Teenage Fanclub: el sabor agridulce del ayer

Abría la noche como telonero, acompañado solo de su guitarra, el que se ha confirmado como mejor cantautor galés del momento: Stephen Black (Sweet Baboo). El mismo que tras su actuación se uniría como músico acompañante a las estrellas de la noche.

La esperada actuación de Teenage Fanclub sirvió como excusa para reunir a todos los incondicionales fans isleños de los padres espirituales de la segunda oleada de power pop, que allá por los 90 fueron considerados por los mismísimos Oasis como la mejor banda del mundo (después de ellos, claro está), y que abrieron para Nirvana en nuestro país a principios de esa década en aquellos legendarios conciertos.

Mucho ha llovido desde aquellos años en los que en plena era grunge se convirtieron en la gran esperanza para poner a un subgénero como el power pop definitivamente en el lugar que le correspondía. Más de 20 años después de su última visita a Mallorca, aterrizaron en el Auditori d’Alcúdia gracias al esfuerzo de la promotora Fonart, que se encargó de la tremenda gesta que supone traer a la isla a artistas de este calibre.

Llegaron para presentar Nothing Last Forever (PeMa, 2023), que sin ser un mal disco dista mucho de aquellas grandes obras que facturaron impecablemente en sus años dorados (Bandwagonesque, Thirteen o Grand Prix).

A pesar de que las voces de sus fundadores, Norman Blake, Raymond McGinley y Francis MacDonald, se mantienen en buen estado de forma, su sonido resultó más plano de lo esperado, incluso plomizo en algunos momentos. Quizás debido en parte a las características acústicas del recinto, que no se ajustaban a la perfección a una banda que necesita más músculo sonoro para poder transmitir su mensaje.

… siguen conservando esa sensibilidad y habilidad compositiva tan característica suya, patente en latigazos emocionales como «Alcoholiday» o «The Cabagge». Con ella nos devolvieron a otra época, la que buscaban muchos de los asistentes sin quererlo por culpa de esa cosa tan horrible como inevitable llamada nostalgia.

Para sorpresa de algunos (no de sus incondicionales), el hecho de que no llevasen en su repertorio muchas de las canciones importantes resultó frustrante. Gemas de orfebrería pop eternas como «Hang On», «Star Sign» o «Sparky´s Dream» quedaron fuera de su repertorio hace tiempo tras el abandono de la banda de su autor, el también fundador Gerard Love.

Dicho lo que no hicieron, lo que sí hicieron fue demostrar que siguen conservando esa sensibilidad y habilidad compositiva tan característica suya, patente en latigazos emocionales como «Alcoholiday» o «The Cabagge». Con ella nos devolvieron a otra época, la que buscaban muchos de los asistentes sin quererlo por culpa de esa cosa tan horrible como inevitable llamada nostalgia.

«What You Do To Me», «I Don’t Want Control of You», soberbias, solo por ver tocar a los de Glasgow estas canciones ya valía la pena venir. Al igual que «I´m In Love» o «The Concept», con las que finalmente pusieron a algunos de los asistentes en pie (la edad no perdona) para ir cerrando la noche.

De ahí a los bises y final de un concierto tan inusual en estos tiempos como simbólico y necesario para muchos de los asistentes. No todos los días el público minoritario y de «morro fino» de las Islas tiene la oportunidad de ver a una de las bandas que mejor ha recogido el legado de los clásicos del pop de altura. Algo en lo que ellos se han acabado convirtiendo con el paso de los años.