Los Javaloyas, historia viva de la música mallorquina

«Serafín Nebot, ¡incombustible!». Así lo anunció Santi Carulla, cantante de Los Mustang y el primero en actuar, cuando presentó a Los Javaloyas.

¿Os imagináis a vuestro cantante o grupo favorito defendiendo sus canciones a los 88 años? Hay que estar hecho de una pasta especial, no me digáis. Así es Serafín Nebot, el cantante original de Los Javaloyas, el único que queda sobre las tablas del conjunto fundado por el valenciano José Luis Pérez Javaloyas en 1952 y completado entonces con músicos mallorquines.

Ahora, con Luis Javaloyas Junior al frente, continuador del legado paterno, y con músicos profesionales, se retoman algunos de los temas que llevaron a Mallorca por el todo mundo, un reclamo turístico en forma de souvenir, alabando las virtudes únicas de la isla.

Nebot sigue cantando porque le encanta y porque puede. Para él es un divertimento, para nosotros una alegría y un privilegio que le dé la gana seguir sobre los escenarios cantando. Hoy por hoy, Serafín Nebot es Los Javaloyas. Las personas son muy importantes, que siga en activo es un regalo para todos.

Serafín Nebot canta con la naturalidad de quien se ha pasado la vida actuando. No en vano, Los Javaloyas ostentan el título de banda española más longeva, en activo desde 1952.

Respaldado por las omnipresentes armonías vocales de la orquesta, canta con la naturalidad de quien se ha pasado la vida actuando, incluso años antes de que hubiéramos nacido muchos de nosotros. No en vano, Los Javaloyas ostentan el título de banda española más longeva, en activo desde 1952. Después del parón pandémico, retoman esta etapa y el próximo verano con intención de continuidad y de darle una nueva vida a sus canciones.

Entre su repertorio del sábado, clásicos ya como Lina y Margarita; Paradise Of Love, Vuelo 502 y Mallorca Bella; Mágicos Colores, Cuando Me Enamoro, Cuando salí de Cuba, Mis Manos En Tu Cintura, Nuestro Juramento (la más romántica que tienen), El Constipado, La Buena Ventura y también Cala D’Or, de Bonet de San Pedro o Mu Mare y Bona Nit de Antoni Parera Fons. Y es que 60 discos publicados dan para mucho. A ver quien lo iguala.

Con mucha gracia, Nebot explicó al salir que era «el único vacunado del grupo». Claro, por lo menos le saca 30 años al mayor de sus músicos: Luis Javaloyas Junior a la voz y el piano; Javier Simal a la voz, guitarra y trompeta; Dani Salvá a la guitarra, Julio Ortiz al bajo y Leo Villar a la batería, todos hacen coros. Serafín viste camisa azul celeste, a juego con sus ojos, y el resto la lleva azul oscuro.

En una parte del concierto, Nebot desaparece durante un par de canciones y es Luis Javaloyas Junior quien asume la voz cantante, y dedica el primer tema a los fallecidos por la pandemia. Con su vozarrón, canta Sunny y Unchain My Heart, entre otras. En un momento posterior, incluso se coloca un sombrero cordobés para cantar El Beso, aquella de «la española, cuando besa, es que besa de verdad».

Quizá porque los roles están tan definidos, se echa de menos una mayor implicación individual por parte de alguno de los músicos en todo el conjunto del directo. Aunque Serafín es Serafín, y no hay tutía, los demás han asumido el testigo de algo que es mucho más que un grupo de verbenas. ¡Son Los Javaloyas! Es un honor actuar en su nombre. No es suficiente con ejecutar bien, hay que sentirlo. La materia prima ya la tienen, y el oficio del músico también consiste en transmitir emociones. En la profesionalidad entra también el creérselo, o al menos hacer que lo parezca, puntear para el público, vibrar con él.

Entrada más que aceptable, teniendo en cuenta que el grueso del público estaba formado por coetáneos de Los Javaloyas, un gran mérito, claro, aunque extraña y entristece la total ausencia de público más joven, de generaciones posteriores, que tendría que haberse ido añadiendo, con el paso de los años, al grupo de seguidores. Por supuesto que había público más joven, pero había acudido siguiendo a la nueva hornada de músicos que componen la formación actual. No se trataba de curiosos interesados por la historia viva de la música en Mallorca. Este desinterés manifiesto por lo que han hecho los que nos han precedido es una pena, casi una falta de respeto, y un espejo del lugar que damos a los mayores en nuestra sociedad.

«Jóvenes, somos aún tan jóvenes, el tiempo sigue sin pasar…»

Así, este primer concierto después de muchos meses, reunió a muchos de Los Jóvenes a quienes canta Santi Carulla, voz de Los Mustang, que ejerció de telonero, en solitario, recordando y cantando, sobre música pregrabada, las versiones en castellano de los éxitos internacionales que comenzó a grabar con su grupo hace ya 60 años.

Y entre los cientos de canciones que grabaron, sólo hubo catorce o quince composiciones propias, como Suspira La Niña, de 1966, que triunfó en Cuba y en Miami, y que cantó al final. En su repertorio del sábado, sus versiones en castellano de 500 Millas, Jóvenes, Mis manos en tu cintura, Submarino Amarillo o Ma Vie, con el aplaudido solo vocal.

Sin actuar desde el pasado octubre, Carulla bromeó mucho con el público. Al presentar la versión de Roberto Carlos Enamorado de la novia de un amigo mío se refirió al Felices Los Cuatro, anunció El Ritmo Del Silencio de Simon y ‘Gardunfel’, dijo que 500 Millas la habían grabado en 1492, e incluso confesó su temor a olvidar las letras, con mucho sentido del humor y más ganas que nadie.

Santi Carulla, más de 60 años sobre los escenarios, y aún con tantas ganas y tanta ilusión, envidiable. A media actuación, se cambió la americana oscura por la chaqueta del mismo esmoquin dorado de sus inicios, que le quedaba clavado.

Y recordó con cariño un montón de pueblos mallorquines donde habían actuado Los Mustang, como Muro, Sa Pobla, Manacor o Campos. Y la unión con Los Javaloyas, con quienes habían compartido discográfica y una buena amistad.

En el 2000 se separaron Los Mustang, después de 40 años en activo. Carulla se vanaglorió de que llegaron a vender más discos que The Beatles con sus versiones traducidas al castellano.

Más de 60 años sobre los escenarios, y aún con tantas ganas y tanta ilusión, envidiable. A media actuación, se cambió la americana oscura por la chaqueta del mismo esmoquin dorado de sus inicios, que le quedaba clavado. La verdad es que está bastante delgado. Poco antes de terminar su actuación, paseó cantando entre el público y estrechó algunas manos en un golpe de efecto que siempre funciona. Quien tuvo, retuvo.