El pasado sábado 1 de junio, el Parc Municipal Sa Torre de Felanitx se llenó de familias, música, circo y actividades experimentales para los más pequeños en la segunda edición del que ya podríamos denominar «mejor evento familiar» en Mallorca —si lo que se busca es pasar un día agradable, tener a las criaturas entretenidas y escuchar buena música—.
La programación, perfectamente planificada, iba dando paso a las actividades para los más mayores a medida que iba avanzando el día y los más pequeños iban cayendo de cansancio.
Por la tarde se pudo disfrutar de Lali Begood, que congregó a un buen puñado de personas que se animaron a bailar con una propuesta musical divertida y fresca, que combina diferentes estilos musicales y que repetía por segundo año en el Tribu para presentar su nuevo espectáculo.
Tras la artista catalana, y mientras en el resto del recinto se sucedían las sesiones de circo y seguían las diferentes actividades, en la zona del escenario principal se sucedieron tres actuaciones de pinyol vermell. Los mallorquines L.A., con Luis Alberto Segura al frente, nunca fallan. Ir a un concierto de ellos es asegurarte hora y media de buena música. Además, Luis Alberto se permitió varias bromas con el hecho del paso del tiempo y de que muchas caras conocidas de otros festivales y conciertos estaban allí acompañadas por sus peques.
Mientras todo se preparaba para el cabeza de cartel, en la carpa frente al escenario se montó una fiesta tremenda de la mano de Siamiss DJ, disc-jockeys residentes de la sala Razzmatazz de Barcelona que trajeron una propuesta consistente en una masterclass para que niños y niñas aprendieran los diferentes estilos musicales que nos llevan desde los Beatles a los Chemical Brothers. Una propuesta tan didáctica como divertida, y con un fin de fiesta que ya querrían muchas catedrales del techno. No fueron pocos los que estaban de pasada por la carpa y se acabaron uniendo a la rave.
Y el fin de fiesta lo pusieron The Tyets, que llegaron, vieron y convencieron a un público totalmente entregado, que se volcó a cantar, bailar y dejarse la garganta en cada canción. Pop sencillo y alegre, con cierta socarronería, que le canta al amor y con la única pretensión de hacer pasar un buen rato. No había mejor forma de cerrar un festival que esperemos dure muchos años. Larga vida al Tribufest.
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Cinéfilo que ha descubierto otro placer en la música en directo. Amante de la fotografía, de las primeras filas y de gritar las canciones hasta quedar afónico.
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