Palma, domingo 3 de noviembre de 2024, Teatre Principal
Chano Domínguez une en escena a grandes músicos y cantantes de jazz
XVII Jazz Voyeur Festival: Chano Domínguez, 45 años
Por Fátima Yráyzoz
José Luis Luna (ver galería)
Celebrar cuarenta y cinco años de carrera musical es motivo más que suficiente para reunir en escena a grandes músicos de talla internacional, pero sobre todo a amigos de viaje unidos por un género: el jazz. Esta ha sido la propuesta lograda por el festival Jazz Voyeur para homenajear la dilatada carrera del pianista Chano Domínguez, referente internacional del flamenco jazz. Una ocasión única para ver en escena una formación singular formada por algunos de los artistas que más han colaborado con el pianista gaditano: Guillermo McGill (batería), Horacio Fumero (contrabajo), Martirio (voz), el hijo de esta Raúl Rodríguez (guitarra) y Mariola Membrives (voz y coros).
Con aforo completo de fieles amantes del jazz flamenco, el Teatre Principal de Palma recibió este pasado domingo 3 de noviembre a esta original formación. Humilde y con la simpatía que le caracteriza, subía a escena el gaditano para interpretar un primer solo con el virtuosismo y la soltura que le es habitual, emprendiendo un viaje que cruzaba los mares hacia Latinoamérica con unas bellísimas colombianas. Y del solo al trío: subieron a las tablas el veterano contrabajista Fumero, representante de la escena jazzística catalana y fiel acompañante hasta sus últimos días de Tete Montoliu, junto con el percusionista McGill, junto a quien el pianista ha recorrido escenarios de todo el mundo.
En esta ocasión, el homenajeado fue el encargado de tomar el micrófono para presentar a cada uno de los músicos que iban subiendo. Destacar sus primeras palabras de cariño hacia el equipo de producción del festival. Tras ello, interpretaciones de piezas jazzísticas como «Flamenco Sketches» (2012) y «El toro y la luna» (1993). El virtuosismo de los tres músicos era tal, y como dicen los anglosajones «tocar es jugar», que por momentos daba la sensación de que podían casi volar o elevarse por encima de sus instrumentos. El toque de Chano es un continuo baile de sus dedos por el teclado, y de manera similar producen pellizco las cuerdas de Fumero, más el virtuosismo a las baquetas y escobillas de McGuill.
Llegó el momento de la voz, y no de cualquiera sino de Membrives, a quien pudimos ver y entrevistar hace unos años junto al maestro en el festival Alcúdia Jazz. Tras estos años se ha convertido en una de las voces más transgresoras e investigadoras del jazz y las músicas de raíz. Destaca sobre todo por su exquisita elegancia en su puesta en escena, remarcada por su alta figura y el modo de interpretar y modular su potentísima voz, que le llevaba a alejarse del micrófono. Impecable a la hora de interpretar el popular bolero mexicano «Que te vaya bonito», y más sensual si cabe la versión del popular tema de John Lennon «Oh My Love». Hubo momentos que su sensual voz y posturas de recogimiento podrían recordar a la actriz y cantante Barbra Streisand.
Pasado el ecuador subía a escena quien sin duda ha sido durante más tiempo pareja del pianista: Maribel Quiñones, Martirio. Con ella, el artista gaditano rubricó el premiado trabajo Coplas de madrugá (1998). Al presentarla, con simpatía gaditana, el maestro confesó sus amores y desamores con la onubense.
Tras Mariola subía a escena Rodríguez, productor y compositor con años de trayectoria no solo acompañando a su progenitora sino al frente de la formación Son de la Frontera. Su toque delicado, en esta ocasión a la guitarra flamenca y bajo compás jazzístico, puso el broche si cabe a la formación al interpretar los temas «¿Hacia dónde?» y «Bulería del corazón», en los que sus punteados llegaban a transformar la guitarra española en una casi eléctrica.
Pasado el ecuador de directo y sin interrupciones, subía a escena quien sin duda ha sido durante más tiempo pareja del pianista: Maribel Quiñones, Martirio. Con ella, el artista gaditano rubricó el premiado trabajo Coplas de madrugá (1998). Al presentarla, con simpatía gaditana, el maestro confesó sus amores y desamores con la onubense. Con el tema «Dicen» del citado trabajo, la cantante arrancó su repertorio demostrando su veteranía y dominio de la escena. Ataviada con su habitual peineta y gafas, se contoneaba al ritmo del movimiento de un gran abanico. Con la conocida copla de Manuel Quiroga «Ojos verdes» se produjo otro de los momentos álgidos del directo, cuando la guitarra de Rodríguez interpretó el punteado de Diego del Gastor, escuela tradicional que gracias a seguidores como él sigue viva y de la que también eran fieles los hermanos Amador en Pata Negra, y donde se llevó la copla al compás de bulerías flamencas.
Siguiendo los caminos de Paco de Lucía, podría decirse que el piano de Chano ha alcanzado la condición de bisagra para la música de nuestro sur y el jazz de Brooklyn. De ahí que Martirio no dudara en calificarlo como «el artista donde vive la música». Finalmente, todos en escena, con las voces a dúo de Mariola y Martirio interpretando la copla «La bien pagá», popularizada por Miguel de Molina, con aquella dejando los espacios precisos para no hacer sombra en ningún momento a la maestra.
Tras todo ello, ovación prolongada de un público en su mayoría puesto en pie. Domínguez volvía al piano para regalar un bis con un último solo. Tras ciento veinte minutos de vibrante directo solo nos queda desear que los cuarenta y cinco años del maestro Chano Domínguez podamos celebrarlos muchos años más.
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