Depedro: músicos de verdad, canciones de verdad

Como un trueno salió Depedro, la banda de Jairo Zabala, al escenario para encender la mecha en otra de esas Mallorca Live Nights en Es Gremi para no olvidar. Un concierto que muchos esperábamos desde que a mediados de verano se anunció que seria en otoño y en sala, algo que muchos preferíamos para poder disfrutar de un repertorio tan particular y caliente como el de la banda madrileña.

La intro de “Como el viento” sirvió para dejar claro desde el principio que no venían a hacer prisioneros. Y es que el público mallorquín esperaba el regreso de Depedro a la isla como agua de mayo. Funk sabrosón para vestir “Hay algo Ahí” y de paso dejar claro que Jairo es, además de un gran intérprete y autor, uno de los guitarristas con más personalidad de este país, como demostró a continuación en “Hombre bueno”, soberbia canción en la que se calzó esa guitarra acústica de sonido áspero y vibrante que también es marca de la casa. Para entonces el público ya estaba totalmente entregado y comprometido para agradecer con complicidad esa ristra de canciones eternas que la banda traía bajo el brazo.

“Máquina de Piedad”, de su último álbum, también tuvo su merecido lugar en el setlist , con esa textura heredera de sus amados Calexico que el líder de la banda defendió con la firmeza del que sabe que sigue mirando hacia delante en sus composiciones. A continuación, “Nubes de Papel” se confirmó como el primer momentazo de la noche, cuando el público no dudó en acompañar al cantante con calor y complicidad para subir diez grados el termómetro de la sala. Y casi sin pestañear pasaron a “Déjalo ir”, consagrada canción de su repertorio que forma parte de la vida de muchos de sus fieles, con ese estribillo tan duro como emocionante que todos sabemos de memoria.

En pleno estado de gracia, la banda ya sabía que se había adueñado de la noche y era el momento de sacar de la chistera ese segundo momentazo, ya marca de la casa, en el que Jairo y sus músicos se mezclan con el público y dan paso a ese vibrante y comunal beat en el que invitan a los asistentes a participar en una experiencia casi de carácter tribal. Emocionante no, lo siguiente.

No le íbamos a dejar irse sin tocar “Comanche”, que sonó explosiva y certificó por que son una de las bandas más creíbles de este país. Son músicos de verdad haciendo canciones de verdad, y poco más se puede pedir, con eso nos sobra.

“Te sigo soñando”, una de sus esperadísimas balas de plata, salió antes de lo esperado, sonando creíble e intensa a partes iguales. La tonada es una composición de carácter universal que se ha convertido casi en todo un himno y que demuestra que la banda está ahí por derecho propio. El éxito de Depedro se explica gracias esa extraña y afortunada combinación de trabajo, talento y constancia, siempre sin despegar los pies del suelo, que Jairo Zabala ha demostrado durante tantos años de carrera. Cualidades que se evidencian en temas como “Fiesta”, de su admirado Joan Manuel Serrat, una versión que ha hecho suya a base de respeto y sin necesidad de añadirle ni una pizca de impostura, quedándole como un guante.

Fiel a los suyos y amigo de sus amigos, aprovechó la estancia en la isla de Andrés Litwin, su exbatería, para invitarle a subir al escenario y dejarle participar junto al resto de músicos: Hector Rojo al bajo, Enrique Fuentes a la guitarra, Martín Wenk a la trompeta y el glockenspiel y Javier Gómez Pacheco a la batería. Así, en familia, abordaron todos juntos “Antes de que anochezca”. De ahí saltaron a “Diciembre”, que incluyó un abrasivo solo de guitarra a lo Wilco que nos puso la piel de gallina.

Afrodisiaca sonó “La memoria” y funk su “Mañanita” en un momento en que lo difícil era parar de bailar y cantar al ritmo de una banda que llevó en volandas al público hasta el éxtasis. A tal punto que tuvieron que poner orden con su exquisita versión de “Llorona”, donde la voz áspera y sedosa de Jairo, que defiende este clásico como nadie en este país, nos trasladó a las costas de Oaxaca y Veracruz en un viaje sonoro intenso y exquisito. Un viaje que sirvió para dar paso a los inevitables y esperados bises.

Salió solo con su guitarra a atacar “Noche Oscura” y “Solo Contigo”, y posteriormente invitó al resto de la banda a hacer un último tema. No le íbamos a dejar irse sin tocar “Comanche”, que sonó explosiva y certificó por que son una de las bandas más creíbles de este país. Son músicos de verdad haciendo canciones de verdad, y poco más se puede pedir, con eso nos sobra. Pero claro, hay músicos especiales a los que no les basta con darlo todo en el escenario durante casi dos horas, así que toca descolgarse la guitarra y bajar al chiringuito del merchandising, como un obrero más, y atender uno por uno a los cientos de fans que abarrotaron la sala. De otra pasta, vamos.