
Palma, martes 23 de mayo de 2023
Emisión en directo del programa Entrada Anticipada de RNE desde el Teatre Principal de Palma
Segunda edición del programa especial dirigido por el periodista y músico Bernat Company con la mejor y más verdadera de las propuestas posibles: riguroso y verdadero directo en sus actuaciones y sus entrevistas
Y además, trepidante: el ritmo de Entrada Anticipada acertaba un año más al no dar casi tiempo de paladear cada actuación y cada minientrevista. Fue un pim-pam constante basado en el perfil de cada artista y, de base, con un refuerzo imbatible: la categoría estratosférica de la banda fija de apoyo. Norbert Fimpel al saxo, Pep Estrada al bajo, Emili Gené al teclado, Diego Ferral a la batería y Toni Pastor a las seis cuerdas, fuese guitarra o laúd. Vaya Champions musical. Hubo quien optó por no disponer de ello e interpretar en solitario, y hubo quien sí escogió potenciar su actuación, consciente del lujo que significa añadirle cinco estrellas a una canción cinco estrellas.
Jóvenes y no tan jóvenes pero todos con presente y futuro, la nómina de actuaciones invitadas fue suficientemente diversa y satisfactoriamente ejemplar. Si el culmen de la modernidad pudieron ser los excelentes Prussians, el grueso estuvo compuesto por esa suerte de clasicismo infinito e inmortal, por un lenguaje musical universal representado desde la estricta ortodoxia (Ariel Rot, Tito Dávila, Litus con Marc Grasas, Santero y Los Muchachos), hasta la heterodoxia sin estridencias (Laia Ferrer, Maria Florit), pasando por las revisiones y actualizaciones canónicas que ofreció la «escuela mallorquina» (Juanjo Monserrat, Cabot, Mut, O-ERRA). Añádase también la actuación de Daniel Higiénico, cuyo genio no cabe en cajón estilístico alguno. Escritor de canciones inmenso, de talento a día de hoy aún incalculable, sería capaz hasta de sublimar el reguetón. Ojo, que dijo que anda en ello.
Y al frente, o al lado, o sobrevolando toda la ceremonia, un Bernat Company no hábil sino empático hasta la envidia, ejemplar en su conducción de un enjambre de artistas que bien se le podrían haber subido no a las barbas pero sí al cronómetro. Certero en el minicuestionario que planteaba antes de cada actuación, con la base firme de una buena documentación, por encima de todo se notó que allí había no solo un profesional de la mejor trinchera, sino alguien que ama la música, y que por ello también la practica en varias bandas. Confesó que el elegante traje morado que vestía le hacía pasar un calor casi sofocante, y en la misma tesitura de confesión hay que decirle que lo que hizo es gigantesco, casi heroico, desde luego loable hasta merecer corona y trono entre los amantes-amantísimos de la música. Y no me refiero a aguantar el calor que le daba el traje.
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