Palma, jueves 21 de septiembre de 2023
Ciclo Mallorca Live Nights
Concierto de Israel Fernández en el Teatre Principal de Palma
Que el flamenco es una música universal y que Mallorca cuenta con una gran cantidad de aficionados quedó patente el pasado jueves 21 de septiembre en el Teatre Principal de Palma. El responsable fue el cantaor Israel Fernández, quien logró colgar el cartel de entradas agotadas en el concierto con el que quedaba inaugurada una nueva edición de las Mallorca Live Nigths.
Israel subía al escenario del Principal para presentar Pura Sangre (Universal Music Spain, 2023), su último y más personal trabajo del que ha compuesto cada uno de los temas y melodías. Acompañado de un excepcional elenco de artistas, entre los que cabe destacar la guitarra del jerezano Diego del Morao (hijo del famoso guitarrista Moraito Chico), también contó con el cajón de Ané Carrasco y el jaleo por palmas de Marcos Carpio y el Pirulo.
A sus 34 años, Fernández cuenta ya con una dilatada trayectoria y atesora numerosos premios, destacando la nominación a los premios Grammy Latinos. Aunque es natural de la localidad toledana de Corral de Almaguer, por sus venas corre sangre andaluza y gitana, raza que luce con orgullo en muchos de sus temas. Para esta ocasión, su estilismo también fue una seña de identidad de su sentir: flamenco y contemporáneo. Con una exuberante melena rizada, subía a escena ataviado con una chaqueta morada, color que tanto aman los gitanos, dejando entrever una camisa amarilla de chorreras, sin olvidarse de lucir el tan flamenquísimo pañuelo rojo de lunares. Todo ello, con el toque informal de unos vaqueros. Una impactante imagen que no puede más que hacernos recordar al universal maestro gaditano Camarón, de cuya escuela bebe Israel y a la que ha sabido imprimir su pellizco de estilo personal.
Sin más preámbulos, arrancó por Levante, con largos y potentes quejíos, con unas Mineras. Palo tradicional de mucha jondura, procedente de la sierra minera de Cartagena y la Unión. De ahí, se fue por el soniquete propio de los Tientos, que finalizan con el compás de los Tangos; para volver más tarde a la jondura y sobriedad que siempre marca el palo de las Seguiriyas.
El toque del Morao rebosaba de soniquete y compás de su barrio de Santiago, tanto que por momentos parecía que la guitarra quisiera arrancarse a bailar con él por bulerías.
Durante la hora y cuarto de actuación, Israel se mostró cercano a los presentes, y sobre todo agradecido por sentirse tan arropado por un público de payos y gitanos que llenaban por completo el aforo del teatro. De igual manera cabe destacar el buen entendimiento que durante todo el recital sostuvieron la voz y el toque de la guitarra del Morao. Sintonía que se demostró más allá de los cantes, durante los breves momentos de improvisación que surgieron para relatar anécdotas, en las que el maestro jerezano, no dudaba en agarrar, el micro y acabar luciendo la gracia y el desparpajo gaditano. Entre ellas, la naturalidad con la que desato las risas de los presentes, al no dudar en presentar su guitarra y explicar que no era la suya habitual, sino una que amablemente le había procurado el personal del Principal tras haberse perdido la suya durante el vuelo. «Esta guitarra es una maravilla, estoy encantado de verdad con ella», comentaba con simpatía el maestro.
No sabemos si la complicidad que Diego sintió con el nuevo instrumento influyó en su magistral interpretación en todos y cada uno de los acordes y arreglos que salieron de sus manos, pero el público supo verlos, sentirlos y responder con grandes ovaciones. Especialmente brillante estuvo el jerezano en su momento en solitario, hábil y con gran soltura, con el mástil en alto, como interpretaban los antiguos tocadores. El toque del Morao rebosaba de soniquete y compás de su barrio de Santiago, tanto que por momentos parecía que la guitarra quisiera arrancarse a bailar con él por bulerías.
Israel quiso despedirse con unos Fandangos de Huelva y con todo el teatro en pie no dudo en alargar la actuación con unos bises. Montada ya la fiesta flamenca, siguió interpretando a capela; oportunidad que supo aprovechar Morao para desprenderse de la guitarra, acercarse al proscenio y marcarse unos pasos de baile. Finalmente, como manda la tradición en estas fiestas, y -sin dejar por un momento el compás-, desfilaron todos juntos en su despedida hasta bambalinas ante un público entusiasta que demostró que en Mallorca el Flamenco se vive y se siente.
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