Palma, miércoles 31 de enero de 2024
Tercera edición del Festival Paco de Lucía
Concierto de Las Migas en el Teatre Principal de Palma
Y arrancó el III Festival Paco de Lucía dedicado a la remembranza del artista y la persona, del andaluz y del mallorquín por la parte que nos toca. Lo hizo con el populismo bien entendido de Las Migas, ideales para ti, tu madre y tu sobrino. No se desnorten ni aspaventeen: eso es virtud ansiada, y quien lo lograra, probablemente recibiría sonrisa sincera de aquel genio.
¿Qué es el purismo y la ortodoxia, qué la heterodoxia y la modernidad? Nada más que un primero y un segundo, y realmente no pasa nada si se invierte el orden. Si nutre, nutre. Se llenó el Principal de oídos con hambre, para una gala de presentación que empezó con parlamentos oficialistas (Galmés, Llabrés, Bescós), de esos que son pan-con pero tienen que estar ahí, abriendo bocas y hambres. También hubo presencias (González presentando muy bien) y menciones (Baides siempre comunicando muy rebién) de aporte nutritivo.
Luego habló Gabriela Canseco, la compañera, el medio corazón del guitarrista, compositor y productor (o el entero, porque el artista tenía dos corazones, el suyo y el de la mexicana). Entre parlamentos y vídeos promocionales se contó que Antón Cortés será el primer becado por la Fundación, y ahí hay un acierto. También de las grandes amistades de Paco con Tomeu Penya (¿qué mayor demostración de genialidad universal es que todo el mundo, cercano o no, le llame simplemente ‘Paco’?), y que el artista «tenía obsesión por seguir vivo».
Se desveló el montante del contrato de grabación de Penya en el estudio mallorquín del algecireño, y ya todo el mundo sabe que fue «mitja dotzena de melons de Vilafranca«. También se nos proyectó la promo de Red Carpet Productions, patrocinadora de la gala, que abre residencia y estudio este febrero. Ya están implicados galaxiones como Pedro Rosa, Pep Lluís Garcia o Aninha Paschoal, lo cual da hambre. Y tras cuarenta minutos de formalidades audiovisuales, llegó la música.
Base electrónica. De espaldas, una voz, dos guitarras y una corista; también contrabajo y batería. Las cantaoras piden figuradamente permiso y se presentan con flamenco-pop. O pop-flamenco. O pop-pop-flamenco. Quienes les acusan de dispersura tendrían en ello gasolina, quienes se presentaron en el teatro con desprejuicio solo querían seguir escuchando. Con la siguiente las guitarristas apoyan un pie en una silla y la cantante inicial sube al podio de la corista a dar unos pases de baile. Recitado de voz, aka barras de rap, en off. Salen dos cantantes más. Ahí es cuando contaron que faltaba Carolina ‘La Chispa’ por enfermedad, y que por ello habían confeccionado un directo «especial». A los del desprejuicio nos dio hambre.
Al final las voces invitadas fueron tres: Quero desde Barcelona, Ramírez desde Triana y Garrido desde Granada. Justo es decir que si Las Migas tienen jondura, en esta ocasión las dosis excesivas vinieron con las invitadas (si no hay exceso no es jondo porque no transmite hambre). Qué poderío y vaya power. Las migas titulares lo tienen y vaya si lo tienen, es solo que quieren apostar por más coordenadas. Apuestan por la canción ligera como aquella que ayer bordaba la portentosa Rocío Jurado y hoy el divino Miquel Poveda, por el pop y el rock que inventaron y sublimaron los gigantescos Veneno o Lole y Manuel, tanto como por el flamenco que dominan todas y todos con levantar medio meñique.
Su sonido se le puede empastar y atascársele entre las muelas a cualquier quejicoso, porque es cierto que a veces suena más a Eurovisión que no a cava, pero es igualmente cierto que hace que teatros se vengan abajo, y eso es caro. Quien lo consigue es artista, y punto. ¿Que por el medio se van desde lo árabe hasta el mismo Oeste o a la italo-rumba? Fuera milongas sin corazón: se han ganado el «SÍ» de antemano, y lían espectáculos que pueden no ser gordos pero desde luego tampoco raquíticos. Siempre habrá planteamientos, nudos y desenlaces como mínimo interesantes. Siempre habrá buena chispa.
El concierto era el fin de gira de su último disco, Libres, escrito en confinamiento y sobre todo dedicado a la libertad de la mujer y la igualdad. Lo argumentaron de manera incontestable: «Que para eso estamos aquí todos a la vez». Lo volvieron a recordar, lúcidas de narices, desde la guitarra sin chándal: «A ver si se entiende lo que quiero decir. Lo que queremos es que los escenarios se llenen de mujeres. Como hoy. Y que todas las niñas lo vean como algo normal».
En música hay otra pista que no solo engalana sino que aúpa. Lo que eres capaz de convocar, inevitablemente, ayuda a aclarar, a solidificar tu dimensión verdadera. Lo que las mismas Migas denominaron «autorregalos». Y vaya dos autorregalos nos regalaron: uno, Juan Medina, antes Juanito Makandé. Qué manera de tocar y de surfear la música. Como eso sea poso tramuntanero, óle por enésima vez sus piedras y sus troncos. Y dos, Júlia Colom. Lo dijo no sé quién: esta mujer no se sube a escenarios sino a olimpos.
Para acabar y cerrar hubo una última a pelo e improvisada, con la que las duendes, pasito a pasito y palma a palma, sacaron sus tacones del escenario. Fue con una comilona y una borrachera muy jonda, claro.
No hay comentarios