BRAMAR

Aquello no era una selva pero hubo fieras. Se cantó y se tocó a dentelladas. A este que firma le gusta que le intimiden desde el escenario, y así cumplieron los Foraster. Qué menos en esta ocasión de oro: presentaban primer disco. Rotunda banda y además, como dijo un filósofo, a cada cosa, su cosa: jaleo aparte para el del micro cantante. El disparatao, el de la voz de oro: Jose el foraster. Al final, banda y cantante a la de una: conjuntos, inapelables y fieras.

Se podría calificar de concierto personalista: a las voces de ambos grupos (también con Pere Bennàssar al frente de los compadres de aquel día, Àcid Làctic), hubo dos barbaridades que mandaron y engrandecieron tanto la velada que juraría haber visto curvarse las paredes del local. Es habitual que en directo quien canta focalice atenciones, pero aquí hubo más: si el rock&roll es mezcla de actitud y talento, a cualquiera de los frontmen le podría dar una sobredosis de una u otro. Ítem más en Foraster: los textos. Son de impresión cuando no impresionantes. Y eso que no los escribe quien los canta, que es lo habitual: el foraster se apropia, mimetiza e hincha de vida unas letras mayormente obra del bajista Toni Fiol.

Felizmente ya es costumbre, pero merece reafirmación: la música en Can Lliro suena muy alta y muy bien. Por tanto jaleos y loas y palmas y cariños para quien se lo trabajó y lo consiguió: los «residentes» Estudis Favela, representados en esta ocasión por Michael Mesquida, y el «invitado» Joan Rosselló de On Line Sonoritzacions. Ideal para que Foraster, en resumidas cuentas, hicieran lo que hay que hacer cuando presentas disco: no tocar sino bramar. Adenda: envidiables y gloriosos los temazos que antes, en el intermedio y después soltó DJ Lou Cypher, acompañado en tal magna ocasión de un muy honrado escudero. Tampoco sorprendió: n’Alfons és un fiera.