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Publicado el 9 mayo, 2024

Pablo López en Trui Teatre

Fotografías de Carlos Fernández
Crónica de Patricia Gelabert
Pablo López en Trui Teatre - Mallorca Music Magazine

Palma, viernes 3 de mayo de 2024

Pablo López convierte el Trui en un ‘Patio’ de emociones

 Por Patricia Gelabert
 Carlos Fernández (ver galería)

El fin de semana pasado venía cargado de arte y talento en el Trui Teatre. Pablo López (Fuengirola, 1984) está inmerso en su gira «10», que celebra sus diez años en la música, y una de las paradas obligatorias para hacer un repaso a toda su carrera era nuestra isla, donde colgó el cartel de sold out dos noches consecutivas. Da igual el miedo que tiene a volar, da igual el tiempo, la fecha. El artista siempre tiene un plan perfecto en Mallorca, y lo sabe bien.

Volvemos a vernos en el Trui Teatre. El lugar tiene algo, algo de comienzo. De aprender. No hay mar, no hay océano revoltoso que no me permita hacer música para las personas. Y ustedes me lo permitís siempre.

Así, hablando de comienzos, daba inicio el viernes a dos horas de música, de canciones que hablan de amor, de la sociedad en la que vivimos, de sus experiencias personales. De emotividad, pero, sobre todo, de verdad. Porque si Pablo López transmite algo por encima de todas las cosas, es, ante todo, verdad. Su voz, un piano y veintidós canciones nos hablaron de todas esas facetas de la vida, no siempre bonitas, que hacen que puedas empatizar con el artista y disfrutar de su directo, pase el tiempo que pase.

Esta vez hizo un gran despliegue de medios, ofreciendo dos conciertos con banda al completo: Santiago González (guitarra), Santi Novoa (trombón y percusiones), Jessica Estévez Calero (Trompeta y percusiones), Micky Martínez (batería y caja flamenca) y Matías Eisen (bajo y sintetizadores). Pablo, como no podía ser de otra manera, al piano gran parte del concierto, y a la guitarra en un momento muy emotivo, en el que hizo corrillo con el resto de la banda y cantaron, mano a mano con Micky Martínez al cajón flamenco, dos canciones tan importantes de su carrera como son «MamáNo» y «Te espero aquí».

Fue una noche muy conmovedora, y no era para menos. Su madre estaba presente en el concierto. Cuarenta y siete años después de haber venido a la isla por última vez, se reencontraba aquí con dos amigas y estaban asistiendo al recital. Así nos lo hizo saber el malagueño que, con su guasa natural, le quitaba algo de hierro al momento con humor, aun sin poder evitar el exceso de emoción que le hizo empezar «El incendio» con la voz entrecortada, casi sin poder cantar.

Pero si algo tiene Pablo es el timbre y la calidad vocal con la que, muchas veces, no necesita micrófono para hacerse oír en todo el teatro. Así lo demostró en varias ocasiones, apartando el micro y cantando a pleno pulmón estribillos tan reconocidos como los de «El niño», «El patio», o «Vi». Porque si la noche empezó temerosa, creyendo que estaba enfermo por su tono de voz más bajo, incluso con momentos en los que podía parecer que se ahogaba, fue in crescendo hasta terminar por todo lo alto, muy arriba, y animado por todo el público que coreó, de principio a fin, todas y cada una de las canciones que sonaron la noche del viernes.

Se notaba que, a medida que pasaba la velada, se iba sintiendo mucho más cómodo con el ambiente. Eso hizo que pudiera regalarle al público momentos mágicos, como en el que empezó a tocar libremente el piano y acabó cantando «Diamonds» de Rihanna; o él solo, al piano, sin banda y sin micrófono, cantando “Se nos rompió el amor”, de la gran Rocío Jurado.

A veces, para que se den situaciones extraordinarias, tiene que haber lo más bonito del ser humano, que es ‘arrejuntarse’ y abrazarse.

Y así se acercaba el final del concierto. Con una oda al amor, a los amigos. A las personas que sí están cuando deben estar y no solamente en los momentos bonitos de la vida. Un mensaje personal sobre el aprendizaje, sobre las expectativas y sobre el cariño que se debe de dar a ‘los tuyos’.

Fue con ese abrazo tan grande para todos los asistentes, y con «Lo saben mis zapatos», que se despedía y bajaba del escenario, dando paso al ya tan típico bis y entrando, de nuevo, para cantar «I wanna dance with somebody», de Withney Houston, con toda su banda, y poniendo el broche de oro a una noche perfecta con «Mira como bailan».

Pablo. Cómo toca el piano. La velocidad a la que le va la cabeza y cómo se muestra transparente y humano ante un público entregado por completo.
El público que no sabe cuándo volverse a sentar cuando el concierto es en un teatro, privando de visión a los que siguen sentados.

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Publicado por:

Cinéfilo que ha descubierto otro placer en la música en directo. Amante de la fotografía, de las primeras filas y de gritar las canciones hasta quedar afónico.

Escritora y soñadora a tiempo completo. Fiel al cuero y las tachuelas, a los labios rojos y a las primeras filas de los conciertos.

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