Lo de Quevedo en el Mallorca Live Festival

Son tres días de festival, con cinco escenarios. Es decir, visualícese: el escenario principal, pequeño no es. Sale uno de los cabezas de cartel. Visualícese: en tres días, cabezas de cartel hay unos cuantos. Pero este, dentro de esa jerarquía, es top. De los que su nombre vende cinco mil, o siete mil, o diez mil entradas.

El cabeza de cartel en cuestión es el canario Quevedo, y el festival es el Mallorca Live. Y me da igual lo que diga cualquiera: mi abuela dice que, para aprovechar la vida, hay que moverse sin prejuicios ni con la música ni con las personas. Y nadie va a corregir a mi abuela porque su sentido común es imbatible e incontestable. No se equivoca nunca. Pues por eso vengo, estoy y tengo ganazas. Y empieza el concierto de Quevedo, como dice la sentencia periodística, «de lo que todo el mundo está hablando hoy, todo el mundo hablará mañana, y todo el mundo que no está aquí querrá saber qué tal fue».

Sale Quevedo él solo. Con un micro y vestido con un chaleco blanco sin mangas tipo plumas y unas bermudas blancas y unas deportivas también blancas. Al cabo de media horita, sale un tipo a acompañarle al teclado en un tema. El canario reaparece en escena vestido de negro.

Se cambió de blanco a negro y en un tema salió un tipo a tocar el teclado. Aparte de eso, durante una hora larga de concierto, nada más. ¿Qué tal el concierto de Quevedo en el Mallorca Live? Que lo cuente otro porque yo no tengo nada que contar. Es que había un tío él solo con un micro en el escenario, y nada más.