Marratxí, miércoles 19 de febrero de 2025
El placer antiguo de dejarse sorprender
Hasta el mismo día no sabes dónde es, hasta que no llegas no sabes quién toca. Da igual: es el criterio de la promotora Pecan Pie, y por tanto todo será entre impecable y extraordinario, único porque lo genera nada más y nada menos que la música.
Por Víctor M. Conejo
Carlos Fernández
Llegas a la ubicación aproximada que te indica Google Maps. Es cerca del aeródromo de Son Bonet, en Marratxí. Después lo confirmaría Joan Andreu, bolsillo, motor, corazón y alma de la promotora Pecan Pie: que la gente se pierda es parte del encanto del ciclo TANAPROP. En el vallado de un enorme terreno desnudo anexo, pancartas y cartulinas colgantes piden «placas no», «obligatorio llevar el perro atado», «recoger excrementos», «árboles sí» y «Son Bonet pulmón verde». Todo muy europeo.
En el previo, hablando de músicas y anécdotas de músicas y conciertos con la enciclopedia murera en Biel. Llega Tiu, también buscando música bien de cerca. Llegan Xesc Carbonell de The T-Makers, David Goodman el de la voz imperial, el diseñador Luis Imperiale, los centrales Maria Martín y Àngel Pujol de la próxima Sa Central en Sineu, Toni Sbert voz cantante en The Ripples; todos buscando música bien de cerca. El protagonista de la velada cercana confirma que tiene un encanto especial que nadie sepa quién va a tocar. Confiesa no haber preparado ninguna presentación especial, «pero tal vez tendría que haber aprovechado y llegar en paracaídas».
Cuenta el promotor que «la finca que pertenece a AENA, donde querían instalar unas placas solares para alimentar el aeropuerto. Los vecinos los pusimos ñús y conseguimos pararnos». Y presenta a Marc Mas, de quien recuerda que también está en Bilo. La única iluminación, un círculo con un cable de lucecitas led. El encanto es incontestable, rotundo por mínimo, evidente por enorme. Arranca revelador: «Yo trabajo en AENA. Soy interino». Después, a ponerse en situación: «Me había preparado un setlist chulísimo que iba a pegar en la guitarra como hacía Bob Dylan, pero no veo un pijo». Y arranca cantándole a la luz y al mar y al Embat.
Como manda la música y la actitud verdaderas, improvisó y también se sinceró: «Vamos a tocar una canción antigua», «me apetece tocar una de Bilo, una gente con la que toco desde que tengo 18 años», «no veo los trastes, supongo que acertaré», «nunca me han gustado mucho los Beatles».
El ciclo de conciertos acústicos y secretos o como se quiera definir Tanaprop es la enésima prueba de los hechizos que solo crea la música. Alguien programa maravillosamente bien y con un criterio envidiable como Joan Andreu de Pecan Pie (¡de siempre!), nadie sabe quién toca hasta que llega, pero sabe que habrá muy buena música. Y la gente hace lo que hay que hacer para aprovechar la vida y la música: dejarse sorprender.
Marc Mas condujo con mucha habilidad la velada oscura según el sol e iluminada según la música Y hasta con encanto: interpretó una canción que tiene solo un par de semanas, por lo que advirtió de que repetiría el par de estrofas que de momento ha escrito. De nuevo, mientras toca y canta se deja llevar: «Aquí había pensado que podría meter un solo». Reafirmando la cercanía real con la cincuentena de asistentes, compartió «tengo que acabarla, pero me gusta que este último acorde parece de Chet Baker».
«Una más de Bilo que es divertida, y luego una canción que me gusta para acabar los conciertos. Luego os digo cuál es». ¿Cuál fue esa última canción? Esto es Tanaprop y su esencia es la sorpresa y el hechizo que solo genera la música. Para saber cuál fue esa canción que habitualmente cierra sus bolos, tendréis que ir a verle. Que sea una sorpresa.
Quedan dos capítulos del ciclo Tanaprop. Venid a dejaros sorprender por la música.
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