejor éxito que ese.
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