Palma, viernes 4 de diciembre de 2020. Es Gremi.
La banda debuta en Es Gremi con su particular propuesta de doom/stoner
Modesta entrada en Es Gremi para presenciar el debut de Bisonte. Es evidente que la pandemia pone las cosas aún más difíciles a los grupos, pero quedémonos con lo bueno: a pesar de las dificultades, aún quedan un buen puñado de fanáticos inasequibles al desaliento.
Bisonte, la nueva criatura liderada por Vicente Paya (Golgotha), viene a presentarse en sociedad como banda, pero también viene a presentarnos con orgullo a su hijo recién parido, de nombre Ancestral Punishment. Un niño oscuro, pesado y tenebroso, como todo buen hijo del doom metal. Le acompañan en esta aventura Maria J. Lladó (Voz), Andrea Trujillo (Bajo) y Pablo Herrero (Batería), los dos últimos miembros también de Yoko Factor.
La cosa comienza de manera áspera, abrupta. Suben los músicos al escenario y, sin apenas presentación, comienzan a tocar sin más, obligando al distraído público a entrar raudo en la sala y ocupar sus mesas. La puesta en escena es sobria, sin decoración ni parafernalia de ningún tipo. Han venido a defender su música y eso es lo único que importa.
Poco a poco van desgranando los cortes del álbum sin variar el orden, algo que ya esperábamos. Al tratarse de un disco conceptual que cuenta una historia de inicio a fin, alterar el orden supondría romper dicha narración. Los temas suenan igual que en la grabación, que ya hemos tenido el placer de escuchar. En este sentido, la honestidad de la banda es brutal, y se agradece. Aquí no hay trampa ni cartón, la música que han enlatado en el álbum es la misma que pueden defender en directo, a diferencia de tantas y tantas bandas que editan y adulteran su música hasta tal punto que sus directos resultan pobres y decepcionantes.
Van avanzando los temas y la banda mantiene la misma línea, suena oscura, plomiza y amenazante la mayor parte del tiempo. El sonido es un bloque de granito en el que los instrumentos van, casi siempre, al unísono, y cuesta distinguir otro instrumento que no sea la guitarra. Maria, incansable, repite su inquietante mantra con un tono y una cadencia que pareciera estar en trance. En este panorama tan sombrío, sólo la guitarra sobresale por encima del conjunto, con Vicente entregado en cuerpo y alma a esos riffs tan contundentes como espesos, demostrando gran soltura y oficio en el manejo de las seis cuerdas. Mientras tanto, Andrea también se emplea en los coros, dotando de mayor profundidad a la parte vocal.
Tras cuatro largos temas tan rotundos como, en parte, monótonos, llega el único momento donde la banda se «desmelena», por llamarlo de algún modo. Se trata del quinto tema, titulado como el disco, «Ancestral Punishment», donde, por unos fugaces instantes, podemos disfrutar de ciertos cambios de registro tanto en la voz de Maria como en la parte instrumental, cambios que suponen un soplo de aire fresco y elevan la calidad y energía del conjunto.
Sabemos que en el doom importan más las atmósferas y texturas que las melodías, y el conjunto sobre las individualidades, pero notamos que la banda gana enteros cuando la voz de Maria sale de ese registro tan monótono y cobra mayor protagonismo. Lo mismo ocurre con las líneas de bajo de Andrea y la batería de Pablo. Es probable que la música ganase en riqueza y atractivo si hubiese más momentazos como los del quinto tema diseminados por el disco.
Y llegamos al epílogo del concierto y del álbum, un «breve» tema de 3 min. y medio titulado «New Beginning». Lo canta Maria sin músicos en el escenario, pues el lánguido arpegio de guitarra acústica que acompaña su voz está grabado.
En definitiva, sólido debut de Bisonte, aunque con un planteamiento algo conservador. Esperamos que en el futuro se animen a aportar mayor variedad de registros a sus composiciones, pues tienen potencial de sobra para destacar en el mundo del doom.
Vicente Paya (guitarra y coros)
Maria J. Lladó (voz)
Andrea Trujillo (bajo y coros)
Pablo Herrero (batería)
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