Fito & Fitipaldis: mucho más que «esa canción»

Se hicieron de rogar el bilbaíno y su banda más de lo esperado. Mientras, 8.000 almas agitadas y ansiosas se aglutinaban frente al escenario para ver a su ídolo en su único concierto en la isla dentro de su gira Cada vez Cadáver.

«A Quemarropa» sirvió para encender el contacto y dar la sensación, a priori, de que llegaban algo cansados al concierto, uno de los últimos de su gira española, pero poco duró esa impresión. Quizás la energía de un público fiel y que los ama fue lo que les dio el punch energético que necesitaban a partir de la segunda canción, «Huyendo Conmigo de Mí».

Arropado en los flancos por Javier Alzola al saxo y a su derecha por su legendario guitarrista Carlos Raya, incendiaron el escenario, mas guitarreros y directos que en giras anteriores, aun sin el soporte de los teclados. Mostraron su fiereza como si buscasen reencontrarse con un pasado que nunca dejaron atrás. Aunque también los vimos juguetones por momentos, como en «Ya no Queda Nada entre Tú y Yo», porque de eso va esto del rock and roll, de eso y de darlo todo hasta el último concierto de la gira, a pesar del cansancio. No hay tregua cuando el compromiso es total.

En cuanto a su repertorio, a estas alturas de su carrera ya no les queda sitio para temas menores. Cierto es que no aportan nada nuevo, pero en realidad tampoco lo necesitan. Todo marcha con la precisión de un reloj suizo y, al margen de la opulencia de los medios técnicos de que disponen para su soberbio espectáculo, son canciones que funcionarían igual de bien en un bareto con 100 personas, ya que el nivel de comunicación y conexión es y sería el mismo. Fito y su banda están ahí por méritos propios, le duela a quien le duela. Cada noche se ganan palmo a palmo a su público, ya sea con canciones efectivas y brillantes, como «Todo a Cien», o cuando su líder se pone disfrutón y empuña su Stratocaster Serie L para solear con brío y una técnica tan depurada como sucia, como el gran maestro a las seis cuerdas que es.

«Corazón Oxidado» sigue emocionando con su redonda letra que llega a las entrañas. También se pusieron muy funkys y negratas en la intro de «Quiero Gritar», que destaca y sobrepasa los límites de esa fórmula sonora suya, tan recurrente y habitual como efectiva. Como en esa base rítmica tan stoniana a cargo de Coki Jiménez a la batería y Alejandro Climent al bajo para dar soporte a «Viene y Va». Reseñar también el sofisticado duelo de guitarra que se marcó Fito Cabrales junto a Carlos Raya para empezar «La Casa por el Tejado», imprescindible y útil para ir cerrando el chiringuito no sin antes tocar, como no, «Por la Boca Vive el Pez».

Luego llegaron los bises, que partieron suaves y en plan folk con «Abrazado a la tristeza» y continuaron, como no, con otra tan necesaria como obvia, esa canción que le dio luz verde para llegar al corazón de audiencias masivas y que es parte fundamental de la historia musical de este país, su «Soldadito Marinero». Pero oops!, sorpresa, tras estas llegaron, para deleite del respetable, «Entre dos Mares» y «Acabo de Llegar», regalazos que no necesitaban hacer si no fuera por el compromiso que mantienen con su audiencia. Algo que debemos reconocer o, como mínimo, respetar. Porque Fito y su banda son mucho más que «esa canción», eso lo sabe cualquiera, y en directos como el que ofreció la pasada noche en Palma lo dejan «clarinete».