Palma, sábado 22 de mayo de 2021
Concierto de Pablo und Destruktion en la sala Es Gremi
¿Qué hay de verdad en el Pablo und Destruktion que se viste de Pablo García? ¿Qué hay de creíble, verídico, contrastado, cierto en el traje que se pone en los directos? En el escenario hay un hombre que suelta peroratas para unos, verdades como puños para otros. ¿Es persona o personaje? ¿Es vida o es literatura? ¿Su visión del mundo y de las personas es una revelación o solo una pancarta? ¿Estamos ya tan acostumbrados a que en el mundo de la música nadie se posicione que cuando alguien toma partido por algo nos suena a oportunismo?
Para encontrar certezas desde luego no habrá que ir a ninguna entrevista, donde no existe suero de la verdad en ninguna pregunta, sino al directo. Es imposible engañar sobre un escenario. ¿Y qué se vio en Es Gremi? A unos nos pareció un todo, un círculo cerrado, otros dirán que un postureo reconcentrado. Pero con las letras de García de base, con las historias en primera persona que nos cuenta, sea sobre la cotidianidad o sobre la sociedad en la que sobrevivimos, se hace arduo creer que no es verdad lo que vemos y lo que leemos. Tal vez habría que convivir directamente con él para desnudarlo, pero para esa sentimentalidad no se acude a la música sino que se baja al bar.
En el escenario de Es Gremi había un cantante con su guitarra y un batería. Y como no se pretendía la autenticidad incontestable de los White Stripes, hubo que prestar atención solo a la música. Sonó mayormente a verdad.
En el escenario de Es Gremi había un cantante con su guitarra y un batería. Y como no se pretendía la autenticidad incontestable de los White Stripes ni la follera incontenible que provoca la música de Yoko Factor, hubo que prestar atención solo a la música. Sonó vehemente, sonó sensible, sonó cómica (esas tonadas populares de su tierra que regaló a capela) y sonó capada (qué falta hizo al menos un bajo poderoso en según que arranques viscerales). Pero sonó mayormente a verdad.
Y en un siglo XXI de puro narcisismo y vacuidad, de individualismo mediocre entronizado, eso es una joya de quilate infinito. A pesar de que en última instancia el concierto sonó incompleto, porque no tocó esa verdad jodidamente cierta y dolorosa que Pablo und Destruktion canta en A veces la vida es hermosa. Tal vez porque solo lo es a veces, y Pablo García se dio cuenta de que esa noche no lo era.
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