The Kooks ni hablar, Vetusta tal vez, Bad Gyal según se mire, y todo por culpa de Rusowsky

Pareció un plan previsto y ensayado: ya que arrancaba el festival, mejor hacerlo apabullando. Así abrió la escena local, con un sonido que acompañó y tronó, pero sobre todo mediante repertorio y directo: el pop bastante sombrío y bastante corpulento de Mut, el hedonismo a la anglosajona de Bilo, y también el neopop doliente de Xavibo y Llvna.

En los de fuera, el primer guantazo glorioso lo dieron Courting: rock garagero hiperelectrificado, canónico pero no clónico. Reinaron poco, pues llegó Rojuu y les quitó la corona: «emo trap», «shadow pop» o como se llame, su personalidad musical y escénica es muy única pero también muy nueva. Por eso fascina tanto y por eso muchos aún no entienden por qué les fascina. Ya sucederá porque probablemente su influencia llegará a ser generacional. No sucederá con Carlangas: el excantante de Novedades Carminha complementa neohooliganismo tropipop con abundantes versiones inesperadas generando tanto fiestón como perplejidad.

Con la noche avanzada las cabezas se giraron hacia los cabezas de cartel: hoy día la mejor banda tributo a Vetusta Morla es Vetusta Morla. Llenaron y triunfaron porque ya llenan y triunfan siempre, pero incondicionalidad automática y éxtasis casi gospel surgen de un público que parece del que no va habitualmente a conciertos. O peor: venerará a Coldplay de por vida como también se pasará los próximos 25 años contando que el concierto de Muse del MLF 2022 fue lo mejor que les ha pasado en la vida. ¿Saldo final positivo para Vetusta? Tal vez y según para quién.

Con The Kooks todo fue impecable: su directo y el abandono progresivo de un público con el que no conectó. Probablemente su brit indie rock dosmilero canónico y clónico caduque impecablemente no tardando mucho (véase Editors). León Benavente llevan diez años arrasando porque llevan diez años haciendo el mismo concierto arrasador. Como no son Vetusta Morla, al tener menos seguidores siguen conquistando feligreses en cada bolo, y siempre conquistan porque comunican no que te quieran emocionar sino que te quieren follar. El método de Natos y Waor es otro: insistir en comunicar lo frustrados y sobre todo lo enfadados que están. Afortunadamente para todos, últimamente también insisten en llevar en directo una parte audiovisual imponente.

No pareció que tuviese ningún plan, ni que lo tuviese previsto o ensayado, y tal vez por eso lo consiguió: Rusowsky arrasó por encima de todos. Su nombre fue perenne en boca de la multitud creciente que, parece que sin plan previo, se acumuló y se fascinó en su concierto. Sorprendió y fascinó tanto que hasta se nos olvidó hacer la foto. Teoría del Triunfo Imprevisto de este que escribe: arrasó porque apostó no por un repertorio heterodoxo, sino por hacer absolutamente lo que le dio la gana. Arrasó porque apostó no por tener un plan, sino por su talento.