Atomic Fest: el valor del rock&roll

Rock&Roll, hardcore, metal, punk… la pleitesía a las guitarras tiene cada año un punto de ebullición ineludible en el Atomic Fest, este año con los suecos Scumbag Millionaire como cabezas de cartel y el retorno de los míticos locales Kindergarden

Me cae muy bien la gente que ama la música. Desde hace ocho años Jaume Pons, motor, corazón y alma del bar Atomic Garden —como dijo aquel: «ese bar de camisetas negras»— se gasta junto a su equipo todo el tiempo y energía que haga falta, además de su propio dinero en la medida de lo asumible, para ofrecer un producto musical y cultural de calidad distintiva. Y eso no es tan habitual como pudiera parecer. El resultado: el Atomic Fest, que este año cumple ocho ediciones entronizando las guitarras altas como forma de vida. Y eso, huelga decirlo, no es tan habitual como debiera, sino resultado de una pócima única: amor y valor.

Las constantes que hacen del Atomic Fest un saraote ineludible son varias desde sus inicios: en primer lugar, un cabeza de cartel potentísimo venido de fuera junto a una certera y variada selección de la actualidad guitarrera local. Pero eso no es todo, aún hay más: año tras año una de sus características esenciales es incluir a bandas locales históricas que, incluso, a menudo su bolo en el festival es el único que hacen en todo el año. Pero eso no es todo, en las últimas ediciones ha habido más: otro acierto mayúsculo es la saludable amplitud de miras de la cita, que ha generado que otros géneros como el puro emo, puro rock o hasta puro pop tengan presencia en su programación.

Para este año, el menú supervitaminado y mineralizado lo encabeza el High Energy Action Punk de los suecos Scumbag Millionaire, las poderosas gargantas y no menos guitarras desde Goteburgo con bazas incontestables: son coleguitas de los noruegos The Good, The Bad and The Zugly (cabezas de cartel del Atomic Fest 2019), su primer álbum se tituló Speed (Suburban Records, 2018) y cada vez que vienen a España los garitos de rock&punk&garage de toda la Península se pelean por ellos. Formados en 2014, se enmarcan en la renovación del ya clásico rock&roll escandinavo que estalló cronológicamente entre finales de los 90 y los inicios del siglo XXI.

En los aciertazos de vieja y siempre vigente escuela, el punk rock de hipódromo de los Guadaña, encabezados por el glorioso Fofi; el metal legendariamente noventero/dosmilero de Delikatessen; más uno de los hitos del cartel de este año: el retorno tras años de ausencia del hardcore punk de Kindergarden. En opinión de las voces autorizadas, su álbum debut de 1998 La vuelta al core fue uno de los mejores discos nacionales de los 90. En la ración de actualidad local escogida con ojito fino y filipino están el groove metal & progressive trash del colosal trío Vulgar Chaos, más el posthardcore de pecho roto de Siberian Escape. En la amplitud de miras ejemplar, la emotividad arisca y sentimentalidad ruidosa de ardeciudad, el setenterismo de vaquero apretao de Queen Marsa, además del estilosísimo pop, rock, funk y hasta experimental de Nofre Morell.