Sant Joan, Santuari de Consolació, sábado 6 de julio de 2024
Raíz empoderada
Anna Ferrer & Clara Fiol: espectáculo poético y musical «Sal als ulls»
Escenografía y luces por Joan Fullana, vestuario de Sofía Binimelis
Alidé Sans: presentación de «Arraïtz»
A. Sans (voz, guitarra acústica y acordeón diatónico), Pol Alonso (batería), Gerard Farré (teclados), Virginia Borràs (guitarra) y Queralt Valls (violín)
Por Victor Conejo
Luis Sergio Carrera (ver galeria)
Anna Ferrer & Clara Fiol
Doble concierto y triple lujo. Dos recitales y tres grandes voces, que también son compositoras, en el nuevo capítulo del ciclo La Lluna en Vers, alhaja musical y cultural organizada por Fundació Mallorca Literària. La menor carga eléctrica y decibélica del dúo pedía en buena lógica abrir la velada, así que lo primero fue salarse los ojos.
Arrancó por tanto la velada con el espectáculo poético-musical «Sal als ulls» de la menorquina Ferrer junto a la mallorquina Fiol: una exploración del deseo con el mar de fondo, porque ahora es el deseo pero antes fue el mar. Y es que esta creación nació en 2024 tras encargo de la Fundació, todo ello impulsado por las buenas mareas artísticas y críticas generadas el año pasado por un primer montaje, «Amb ulls de sal. Poesia i música en tres moviments». Estrenado en el encuentro literario bienal «Kosmopolis» -celebrado en el CCCB de Barcelona desde 2002-, participaban también Niño de Elche, Nil Ciuró y Mireia Calafell.
Al primer leitmotiv (alta mar, una embarcación, ninguna brújula; por supuesto con sus significados y significantes posibles, los particulares y los universales), le sustituye ahora un segundo (el viaje por mar tiene cuatro puertos que atañen al deseo: deslumbramiento, dolor ante la falta, violencia y emancipación). Le sustituye o tal vez mejor decir que lo amplía. O complementa. O concluye. O todo. O nada, porque el viaje solo acaba de comenzar y el deseo está en todos los mares. Y además, a saber cuántos puertos existirán mañana o cuántos el año que viene.
Porque todo eso es lo que, en primera instancia, genera esta propuesta artística: la precisa intuición de que «Sal als ulls» no es un montaje inamovible en todas sus componentes, sino una creación orgánica. Una creación que no está cerrada y por tanto muerta, sino que tiene vida. Que como está latiendo, dentro de cinco representaciones no será exactamente el mismo espectáculo. Y dentro de quince no será exactamente ni el primero ni el que hizo cinco. Da la impresión de que va a ir constantemente, en mayor o menor medida, modulando, incorporando, mutando. Porque siempre va a estar observando, reflexionando y, por tanto, queriendo reflejar y queriendo responder.
No importa si «Sal als ulls» es un espectáculo completo, redondo y concluyente, o tan solo un entremés dada su corta duración, alrededor de media hora. O si es puente a futura/s puesta/s en escena. Lo importante es que el viaje se entiende y funciona.
En cómo llevar a cabo ese viaje antes referido, en cómo y con qué plantear, reflexionar, entender o proponer, está la potencia esencial de «Sal als ulls», como estaba en «Amb ulls de sal». No en las voces ni en las mismas músicas, tampoco en las explicaciones entre canciones. Está en la poesía. Porque Ferrer y Fiol saben que todos los mares, barcos y puertos han estado desde hace siglos en la poesía. Y como son sabias, saben que ahí están hoy y ahí irán apareciendo siempre.
Y como son sabias, en esta segunda propuesta escénica navegan versos de Safo de Lesbos, Juana Dolores, Sophia de Mello Breyner Andresen, Emily Dickinson, Blai Bonet, Josep Maria Esquirol, Laia MaLo o Maria-Mercè Marçal. Y como son muy, muy sabias, han engendrado sus músicas tanto a partir de la tradición como desde la contemporaneidad. Por eso hay tanto sintetizadores como tamborinos, habaneras como fandangos, emoción cruda como silencios. Todo en una producción musical que no es minimalista sino poética: de economía de recursos para poder sugerir cualquier infinito. Es obvio que este montaje no funcionaría llevando 37 violines o cuatro baterías.
No importa si «Sal als ulls» es un espectáculo completo, redondo y concluyente, o tan solo un entremés dada su corta duración, alrededor de media hora. O si es puente a futura/s puesta/s en escena. Lo importante es que el viaje se entiende y funciona. Pero lo más importante, importantísimo: hace entender que aún no comprendemos. Que no se comprendió -valoró, permitió, respetó- a Safo, Dickinson o Bonet, y que en gran medida seguimos sin hacerlo.
Es un edificio escénico hábil y certeramente reforzado por las narraciones y parlamentos en determinados interludios, a cargo principalmente de Fiol. Ítem más, la propuesta se robustece con el tono elegido tanto en textos como músicas y actitud escénica: en lo particular llega a intimista o descarnada pero sin caer en romántica ni naíf, y en lo general ni es excesivamente folclorista ni demasiado intelectual. Consigue tanto adularte el cerebro como meterse debajo de tu lengua.
Hay un terreno común entre «Sal als ulls» de Ferrer & Fiol, y Alidé Sans. Es el que ocupan raíz y empoderamiento, que en ambos proyectos lo impregnan todo: textos, músicas, actitudes y hasta el mismo directo.
¿Y las voces? ¿Qué hacen las voces de Ferrer y Fiol en todo ese entramado artístico que sostiene la media horita de «Sal als ulls2? ¿Cómo las vertebran a este espectáculo, dónde, cuándo, de qué manera, por qué? ¿Funcionan, y cuánto? ¿Cómo y en qué medida protagonizan el directo? ¿Qué son esas dos voces en la dramaturgia, la creatividad y el concierto mismo? Qué pregunta. Son poesía.
Hay un terreno común entre «Sal als ulls» de Ferrer & Fiol, y Alidé Sans. Es el que ocupan raíz y empoderamiento, que en ambos proyectos lo impregnan todo: textos, músicas, actitudes y hasta el mismo directo. La raíz es la historia y la tradición, el bagaje y los hitos, lo que hay que enseñar y no olvidar, tanto como no dejar de revisar, reinterpretar y actualizar. Porque son semilla pero también, igualmente definitorio, por lo ya dicho hace muchísimos años: «Durante la mayor parte de la Historia, ‘anónimo’ fue una mujer». Empoderamiento es el ayer (donde no se le dejó ser ni existir), hoy (donde no le quieren dejar ser), y mañana y pasado mañana (donde tiene y debe, tanto ser como existir). De todo ello hablan las canciones y pivotan las músicas, actitudes y directo de Ferrer, Fiol y Sans.
Cada cual con sus elecciones estilísticas, evidentemente. Como vocalistas, Ferrer y Fiol juegan a saltimbanquear juntas tanto como a encararse, como voces se cantan y se desean. Su directo incluye ramalazos de bullangueres, jotes o copeos, al tiempo que arrancan varios temas en clave contemporánea con bases percutivas sin líneas o melodías, no ruidosas ni ruidistas pero sí con sonoridades casi fabriles. Este último trabajo de producción, excelente, surge de una colaboración con Joana Gomila y Laia Vallès. Desde el mismo escenario y micro en mano, aquellas dijeron de estas: «Lo mejor de este directo. Gracias por invitarnos a jugar».
Alidé Sans
En la aranesa Sans su raíz está en la idiosincracia de la variante del occità propia de su lugar de origen, y sus códigos de actitud en escena los marca el particular formato de banda que lleva. Su sonoridad magnética reinó desde el inicio, basada en la miscelánea surgida al sumar guitarra acústica y eléctrica (fabulosas las zurras sónicas de Borràs) con acordeón diatónico, bases digitales, teclado o violín. La versatilidad de esa banda y la de su líder es capaz de lo cadencioso tanto como de lo maquinalmente rítmico.
Como resultado, sus canciones suenan a campo y a mercado tanto como a cosmopolitismo. Resultaron reveladoras y hasta fascinantes sus explicaciones sobre el origen y significados de la tradición musical de su tierra. “Son los temazos mainstream de hace siglos. Os invito a hacerlos todos nuestros”; “estas canciones de tradición oral demuestran enorme peso del patriarcado que llevamos encima”.
Con ese directo redondo hasta la quemadura, mandaron al público con destino al éxtasis en un inconmensurable tramo final, con un rally que pasó por rock, polígono, club, coreografías, capelas y hasta italo-disco.
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