Verbena rock and rollera con The Hives

Se hizo larga la espera por los conciertos de Sant Sebastià. Tras una lógica ausencia en 2021 y un doloroso aplazamiento en enero de este año, cuando parecía que la cosa había terminado, por fin volvemos a disfrutar de este evento anual. De esta forma, sin foguerons, pero con un magnífico ambiente y un clima bastante de enero, los suecos The Hives traían su gira actual a la plaza ‘de las tortugas’ para descargar su potente Rock N’ Roll tras el excelente concierto de Maika Makovski.

La cosa empezó torcida, ya que los suecos, no sé si por iniciativa propia o externa, empezaron casi media hora antes de lo previsto, cuando muchos pensaban aprovechar para comer algo o simplemente estaban llegando a la plaza. Así, con algún que otro sprint para llegar a tiempo, los Hives empezaron su show como vienen haciendo últimamente: abriendo con Come On! y siguiendo con el primer clásico de la noche, Main Offender, en el que Almqvist empezó a hacer sus típicas locuras, trepando por el escenario, metiéndose entre el público y demás.

La actitud de la banda fue bastante enérgica durante la interpretación de los temas, luego se tomaban su tiempo para respirar, mientras el vocalista chapurreaba un poco de castellano («¡señorres y señorritas!»), y seguían adelante con un sonido un poco de batalla, habitual en este tipo de conciertos en plazas, que fue mejorando poco a poco sin llegar a ser especialmente bueno. Eso no evitó que en la zona delantera se armase un pifostio divertido con un buen puñado de gente saltando, cantando y dándole al pogo.

El concierto fue avanzando bien, con temas como Go Right Ahead, Walk Idiot Walk o, por supuesto, Hate To Say I Told You So, que fueron bastante celebrados. Para los bises quedaron I’m Alive, que pasó algo desapercibida, y el gran final con Tick Tick Boom, con momento de coitus interruptus cuando se apagó el escenario justo antes del subidón final, en el momento de presentar a la banda y soltar el último arreón. Finalmente, se volvió a activar el concierto con Almqvist haciendo agacharse a la gente para luego saltar y así cerrar el bolo en alto, como debe ser.

Un show divertido, aunque muy corto (apenas hora y cinco minutos, casi diez por lo del apagón), con una banda que soltó su energía y actitud en directo y un público que respondió bien. Lo mejor de todo fue la sensación de ver a la gente divertirse como si estuviéramos en 2019, olvidándonos de todo durante un rato mientras disfrutábamos de una banda con bastante renombre en pleno centro de Palma. Este jueves seguimos.