Palma, domingo 22 de septiembre de 2024
Canciones agridulces y acordes menores de ayer
Por Julio Molina
José Luis Luna (ver galería)
Ganas por parte de un público talludito y predispuesto, que saltó del sofá un domingo por la tarde, no faltaron, no fue eso. La intención era buena y la visita a nuestra isla, más de 20 años después, de la banda neoyorquina afincada en Boston, justificaba la gesta épica.
Con un aforo cercano a las 500 personas, que no está nada mal para este tipo de músicas en los tiempos que corren, salieron al escenario Dave Gibbs y los suyos, con la formación original que allá por los lejanos años 90, con su musculoso y melódico power pop de segunda generación, intentó deslumbrar a un mundo que miraba hacia Seattle. Steve Hurley al bajo, Phil Hurley a la guitarra y Paul Brouwer a la batería, acompañados de Alex Vangellow a los teclados.
Vinieron para tocar de cabo a rabo su Minor Chords and Major Themes (E Pluribus Unum, 1999), disco reeditado para la ocasión y que justificaba una gira de despedida que más bien parecía una fiesta familiar o entre amigos. Fuera como fuere, hasta la soleada Mallorca vinieron.
Sorpresas, pocas. La banda no publica disco nuevo desde hace más de veinte años. A lo que vinieron fue a reencontrarse con su público español, una legión de incondicionales fans que les reconocen como una de las bandas de su vida, y no necesariamente por que fuesen la banda sonora de Dumb and Dumber (aquí Dos tontos muy tontos).
Abrieron la lata con su vigoroso «C´mon C´mon», y a partir de ahí, fueron desgranando de forma pacífica y correcta el resto del previsible repertorio. «Everithing is wrong», «Everyone can fly» y, por supuesto, su interesantísima versión de «La chica de ayer», con la que se metieron en el bolsillo al público de este país hace ya unos cuantos años, cuando grupos de este calibre tenían un hueco en festivales importantes como el F.I.B, junto a bandas como Blur o Suede.
Sonido decente, actitud voluntariosa y puesta en escena austera por parte de un grupo que está de vuelta de todo. Pasados los años, las presiones y pretensiones de la juventud, se les notó cómodos, quizás demasiado, sobre el escenario de la Sala Es Gremi, en un concierto correcto y algo deslavazado, ya fuese porque era domingo, porque olía a nostalgia por todas partes o simplemente porque ni ellos ni el público son los mismos, veinte años después.
Gigolo Aunts dieron lo esperado, canciones redondas, atemporales y luminosas, como sacadas de una sitcom de los 90. Mientras tanto, en otra galaxia, en otro planeta, también era domingo y el Barça ganaba 5-1 al Villareal.
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