Palma, jueves 21 de julio de 2022
Concierto de Estopa en Son Fusteret
Pocos artistas nacionales pueden presumir de tener un público tan variopinto e incondicional como el que tienen los hermanos Muñoz, David y Jose Manuel, es decir, Estopa.
Vayamos por partes, porque aquí se juntan muchas cosas. Para empezar, centrémonos en sus canciones. Desde el momento en que aparecieron de forma explosiva en la escena musical ocuparon un espectro enorme, con esa mezcla de rumba y rock tan personal y que bebe tanto de Extremoduro como de Los Chichos, algo que inexplicablemente nadie hizo hasta su llegada, o al menos tan bien.
Luego está el hecho de que caen bien, otra cosa fundamental para explicar su éxito masivo. Parecen de verdad, actúan ante los medios como de verdad y se relacionan con su público como dos chicos más del barrio, sin dejar espacio para el glamour u otras banalidades. Así lo constataron los días previos a la actuación, en los que estuvieron por nuestra ciudad como dos ciudadanos más, como si no fueran estrellas o no quisieran ser conscientes del asunto. Veinte años de éxito y millones de discos vendidos no les han hecho perder la cabeza, algo de lo que muchos otros artistas de su nivel no pueden presumir, y siguen demostrando allá donde van que continúan siendo esos mismos chicos de Cornellá que un día cumplieron su sueño.
Veinte años de éxito y millones de discos vendidos no les han hecho perder la cabeza, algo de lo que muchos otros artistas de su nivel no pueden presumir, y siguen demostrando allá donde van que continúan siendo esos mismos chicos de Cornellá que un día cumplieron su sueño.
Son leyenda y la noche del 21 de julio dejaron constancia de por qué gustan a todo tipo de gente, independientemente del sesgo generacional, cultural o musical. Arrasaron con todo, como era previsible una vez se confirmó el sold out días antes del concierto. Salieron al escenario 15 min. después de lo previsto, con la sonrisa puesta, y arrancaron con «Tu Calorro». De repente todos nos dimos cuenta de que daba igual si eras de Son Armadams o del Rafal, de Albacete, Murcia o Barcelona. Había verdad y ganas de pasárselo bien, igual en el escenario que entre el público.
Pasaron del «Vino Tinto» a «Fuego» y «Tragicomedia» a degüello, con su rumba catalana para demostrar que son los herederos legítimos de Gato Pérez, de Peret y del sonido «Caño Roto» de las Grecas. Sus letras no son sofisticadas ni ambiciosas, pero entran en los poros de la piel de los asistentes y calan hasta lo más hondo. Recuerdos a sus amigos Fito y Fitipaldis antes de ponerse la «Camiseta de Rokanrol» con un feeling entre ellos que ya quisieran los Gallaguer.
«Partiendo la pana», delirio colectivo y ese espíritu tan de cinta de gasolinera que explotan como nadie, con sentido del humor, ¿por qué no?, antes de «La Raja de Tu Falda», canción para oír en el coche a toda hostia camino de la playa o donde sea. A los conciertos de Estopa uno puede venir también aunque no conozca ninguna canción (cosa poco probable). Lo va a pasar igual de bien y se va a dejar contagiar por el brillo de los ojos de los Muñoz aunque no quiera.
En su directo se dejan acompañar por músicos increíbles, de eso no hay duda y es meritorio, pero el peso de sus actuaciones recae sobre la química entre los dos hermanos. A veces cuesta creer que se lleven tan bien, los que tenemos hermanos sabemos de qué hablamos.
En su directo se dejan acompañar por músicos increíbles, de eso no hay duda y es meritorio, pero el peso de sus actuaciones recae sobre la química entre los dos hermanos. A veces cuesta creer que se lleven tan bien, los que tenemos hermanos sabemos de qué hablamos.
«El del Medio de los Chichos», tema fundamental en su carrera, apareció en los sueños de las miles de personas que abarrotaron el recinto. Les dedicaron la siguiente a su abuela, ¿será verdad que son tan buena gente? Son sencillos hasta para estas cosas, y su público los estima como si fuesen de la familia.
«Ya no me Acuerdo», cantada por José Manuel Muñoz, dio paso a un discurso semipolítico algo naíf, para pasar a reivindicar el orgullo obrero con «Pastillas de Freno». Luego llegaron «Me Falta el Aliento» y «Tu Fuente de Energía», con su carga de moralina bienintencionada, pero que en sus manos resulta honesta, necesaria y, quizás, hasta útil. A saber.
Bises íntimos y domésticos mano a mano en plan flamenco en «Demonios», y solazo de «cajones» a cargo del percuta y batería. Recuerdos y reverencias a Sabina, ¿por qué no? Todo vale cuando el público está tan entregado, y de ahí a «Cacho a Cacho», cotizado broche de oro y casquería fina, al igual que «Como Camarón», que ya aparecía en aquella mítica maqueta en la que, hace ya muchos años, algún avispado A.R. de su discográfica vio una mina de oro y una fuente de éxitos incalculable, y con la que cerraron un show sencillo y brillante.
Dan tan buena vibra y son tan de verdad que… joder… hasta dan un poco de rabia, la verdad.
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